17 Paradigmas, revoluciones y constructivismos

En 1962 Thomas Kuhn (1922–1996) publicó uno de los libros más influyentes sobre filosofía de la ciencia: La estructura de las revoluciones científicas. Su influencia llegó a trascender los confines del reducido mundo académico de los filósofos de la ciencia y pasó a formar parte del clima intelectual de la sociedad en su conjunto.

Kuhn, como cualquier otro autor, no surgió de la nada, su trabajo recogía críticas previas planteadas por filósofos tan diversos como Carnap, Quine,1035 Polanyi o Hanson, pero mientras que los análisis anteriores habían quedado circunscritos a los filósofos de la ciencia, La estructura se convirtió en un fenómeno popular. Ningún filósofo posterior ha podido ignorar las propuestas de este libro y su influencia en la cultura general también ha sido enorme. El periódico inglés The guardian, por ejemplo, lo calificó como uno de los libros más influyentes del siglo XX.1036

Hasta ese momento, en filosofía de la ciencia las discrepancias habían sido más o menos limitadas. Aunque Popper había criticado la defensa positivista de la inducción, en el fondo, los puntos de encuentro entre estos filósofos habían seguido siendo importantes: distinción entre los contextos de descubrimiento y justificación, limitación de la filosofía de la ciencia al análisis de este último y desprecio por las motivaciones psicológicas y sociológicas involucradas en el proceso científico;1037 y, además, solía admitirse una distinción clara entre observación y teoría.1038

Sin embargo, Kuhn hizo que estos consensos saltasen por los aires: como ya hemos comentado, las observaciones están teñidas de teoría y la elección entre hipótesis no es puramente racional, porque los factores psicológicos y sociológicos no pueden ser ignorados.

17.1 El giro histórico

Para Kuhn fue muy importante reflexionar sobre qué lecciones podían derivarse de la espectacular caída de la física clásica ocurrida a principios del siglo XX.1039 Si una teoría tan bien fundamentada empíricamente como la newtoniana podía caer, ¿en qué podíamos confiar?

Kuhn no comenzó su carrera como filósofo, sino como historiador de la física y su aproximación se basó en estudiar la ciencia como un fenómeno histórico.1040 Este es un planteamiento muy alejado del de los positivistas lógicos, que pretendían examinar la ciencia como un conjunto de proposiciones susceptibles de ser analizadas mediante la lógica formal. Tras el trabajo de Kuhn el positivismo pasó de moda y se popularizó la idea de que la filosofía debía aprender sobre la evolución histórica de la ciencia.1041 La escuela histórica sustituyó a la lógica y los análisis formales de Carnap y compañía fueron sustituidos por los históricos de Kuhn, Lakatos o Laudan. La esperanza de estos nuevos autores era que el cambio histórico encerrase lecciones sobre el funcionamiento real de la ciencia1042 que la lógica formal había ignorado.

Sin embargo, esto no implica que las ideas positivistas fuesen completamente abandonadas. El bayesianismo actual, por ejemplo, está más cerca de Carnap que de Kuhn, pero sí es cierto que tras La estructura el análisis histórico se hizo más popular y que las antiguas certezas positivistas fueron duramente criticadas por los filósofos de la ciencia más relevantes de los 60 y los 70 como: Irme Lakatos, Norwood Russell Hanson o Hilary Putnam.1043 De hecho, la aproximación histórica fue la dominante hasta mitad de los 801044 y, además, algunas de sus conclusiones no habrían de ser olvidadas.

Cuando en las carreras de ciencias o en la literatura popular se habla sobre la historia de la ciencia es habitual dar una visión muy simplificada y romántica.1045 La historia queda reducida a una serie de anécdotas, una progresión ininterrumpida de eurekas logrados por grandes científicos aislados e infalibles. Suele ignorarse que fueron las comunidades y no los genios aislados los que hicieron avanzar la ciencia y, sobre todo, se omiten los continuos errores y la complejidad del lento progreso científico. La historia de la ciencia no consiste en una acumulación continua de verdades; el avance, en muchos casos, pasa por abandonar teorías previamente aceptadas, como la del flogisto.1046 La evolución histórica suele ser compleja y contingente1047 y la caricatura histórica que se enseña a los alumnos les transmite una visión completamente irreal del devenir científico y, sobre todo, no les ayuda a aprender el valor de la discusión racional.

Distintos filósofos, como Popper, Kuhn o Lakatos, propusieron varios modelos alternativos de esa evolución histórica. Popper, como no podía ser de otro modo, basó su propuesta en la falsación.1048 Según Popper el cambio científico sería sencillo: los científicos, en una primera fase, propondrían hipótesis que deberían ser consideradas como conjeturas tentativas1049 y que, a continuación, en una segunda fase, tratarían de falsarse. Una vez se encontrasen anomalías capaces de falsar las hipótesis disponibles, los investigadores propondrían nuevas conjeturas que deberían explicar todo lo que explicaban las anteriores, pero que, además, incluirían lo aprendido recientemente y este ciclo de conjeturas, cada vez más precisas, y de refutaciones se repetiría sin fin.1050

17.2 Paradigmas y ciencia normal

Kuhn, por otro lado, propuso un modelo en el que los científicos se encontrarían trabajando dentro del marco de un paradigma que, habitualmente, no cuestionarían. Un ejemplo sería el paradigma newtoniano. Con el tiempo es posible que fuesen acumulándose anomalías cada vez más difíciles de explicar, cómo el problema de la órbita de Mercurio, y estos problemas eventualmente acabarían por causar una revolución. De modo que el desarrollo científico alternaría fases de ciencia normal y crisis revolucionarias.1051

La noción de paradigma de Kuhn está relacionada con el conjunto de ideas compartidas por la comunidad científica e incluye, tanto las teorías sobre como funciona el mundo, cómo las metodologías que debemos emplear para estudiarlo.1052 Dicho de otro modo, el paradigma podría definirse como el conjunto de principios teóricos, metodológicos y metafísicos aceptados por los científicos de una comunidad.1053 Más tarde, otros filósofos, matizaron estas ideas y propusieron otros conceptos relacionados con los paradigmas. Por un lado, Lakatos, un filósofo que aunó las propuestas de Popper y Kuhn, en vez de paradigmas, habló de programas de investigación y, posteriormente, Larry Laudan de tradiciones científicas.1054

Para poder entender las conclusiones de Kuhn, y de sus seguidores más extremos, es importante recordar que el paradigma incluye tanto las teorías como las metodologías e instrumentos utilizados en un área científica.1055 Este es un aspecto clave que no suelen tener en cuenta quienes utilizan el término de forma casual e implica que, según Kuhn, cuando los físicos abandonaron el paradigma newtoniano abrazaron, al mismo tiempo, una forma completamente distinta de hacer física. Como veremos, este será uno de los principales problemas de la propuesta de Kuhn.

Además, en La estructura la noción de paradigma añadía al sentido comentado, que podría denominarse matriz disciplinaria, el de conjunto de investigaciones destacadas que se utilizan como ejemplos en una disciplina científica.1056 Este es el motivo por el que Kuhn denominó paradigmas a sus paradigmas: un paradigma es un ejemplo relevante de algo. La idea era poner el énfasis en que la ciencia se aprende de los maestros, pero que esta formación no es explícita en todos sus detalles, hay habilidades, formas de trabajar, que se transmiten implícitamente mediante ejemplos.1057 Sobre todo, el modo de hacer ciencia, el oficio, no se aprende explícitamente, sino siguiendo el ejemplo de otros colegas. Esta, hoy en día, no es una idea controvertida y, además, es aplicable a casi cualquier otra profesión, los artesanos y los técnicos también suelen aprender practicando en el taller. Es así cómo se adquiere la maestría.

Es una pena que, fuera de las discusiones filosóficas técnicas, esta noción suela olvidarse, puesto que esta sí es una idea interesante. Aunque, también es cierto, que para las conclusiones a las que llegaron Kuhn y sus seguidores más entusiastas, ésta no es una tesis demasiado relevante. Por otro lado, también creo que las cosas nos irían mejor si nos esforzásemos en transmitir más ideas explícitamente. Esto permitiría que los científicos en formación tuviesen la oportunidad de reflexionar sobre lo que están haciendo. Creo que en la actualidad la formación metodológica y filosófica es más implícita de lo recomendable.

La idea de las destrezas transmitidas implícitamente no es nueva. En capítulos anteriores ya mencionamos que Polanyi había discutido sobre la importancia de estos conocimientos tácitos, sin embargo, fue Kuhn quien popularizó esta tesis. A pesar de la existencia de estas aportaciones previas, en la primera edición de La estructura no se reconoció el trabajo de Polanyi.1058 Esto molestó a Polanyi, que hizo públicas sus quejas. Tal vez fuese este el motivo por el que Kuhn añadió, en la segunda edición, una nota referenciando su trabajo.

La ciencia normal es otro concepto fundamental en la propuesta de Kuhn. Ciencia normal es aquella que se desarrolla en el marco de un paradigma. Si cuando voy al laboratorio lo hago con el ánimo de averiguar cómo han evolucionado los tomates, pero no tengo intención de cuestionar ni los principios de la genética ni de la teoría evolutiva ni las metodologías que estoy utilizando, lo que estoy haciendo es ciencia normal. Según Kuhn esto es lo que hacemos los científicos cuando no estamos inmersos en una revolución, algo que, por otro lado, también según Kuhn, sucede en muy pocas ocasiones.

Lo que es indiscutible es que hay conclusiones teóricas y metodológicas que gozan de un soporte previo tan amplio que, a no ser que tuviésemos muy buenas razones, sería irracional cuestionarlas. Por ejemplo, si hago un experimento para amplificar el ADN de un tomate y el experimento falla, no concluyo que el tomate no tiene ADN, sino que algo en el experimento ha fallado. Sería irracional proponer que existen los tomates sin genes partiendo de la única evidencia de que en el experimento no he amplificado ADN.

Esta idea está muy relacionada con el holismo confirmacional. Recordemos que cuando falla una predicción tenemos un problema serio puesto que el error puede ser atribuido tanto a la teoría que estamos testando, como a las hipótesis auxiliares que hemos necesitado para generar la predicción. La solución de Kuhn al problema es el paradigma. Mientras el científico esté haciendo ciencia normal nunca achacará los problemas que surjan a las teorías, metodologías y compromisos metafísicos que conforman el paradigma.

Además, según Kuhn, los investigadores, en una fase de ciencia normal, se decantan por problemas que creen que podrán ser resueltos dentro del paradigma que han asumido. Por ejemplo, pueden enviar astronautas para estudiar la composición del regolito lunar o pueden intentar curar el cáncer. Estas actividades, a priori, no implican el cuestionamiento de las bases de la geología, la física o la biología. Más tarde comentaremos el tono en el que está escrita La estructura, pero podemos hacernos una idea leyendo lo que escribió sobre este asunto: “Las áreas investigadas por la ciencia normal son, por supuesto, minúsculas; el cometido tendría una visión drásticamente reducida”. Es decir, según Kuhn llegar a la Luna o curar un cáncer serían logros minúsculos.

La ciencia normal de Kuhn escondía una crítica muy razonable a la pretendida crítica continua preconizada por el falsacionismo de Popper. En realidad no es habitual que los investigadores dediquen un gran esfuerzo a tratar de falsar los principios fundamentales de su disciplina.1059 Lo normal, y racional, es que el biólogo haga su trabajo asumiendo que la evolución biológica, la teoría celular o los principios fundamentales de la genética son correctos. Cabe la posibilidad de que, en algún momento, nos encontremos con algún organismo que no utilice ácidos nucleicos como material genético, pero esa no debe de ser la primera idea que ha de acudir a la cabeza de un biólogo cuando falla una extracción de ADN. Cuando los físicos obtuvieron en el experimento OPERA, en 2011, resultados compatibles con la existencia de partículas superlumínicas no concluyeron que habían falsado la relatividad especial. Los propios investigadores al publicar los resultados propusieron que lo más probable es que se debiesen a un error experimental. De hecho, meses después se comprobó que, efectivamente, ese había sido el motivo. Podría ser que, en algún momento, nos encontremos con una gran sorpresa que socave algunas de nuestras ideas fundamentales, pero no es fácil que esto suceda continuamente. Kuhn diría que Adams y Le Verrier propusieron la existencia de un nuevo planeta para explicar las anomalías orbitales de Urano porque se encontraban trabajando dentro del paradigma newtoniano.

Además, Kuhn insistió en que el hecho de que los científicos de la comunidad compartan esta confianza en los principios más elementales facilita su entendimiento y colaboración y mejora su productividad puesto que no se pierde un tiempo precioso en tratar de falsar continuamente los principios fundamentales del área.1060

17.3 Anomalías y revoluciones

De modo que los físicos de principios del siglo XX no estaban tratando de destruir la física clásica, pero, aun así, la física cayó. ¿Qué pasó? Pues, según Kuhn, lo que sucedió es que comenzaron a acumularse anomalías: observaciones y problemas teóricos que no podían ser explicados dentro del marco de física clásica.1061 Asimov dijo que en ciencia el momento más importante no es el pretendido Eureka, sino el más modesto: vaya, esto es curioso.

Los físicos habrían ido haciendo acopio de observaciones anómalas que no cuadraban con las predicciones teóricas. Una anomalía importante fue, por ejemplo, el espectro de emisión del cuerpo negro. Así es como denominan los físicos a la radiación electromagnética emitida por un cuerpo por encontrarse a una temperatura determinada. Las teorías clásicas hacían predicciones claramente erróneas y Max Planck, que no pretendía iniciar revolución alguna, se enfrentó al problema de plantear una explicación del espectro observado. El resultado, obtenido en 1900, fueron la ley de Planck sobre la emisión del cuerpo negro y la constante de Planck, el número más importante de la física cuántica.

Con esto no quiero decir que Planck elaborase por sí sólo la teoría cuántica, ni mucho menos. Planck era muy conservador y decimonónico. Kuhn diría que Planck estaba haciendo ciencia normal. Lo último que pretendía Planck con su descripción del espectro de emisión del cuerpo negro era destruir el edificio clásico. El proceso de desarrollo de la teoría cuántica se demoró décadas y fue muy complejo. Durante este tiempo los físicos fueron encontrando fenómenos que no podían explicarse clásicamente, como el efecto fotoeléctrico, por el que Einstein recibió el premio Nobel, o los espectros atómicos. En todos estos casos, la única forma de explicar los fenómenos fue adoptar reglas que, en principio, parecían un tanto arbitrarias y que contradecían principios clásicos. Finalmente, en 1925, Werner Heisenberg planteó la mecánica matricial y Erwin Schrödinger la ecuación que lleva su nombre. Estas fueron las dos primeras formulaciones de la mecánica cuántica.

Leyendo el párrafo anterior podría pensarse que los físicos eran dogmáticos y no querían encontrar nueva física. Esta sería una conclusión errónea. Lo que los físicos pretendían era disponer de unas teorías que describiesen el mundo adecuadamente y ya disponían de ellas. Por lo tanto, Planck no veía la necesidad, como no la veían Adams y Le Verrier, de plantear nuevas teorías simplemente porque hubiese un nuevo fenómeno que todavía no hubiese sido explicado en el marco de las teorías existentes. Si cada anomalía que nos encontramos se tratase como una refutación potencial nos pasaríamos el día pensando que hemos encontrado organismos sin ADN. Esto, que es lo que plantearía un falsacionista radical, sería irracional y dificultaría el avance científico.1062 Hay que tener en cuenta que nuestra creencia en que todos los seres vivos del planeta Tierra utilizan ácidos nucleicos como material genético es una creencia justificada por una cantidad inmensa de observaciones. Un investigador podría invertir su tiempo en buscar evidencias de que efectivamente la persona que ha dado negativo en un test de amplificación de ADN realmente no tiene ADN, pero, muy probablemente, estaría perdiendo el tiempo.

En el caso de la mecánica cuántica los investigadores no estaban tratando de destruir la física clásica, simplemente se encontraron con algunos fenómenos imposibles de explicar dentro del marco clásico. Fue el mundo externo el que se empeñó en despertar a los físicos lanzándoles desafíos empíricos.

Sin embargo, no siempre se encuentran estas anomalías. Los físicos actuales, por ejemplo, llevan décadas buscando en el LHC fenómenos inesperados sin que, hasta el momento, los hayan encontrado. Están convencidos de que tiene que haber algo más allá de las teorías cuánticas de campos actuales, pero no están disfrutando de la suerte de disponer de una serie de anomalías empíricas que les indiquen el camino a seguir. Por desgracia, las teorías actuales son capaces de explicar con una precisión exquisita todos los fenómenos experimentales conocidos.

En la actualidad, la anomalía es teórica, se da entre nuestras propias teorías: sabemos que nuestras teorías físicas más precisas, la de lo muy masivo, la teoría general de la gravedad, y la de lo muy pequeño, el modelo estándar, funcionan muy bien en sus respectivos ámbitos, pero son incompatibles, por lo que no pueden integrarse en una teoría unificada que sirva para entender fenómenos que sean a la vez muy masivos y que ocurran en escalas subatómicas (como, por ejemplo, el núcleo de los agujeros negros). Esta anomalía se traduce en que las teorías que componen el modelo estándar no pueden modificarse para dar cuenta satisfactoriamente de la gravedad, el fenómeno descrito por la relatividad general. Existe una incompatibilidad profunda en la estructura de ambas teorías y nadie ha conseguido planear una nueva teoría integrada capaz de hacer las predicciones correctas. Este es el motivo por el que los físicos actuales están desesperados por buscar nuevas anomalías empíricas; tienen la esperanza de que estas anomalías puedan iluminar el camino hacia una teoría que, por el momento, nadie ha sido capaz de formular. El problema es que la forma más directa de encontrar esas anomalías sería explorar objetos muy pequeños y muy masivos, pero carecemos de la tecnología capaz de crear y manipular pequeñas estrellas de neutrones en el laboratorio.

Según Kuhn, en algún momento alguien llega a proponer una nueva hipótesis capaz de dar cuenta, tanto de las nuevas anomalías, como de la mayoría de los fenómenos explicados por la teoría anterior. Llegado este punto, la comunidad la discutirá y el resultado puede ser una revolución, un cambio de paradigma. Será la comunidad en su conjunto la que decidirá hacer suya, o no, la nueva propuesta. Este cambio de foco, del científico individual a la comunidad, fue una de las aportaciones más relevantes de La estructura.

Por lo tanto, para que se dé una revolución se necesitan, tanto unas anomalías no explicadas por la teoría antigua, como una nueva hipótesis capaz de explicarlas. La órbita anómala de Mercurio no indujo, por sí misma, una revolución hasta que Einstein propuso una teoría capaz de explicarla. Esto es algo que Kuhn defendió1063 y que parece poco criticable. Mientras no tengamos una teoría mejor no tiene sentido abandonar la antigua, que puede que no lo explique todo, pero que, al menos, explica muchos fenómenos. Ahora mismo los físicos asumen que debe de existir una teoría capaz de unificar los fenómenos cuánticos y gravitatorios, pero mientras no dispongan de la nueva teoría continuarán utilizando las antiguas. De hecho, incluso cuando tengan la nueva puede que continúen utilizando las viejas. El rotundo éxito de la relatividad general no implicó un abandono de la mecánica newtoniana. Los ingenieros que enviaron los cohetes a la Luna prefirieron utilizar las matemáticas newtonianas que las relativistas porque eran más sencillas y porque, para ese problema, tenían una precisión más que suficiente.

17.4 Problemas paradigmáticos

Kuhn habló de revoluciones y no simplemente de cambios porque lo que tenía en la cabeza eran grandes cambios, como la revolución copernicana o la relativista, cambios que afectaban a los modelos teóricos más fundamentales de la astronomía o la física de la época. Ésta, sin embargo, no fue una de las mejores ideas kuhnianas. Es indudable que ha habido grandes cambios, aunque después discutiremos si han sido simples cambios teóricos o si han sido cambios paradigmáticos en el sentido kuhniano, pero esos cambios no siempre han sido revolucionarios.

Uno de los problemas de las tesis de Kuhn es que no todos los grandes cambios en ciencia implican un momento de crisis en el que la comunidad discute sobre el mérito de las distintas hipótesis. Por ejemplo, en genética hubo una transición gradual desde las ideas mendelianas, que a día de hoy continúan siendo válidas, y la genética molecular.1064 Este fue un gran cambio, pero podría describirse mejor como una acumulación gradual de pequeños cambios que como una gran revolución puntual. Esta es una tesis más cercana a las ideas positivistas del cambio científico gradual.1065 En el caso concreto de la transición de la genética mendeliana a la molecular, creo que el cambio fue tan gradual que ni siquiera los genetistas se dieron cuenta de la magnitud de lo que estaba sucediendo y terminaron utilizando un término, “gen”, para nombrar dos entidades completamente distintas: el gen mendeliano, que se refiere al control genético de variaciones entre individuos, y el molecular, que tiene que ver con los elementos funcionales en un genoma individual.

A día de hoy en mi trabajo continúo utilizando diariamente lo que aprendimos sobre los guisantes de Mendel y las moscas de Morgan y en mis clases insisto en que debemos integrar esas aproximaciones con las nuevas herramientas moleculares. De Mendel a CRISPR pasando por la PCR sin que haya habido ninguna revolución kuhniana.

Otra limitación del modelo de Kuhn radica en que, aunque es cierto que hay cambios que afectan a las grandes ideas teóricas, no es menos cierto que el trabajo cotidiano del científico, en muchas ocasiones, implica proponer pequeños cambios tanto teóricos como metodológicos. Por ejemplo, ahora mismo estoy escribiendo un artículo en el que cuestiono las herramientas estadísticas utilizadas para reconstruir la historia de las poblaciones porque he comprobado que no funcionan de un modo robusto cuando las migraciones son comunes, y propongo una nueva metodología. Esto, claramente, no es una revolución, pero sí es un pequeño cambio que espero que sea aceptado por la comunidad y que puede que contribuya a una mejora gradual de la genética de poblaciones. De modo que la distinción entre revolución y ciencia normal es una falsa dicotomía; hay cambios grandes, medianos y pequeños.1066 Es cierto que Kuhn admitió que en ciencia también existían pequeños cambios, pero, sin embargo, no dejó muy claro en qué modo afectaba esto a su propuesta de cambio científico. Una vez se admiten los cambios graduales, la distinción entre ciencia normal y revolucionaria deja de tener mucho sentido. Además, la noción de paradigmas claramente diferenciados, algo central en la propuesta de Kuhn, también es difícil de compatibilizar con el cambio gradual.1067 Kuhn habría tenido que dejar de hablar de cambios paradigmáticos para discutir la evolución de los paradigmas y esto no habría encajado bien con el resto de sus ideas ya que, como comentaremos en breve, para Kuhn los paradigmas son tan radicalmente diferentes que son incomparables, están tan alejados como conceptos pertenecientes a universos intelectuales distintos.

Además, Kuhn insistió, por motivos filosóficos y no sólo históricos, en que el paradigma debía incluir el paquete intelectual completo: teorías, metodologías y compromisos metafísicos. Recordemos que Quine utilizando su tesis del holismo confirmacional había atacado las ideas de Popper y de los positivistas lógicos. Para poder hacer una predicción, por ejemplo, la posición de un planeta, necesitamos disponer de una red conceptual completa. Por lo tanto, cuando la predicción falla debemos considerar cómo modificar la red en su conjunto, no solamente una teoría concreta. Kuhn convirtió esta red en sus paradigmas y el estudio de los cambios en las grandes teorías físicas le llevó a proponer que la red, el paradigma, cambiaba por completo durante las revoluciones. Este es el motivo por el que el cambio gradual encaja tan mal en la propuesta kuhniana. Kuhn pensaba en redes conceptuales, completamente independientes, que no podían transformarse gradualmente desde una a la otra. Los paradigmas de Kuhn son la antítesis del barco de Neurath, que se iba modificando pieza a pieza hasta convertirse en una nave completamente distinta. Los paradigmas no sólo hacen suyo el holismo confirmacional, sino que lo llevan al extremo. Esto, como veremos en breve, ocasionó todo tipo de problemas para Kuhn y para la filosofía de la ciencia desde los años 70 hasta mediados de los 90.

Kuhn, además, defendió que una comunidad científica sólo puede trabajar con un paradigma a la vez y que tan sólo en periodos de crisis habrá varios paradigmas en juego.1068 Para Kuhn la comunidad se define por el paradigma: forman una comunidad aquellos científicos que comparten una formación similar y unas ideas comunes sobre el funcionamiento del mundo.1069 La justificación de este criterio de delimitación comunitaria se debía a que sin un paradigma común sería muy difícil que los científicos pudiesen comunicarse efectivamente. Esta propuesta fue criticada inmediatamente.1070 Lakatos, un discípulo de Popper que se decantó por la aproximación histórica, propuso que una comunidad científica puede manejar varios programas de investigación, el equivalente a los paradigmas kuhnianos en la filosofía de Lakatos.1071

En realidad, las comunidades son mucho más heterogéneas e interdisciplinares de lo que la definición de Kuhn sugiere y pueden definirse por distintos factores como: la comunicación y colaboración entre sus miembros, los problemas abordados y las metodologías utilizadas. Además, hay individuos que están a caballo entre distintas comunidades. Yo trabajo en tomate, pero también, a veces en genética humana y, metodológicamente, estoy integrado en la comunidad bioinformática y genómica, no en la botánica o agronómica, como sí lo están la mayoría de mis compañeros. Publico artículos sobre tomate, pero no sé ni cómo se cultiva la planta ni cómo distinguir morfológicamente las especies silvestres de las que hablo en mis artículos. Todo esto hace que nos encontremos con comunidades bastante difusas y parcialmente solapadas. Estas redes difusas, solapadas y multidisciplinares favorecen la crítica, ya que aportan puntos de vista complementarios sobre el fenómeno estudiado.1072

Los programas de investigación de Lakatos serían grupos de teorías que son evaluados en conjunto,1073 una propuesta que, como la de los paradigmas, incorpora las redes de Quine, pero que no requiere que se añadan a ella todas las metodologías y las ontologías. La propuesta de Lakatos trató de incorporar las enseñanzas de Quine evitando los excesos de Kuhn.

Según Lakatos algunos de estos programas estarían progresando, los que hacen predicciones exitosas, y otros degenerando, los que van acumulando anomalías, y, gradualmente, la comunidad iría variando su predilección por unos o por otros.1074 Lakatos pretendía, además, introducir un falsacionismo moderado; las anomalías, en algunos casos, podrían ser resueltas dentro del mismo programa, no implicarían la falsación inmediata del mismo. Esto es, por ejemplo, lo que sucedió en el caso de Neptuno. Sin embargo, un programa que se viese obligado a recurrir a una hipótesis ad hoc tras otra entraría en una fase de degeneración y, con el tiempo, iría perdiendo partidarios en favor de programas más exitosos.1075

17.5 Contribuir sin aceptar

Larry Laudan (1941-), que utilizaba el término tradiciones de investigación, añadió una matización interesante: un científico podía participar en un programa de investigación aunque no lo aceptase.1076 Por ejemplo, Einstein no creía que la mecánica cuántica fuese una teoría realmente fundamental de la naturaleza; pensaba que tenía que ser posible proponer una nueva teoría más fundamental que evitase algunos de los problemas asociados a la cuántica. El asunto es un tanto técnico, pero se puede resumir diciendo que la mecánica cuántica propone descripciones para los sistemas físicos que no tienen por qué ser observables. Esta afirmación es muy abstracta y puede que al lector le cueste entender el problema, pero, tal vez, con un ejemplo se entienda mejor. Imaginemos un gato. Yo podría hacer la siguiente descripción del estado del gato: duerme en su caja. Es decir, el gato está en su caja, un lugar determinado, tiene una velocidad concreta, no se mueve, y está vivo. La descripción del sistema físico, del gato, incluye tres propiedades que pueden ser observadas, es decir, son observables: posición, velocidad y vitalidad (o está vivo o está muerto). Por lo tanto, la descripción clásica está compuesta por propiedades observables. Esto no ocurre en la mecánica cuántica. En la cuántica, en muchos casos, el estado del sistema no es observable. Schrödinger propuso el ejemplo del gato, precisamente, para ilustrar lo extraño del asunto. Según la mecánica cuántica la descripción del estado del gato puede no ser observable. ¿Está el gato de Schrödinger vivo o muerto hasta que abrimos la caja? Lo único que dicen las matemáticas es que el estado, mientras la caja esté cerrada, es decir, mientras esté aislada del resto del universo, no es ni de vida ni de muerte, sino de una superposición de ambas posibilidades, y, a la vez, prohíbe que este estado pueda ser observado. Podemos observar un gato vivo o muerto, pero no un estado compuesto por ambas posibilidades a la vez. Esta es una de las raíces profundas de la extrañeza cuántica y este es uno de los aspectos que molestaban a Schrödinger y Einstein. Según estos investigadores la descripción de los estados físicos tenía que referirse a algo observable, no aceptaban que la realidad profunda pudiese no ser observable.

Pero volvamos al asunto que nos ocupaba: a Einstein nunca le gustó la teoría cuántica y, sin embargo, esto no le impidió participar en su desarrollo. Einstein se enfrascó en una larga discusión racional con sus defensores. Son famosas, por ejemplo, sus continuas discusiones con Bohr. Fruto de este proceso colaboró, junto a otros dos investigadores, en escribir un artículo en el que se proponía un experimento mental, llamado EPR, que parecía indicar que si se aceptaban los postulados de la mecánica cuántica debía violarse el principio de localidad, que establece que dos objetos separados por una distancia no pueden influirse instantáneamente. Posteriormente, el físico John S. Bell transformó esta crítica en un diseño experimental factible y este experimento fue llevado a cabo por Alain Aspect en 1981. El resultado fue que el mundo es más extraño de lo que Einstein se atrevió a pensar.

En cualquier caso, Einstein contribuyó a avanzar nuestro conocimiento sobre la mecánica cuántica a pesar de que no creía que fuese correcta en un nivel fundamental. Esto es algo que, como veremos, deberían explicar los constructivistas más radicales, que sostienen que son nuestras preferencias personales y sociales las que dictan lo que las comunidades científicas acaban aceptando y no la lógica o las evidencias empíricas. Es decir, que rechazan que los motivos epistémicos sean relevantes a la hora de modificar nuestra visión sobre el mundo.

Einstein murió demasiado pronto y no sabemos qué habría pensado de los avances de Bell y Aspect, pero me gustaría comentar otro ejemplo de un investigador que contribuyó a desarrollar una teoría en la que no creía y que sí llegó a ver el resultado. Thomas Hunt Morgan (1866 - 1945) fue uno de los padres indiscutibles de la genética moderna, pero en 1909 no creía ni en la teoría cromosómica de la herencia ni el mendelismo.1077 Morgan no pensaba que los cromosomas tuviesen nada que ver con la herencia ni que los factores mendelianos, que ahora llamamos genes, fuesen estables.1078 A pesar de ello, fue el laboratorio de Morgan quien hizo la observación clave que asoció, por primera vez, un gen a un cromosoma concreto. Además, también se descubrió en su laboratorio el entrecruzamiento cromosómico, lo cual le llevó a pensar que debería ser posible hacer mapas genéticos en los que se ordenasen distintos genes.1079 El primer mapa genético de la historia lo hizo Sturtevant, uno de sus estudiantes de doctorado. De modo que Morgan no sólo fue capaz de contribuir a una teoría en la que no creía inicialmente, la herencia cromosómica, sino que años después modificó esa teoría, sin cambiar sustancialmente el paradigma, creando el primer mapa genético. En su honor la unidad de mapa genético se denomina centimorgan. Esta es una herramienta que todavía utilizamos cotidianamente en la genética actual.

Por cierto, insisto en que me gustaría escuchar la explicación de los constructivistas a estos episodios. ¿Cómo es posible que investigadores completamente opuestos a una teoría contribuyan a su desarrollo si el mundo externo no tiene nada que ver con las conclusiones científicas?

17.6 Descripción y prescripción

En realidad, cuando se analiza la historia de la ciencia no queda más remedio que aceptar que las descripciones de Kuhn, aunque pueden funcionar como un boceto de trazo gordo en algunos episodios históricos concretos, no son correctas en general. El proceder científico es muy complejo y es imposible encerrarlo en un único modelo de desarrollo.

A pesar de esto, si hacemos el esfuerzo de ignorar el tono radical de La estructura y descartamos los excesos encerrados en la idea de los paradigmas, el Kuhn moderado podría entenderse como una aportación complementaria al programa positivista.1080 Mientras los positivistas se habían centrado en hacer un análisis lógico, Kuhn dejó patente que del análisis histórico también podían extraerse conclusiones filosóficas. Los positivistas estaban interesados en la lógica de la justificación y en la estructura formal de las teorías, pero habían dejado de lado la descripción de la práctica científica, por lo que habían acabado teniendo una visión muy idealizada. Visto de este modo, la lección que podríamos extraer de La estructura no es que la ciencia es irracional, que es lo que concluyeron los constructivistas radicales, sino que, en la práctica científica, no sólo son relevantes los aspectos epistemológicos.1081 Sin embargo, muchos creyeron que esta relevancia de los aspectos no epistémicos convertía el proyecto científico en irracional.1082 En este punto es interesante recordar que La estructura se publicó como parte de una obra más amplia: La Enciclopedia Internacional de la Ciencia Unificada. Este fue un proyecto positivista en el que también se publicaron ensayos de grandes filósofos positivistas como: Neurath, Carnap o Hempel.

Por supuesto, esta es una interpretación caritativa del mensaje de La estructura, pero es algo con lo que el Kuhn más maduro, probablemente, habría estado de acuerdo. Otro problema es que su libro no aclara, en absoluto, cuándo está intentando ser descriptivo y cuándo prescriptivo.1083 El trabajo de Kuhn no es una mera descripción histórica, sino que extrae conclusiones filosóficas y son algunas de estas tesis las que causaron la tormenta que acompañó a La estructura.1084 Esto viola una tesis filosófica fundamental: no se puede deducir un debe a partir de un es. Esta fue una de las numerosas contribuciones del gran Hume. Es imposible hacer una inferencia lógica válida en la que a partir de un conjunto de afirmaciones relativas a cómo son las cosas en la actualidad, o cómo lo han sido en el pasado, se derive cómo tendrían que ser. Yo puedo decir que hay o no hay esclavitud en el mundo, pero de eso nunca podré deducir que tenga que haberla o no. Para llegar al debe uno ha de añadir premisas relativas a sus valores. Por lo tanto, aunque la historia y la sociología de la ciencia nos pueden informar sobre cómo funciona la ciencia en la práctica, no pueden, por sí mismas, ser utilizadas para inferir cómo debería funcionar, esta es una labor reservada a la filosofía.

Kuhn, a veces, parecía más interesado en describir cómo funciona la ciencia que en prescribir como debería funcionar.1085 La descripción tiene que ver con la psicología, la sociología y la historia, la prescripción con la lógica y la epistemología. Aristóteles, Popper o Carnap hacían recomendaciones normativas que, según ellos, cualquier investigador racional debería seguir, mientras que los historiadores y los sociólogos de la ciencia, muchas veces, tienen un ánimo meramente descriptivo. Kuhn, en ocasiones, parecía estar más interesado en entender cómo funcionaba la ciencia real que por proponer cómo debería funcionar. El problema es que esta distinción entre descripción y prescripción no es explícita ni clara en La estructura.

La cuestión, además, es compleja porque, como hemos visto, no hay demasiadas reglas epistémicas absolutas. La ciencia depende demasiado del oficio y del buen hacer de los científicos como para que los filósofos puedan llegar a dictar normas muy específicas. Pero, por otro lado, ¿es ciencia cualquier cosa que haga un científico? ¿Hemos de considerar ciencia lo que hacen o lo que deberían hacer? Si un investigador manipula los datos para obtener un resultado llamativo, ¿está haciendo ciencia? Es evidente que tiene que haber un aspecto normativo; hay cosas que deben hacerse y cosas que no deben hacerse. El problema es que es difícil establecer normas mucho más concretas que: el investigador debe comportarse con absoluta integridad intelectual.

Tal vez una de las aportaciones más relevantes de Kuhn haya sido obligarnos a reconocer que no podemos hacernos una buena idea del funcionamiento de la empresa científica sin la participación de la filosofía, que aporta algunos aspectos normativos, y de la historia y la sociología, que pueden indicarnos cómo ha funcionado en el pasado y cómo está funcionando actualmente el proceso de generación de conocimiento sobre el mundo externo.

17.7 Inconmensurabilidad

Si paradigma es el término kuhniano más popular, inconmensurabilidad es, sin duda, el favorito del connaisseur constructivista. Varias veces me ha pasado que algún graduado en filosofía ha pretendido erosionar mi confianza en la ciencia apelando a la inconmensurabilidad. Por fortuna, una de las principales utilidades de leer buenos libros sobre filosofía es que te sirven de escudo ante la mala filosofía.

Kuhn que, recordemos, empezó como historiador de la física, un buen día comenzó a reflexionar sobre cómo era posible que Aristóteles, una de las mentes más brillantes de la historia de la humanidad, hubiese propuesto una física tan errónea. La respuesta, como ya hemos comentado, es que, en realidad, cuando tenemos en cuenta el rozamiento, la física aristotélica no es tan errónea. Sin embargo, esto no es lo que pensó Kuhn. El autor de La estructura, como no podía ser de otro modo, llegó a la conclusión de que el problema de Aristóteles es que estaba pensando dentro de su propio paradigma, y que con unas evidencias muy similares Galileo, que trabajaba dentro de otro paradigma, llegó a unas conclusiones muy distintas.

Además, según Kuhn dos paradigmas distintos son inconmensurables, no pueden ser comparados.1086 ¿Por qué no se pueden comparar los paradigmas? Recordemos que según la definición de Kuhn un paradigma no sólo incluye las teorías que creen los investigadores, sino también, y esto es fundamental, las metodologías que los científicos utilizan para buscar y justificar el conocimiento, así como las ontologías que asumen. Por lo tanto, si cada paradigma tiene métodos y vocabularios distintos, los investigadores que se adhieran a diferentes paradigmas no pueden ni comparar sus ideas ni entenderse, viven encerrados en mundos intelectuales diferentes y aislados. Kuhn es famoso por haber escrito que después de una revolución, de un cambio de paradigma, los científicos viven en un mundo distinto.1087

Este lenguaje hiperbólico es uno de los principales problemas de La estructura. No es lo mismo tener una perspectiva distinta sobre un asunto, que percibir el mundo de un modo radicalmente diferente. Lo segundo parece implicar que nuestras percepciones e ideas sobre el mundo externo son puras alucinaciones. Supongo que, poco a poco, va quedando clara la relación de Kuhn con los constructivistas. En varios libros he leído que no deben criticarse estas ideas haciendo notar que una piedra lanzada a la cabeza de un constructivista radical tendrá un efecto que no dependerá de lo que el constructivista crea, y seguramente es cierto que las críticas deben ser más sutiles, pero esta es la primera idea que me viene a la cabeza. Además, ¿qué significa realmente esto de que las visiones del mundo de Aristóteles y Galileo fuesen diferentes? En todo caso supongo que serían algo distintas, o bastante distintas, pero dudo que fuesen completamente diferentes. Asumo que ambos creían en la existencia de los gatos y las piedras y que podrían haberse comunicado esas ideas si hubiesen tenido la ocasión de hablarse. Galileo, de hecho, como ya hemos comentado, conocía la obra de Aristóteles y lo consideraba, junto a Arquímedes, uno de sus grades maestros.

Por otro lado, igual que la piedra es parte del mundo externo para el investigador, los científicos son parte del mundo externo para Kuhn. Los constructivistas creen que los científicos no tienen una relación estrecha con la realidad externa, pero, al mismo tiempo, confían en que sus tesis reflejan el funcionamiento de la ciencia.1088 Este es un problema de coherencia interna de su filosofía análogo a los discutidos por los escépticos helenísticos hace más de dos mil años. Es decir, pretenden hacernos dudar de la física planetaria, pero asumen que hemos de confiar en sus tesis sociológicas y filosóficas. Que Kuhn pensase algo sobre cómo funcionaba la ciencia no implica que la ciencia funcione realmente así. De hecho, Kuhn no presentó ningún ejemplo claro de inconmensurabilidad.1089 Esto es algo que los constructivistas suelen olvidar.

La inconmensurabilidad representa un ataque directo a la racionalidad y a la posibilidad de conocer. Si no existe un modo neutro o racional de comparar las hipótesis, el conocimiento objetivo es imposible. Si no podemos evaluar los méritos de las hipótesis de un modo mínimamente objetivo, lo único que nos queda es una especie de conversión religiosa.1090 Esta fue una de las tesis más controvertidas de Kuhn.1091

Dicho todo esto, creo que sí podemos aprender mucho analizando la inconmensurabilidad kuhniana. Para hacerlo basta con añadir un condicional. Si dos individuos, o dos comunidades, no comparten unas metodologías o un vocabulario común, no podrán participar en un proyecto conjunto de construcción de conocimiento. Esto es algo que sucede, por ejemplo, entre los físicos y los pseudocientíficos. Mientras que unos hablan de velocidades y masas los otros dicen estupideces sobre los chakras. Realmente ambas comunidades dicen habitar mundos intelectuales aislados, utilizar mapas diferentes, pero esto no implica que no habiten el mismo territorio, las piedras lanzadas a una cierta velocidad les afectan a ambos por igual. Este es el motivo por el que, en ningún caso, debemos asumir que ambas visiones del mundo sean equivalentes. Mientras que el mapa de los físicos refleja con detalle la estructura del mundo externo y permite hacer predicciones precisas sobre la trayectoria y velocidad de las piedras, el de los pseudocientíficos es un mapa que no tiene nada que ver con el territorio por lo que las predicciones hechas por sus usuarios no pueden llegar más allá de hacer misteriosos movimientos con las manos mientras te roban la cartera, la salud o ambas cosas.

A pesar de estos grandes problemas, merece la pena repetir que sí podemos aprender de la tesis de la inconmensurabilidad, de modo que vamos a explorar los distintos aspectos que abarca.

17.8 Inconmensurabilidad de temas

La idea habitual es que las nuevas teorías suelen ser más amplias que las antiguas. De hecho, hemos defendido que este poder explicativo es uno de los criterios que los científicos utilizan para elegir entre distintas hipótesis. Por ejemplo, la relatividad general describe todos los fenómenos previamente descritos por la gravedad newtoniana y algunos más.

Kuhn planteó que cuando las teorías tratan de describir aspectos distintos es imposible compararlas.1092 Por ejemplo, la física aristotélica, en realidad, abarca cuestiones muy diferentes a las cubiertas por las mecánicas modernas ya que es una teoría sobre el cambio en general, no sólo sobre el cambio de posición o velocidad.

Esta fue una propuesta de Kuhn que fue criticada inmediatamente. En primer lugar, es trivial que si dos hipótesis tratan fenómenos distintos no tiene sentido compararlas. Este es uno de los motivos por los que hay que ser muy cuidadosos cuando se comparan teorías tan distintas como la física aristotélica y las mecánicas modernas, sin embargo, esto no suele ser muy relevante cuando tratamos de comparar hipótesis que distan menos de dos milenios y medio.1093 Incluso la mecánica cuántica y la relativista, que se refieren a aspectos tan distintos como la velocidad de rotación galáctica y el estado energético de los electrones dentro de un transistor, son perfectamente comparables. Y lo cierto es que incluso los aspectos mecánicos de las teorías aristotélicas son comparables con la física newtoniana, de hecho, es algo que tanto Kuhn como nosotros hemos hecho.

17.9 Inconmensurabilidad histórico-semántica

Kuhn, además, propuso que incluso aunque los fenómenos estudiados por distintos paradigmas sean comparables, puede que la descripción de los mismos sea tan distinta que sea difícil para un investigador inmerso en un paradigma comprender la otra descripción.1094 Esto es algo que, de nuevo, sucede entre teorías de mundos intelectuales muy distantes. Para poder comprender las tesis aristotélicas hace falta hacer un esfuerzo previo de estudio de su filosofía que nos familiarice con su punto de vista. De modo que sí que es cierto que habría dificultades de comprensión entre paradigmas tan diferentes si antes no hacemos el esfuerzo de adentrarnos en el contexto intelectual adecuado. Para entender las ideas químicas de Paracelso el historiador tiene que familiarizarse antes con el mundo intelectual que habitaba este alquimista medieval1095 y para comprender la mecánica newtoniana el estudiante ha de hacer varios cursos de física.

La cuestión no es si tenemos que estudiar para comprender un marco intelectual, sino cómo de relevantes son estas dificultades en la práctica científica. Creo que si pudiésemos disfrutar del privilegio de hablar con Aristóteles podríamos entendernos con él y esto es posible porque hay un marco común basado en conceptos básicos elementales, como gato, piedra y movimiento. De modo que, aunque necesitaríamos algunos días de discusión previa con el maestro, en un tiempo relativamente corto podríamos explicarle cómo funciona la mecánica newtoniana y qué predicciones es capaz de hacer. Este proceso es, de hecho, equivalente al que sigue cualquier estudiante. Se comienza por conceptos familiares y, poco a poco, se va siguiendo el camino que nos adentra en regiones cada vez más alejadas que, al principio resultan extrañas, pero que, con tiempo, esfuerzo y práctica terminan siéndonos tan familiares como las piedras y los gatos. Esto es algo que incluso Kuhn reconoció, cuando hay voluntad se pueden establecer traducciones. Por lo tanto, ni siquiera Kuhn creía que la dificultad de entender puntos de vista tan distintos implicase una imposibilidad completa. En general, la conclusión de los historiadores de la ciencia es que los investigadores suelen ser capaces, después de un tiempo de estudio, de comprender distintos marcos teóricos.1096

17.10 Inconmensurabilidad lógico-semántica

El sentido de un concepto teórico, estrictamente hablando, depende de su posición en la red conceptual, es decir, depende de la teoría completa. Por ejemplo, la masa en mecánica newtoniana se define en función de la fuerza y la aceleración, por lo que no es posible, en general, definirla en función de términos puramente empíricos. Esta es una tesis denominada holismo semántico y ha sido defendida por múltiples autores, entre ellos Quine, Kuhn, e incluso Carnap, el positivista lógico por excelencia.1097 Por lo tanto, desde un punto de vista lógico, las teorías sí son inconmensurables, ya que las afirmaciones en una teoría no son lógicamente traducibles a afirmaciones compuestas por los términos de otra teoría. No es posible expresar una teoría en el vocabulario de la otra; de lo que se sigue que ambas teorías no son lógicamente comparables.1098 Esto está relacionado con las dificultades que hemos mencionado en la sección anterior, pero en este caso la crítica es solamente lógica, no histórica. Incluso aunque Aristóteles llegase a entender las teorías newtonianas, no podría expresarlas utilizando su anterior marco conceptual.

La inconmensurabilidad lógico-semántica es debida a la imposibilidad de separar, de un modo estricto, los términos teóricos del vocabulario de los relacionados con la observación.1099 Pero, aunque es cierto que la separación entre observación y teoría no es absolutamente nítida, no lo es menos que hay una diferencia entre aceptar que la observación está teñida de teoría y asumir que es imposible establecer que hay un gato sobre la mesa de un modo intersubjetivo si no formamos parte del mismo mundo intelectual. Esto último no sólo acabaría con la racionalidad en ciencia, sino que nos condenaría a una incomunicación radical en nuestra vida diaria. Son precisamente los términos relacionados con las observaciones más elementales los que permiten crear un área de intersección entre teorías, suficientemente amplia, como para poder compararlas. Otra cuestión es qué problemas podemos tener si tratamos de explicar desde un punto de vista lógico cómo hemos llevado a cabo la comparación.

Estos problemas son especialmente serios para los términos teóricos, sin embargo, los términos más cercanos a las percepciones básicas suelen poder traducirse sin tantas dificultades. Aunque es imposible expresar la física relativista utilizando el marco conceptual de la mecánica newtoniana, lo que sí podemos hacer es comparar sus predicciones y esto es posible porque para llevar a cabo esta contrastación, sólo necesitamos que sean traducibles los términos más cercanos a la percepción como: regla y reloj. Es decir, aunque lógicamente no podemos convertir la estructura teórica de una teoría en otra, lo que sí podemos hacer es comparar sus predicciones, por lo que podemos comprobar qué teoría describe más adecuadamente los fenómenos que estamos estudiando. De modo que para poder comparar dos hipótesis no es necesario ser capaces de traducir lógicamente los términos teóricos de una en la otra, sino, tan sólo hemos de exigir que sean capaces de hacer predicciones empíricas. Incluso en el caso en el que desconozcamos por completo la teoría, podríamos hacer una comparación. Supongamos que una bruja dice poseer un conocimiento arcano sobre el movimiento planetario que no quiere o no puede transmitirnos. En este caso, podríamos pedirle que predijese la posición de Mercurio y si la predicción es adecuada, aunque no entendamos cómo lo ha hecho, lo que sí podremos afirmar es que la bruja es capaz de comprender el problema lo suficientemente bien como para hacer predicciones precisas.

En cualquier caso, el problema lógico subyacente es real. Es fácil decir que se pueden hacer predicciones y experimentos para comparar teorías, pero, en términos lógicos el asunto es más peliagudo de lo que parece. Por ejemplo, imaginemos que hacemos los cálculos relativos a la caída de una bolita y establecemos que según Newton debería caer en 1 segundo y según Einstein en 1,0001 segundos. En principio parece que ambas predicciones son comparables, pero, desde un punto de vista lógico las cosas no son tan sencillas. ¿Qué es un segundo? La definición no es la misma en el paradigma newtoniano que en el relativista. De hecho, esta fue una cuestión clave en el descubrimiento de la relatividad especial. El tiempo para Newton era absoluto e independiente del observador, mientras que para Einstein no tiene sentido hablar de tiempo si no se propone una definición operacional que permita medirlo. Esto acaba haciendo que el tiempo, en la relatividad, dependa de la velocidad relativa de los observadores e, incluso, del campo gravitatorio en el que se encuentran. La definición del tiempo en Newton y en Einstein es muy diferente y, por lo tanto, desde punto de vista lógico no son fácilmente comparables.

Fue el gran lógico Gottlob Frege (1848 - 1925) quien propuso que los términos adquieren su sentido por su posición en la red conceptual global1100 y este fue el punto de partida de Kuhn. En cualquier caso, llegar a la conclusión de que no podemos hacer un experimento con el que medir el tiempo que le cuesta a la bolita caer porque lógicamente no es fácil establecer cómo traducir unos términos teóricos en otros, es llevar nuestra confianza en Frege muy lejos. El problema es que no es nada fácil establecer una teoría satisfactoria general del significado y sin ella resulta fútil llegar a conclusiones demasiado generales sobre estos asuntos lógicos. Además, esta teoría debería incluir aspectos relativos a la vaguedad de nuestras intuiciones. El tiempo de Newton y de Einstein es diferente, pero también lo son nuestras intuiciones sobre el mismo.

En cualquier caso, debemos recordar que, al fin y al cabo, como le dijo el maestro Fernando Senent a mi amigo Miguel Ángel: el tiempo es lo que miden los relojes. Es decir, que, independientemente de las cuestiones lógicas relativas a su definición, siempre podemos coger un reloj y comprobar si las manecillas acaban en el lugar en el que predice la relatividad o la mecánica newtoniana.

17.11 Inconmensurabilidad metodológica

Como ya hemos comentado, los paradigmas incluyen también las metodologías y los estándares utilizados en un área de investigación.1101 Si aceptamos esta tesis estamos abocados necesariamente a una inconmensurabilidad metodológica. Si cada paradigma incluye las reglas mediante las que ha de ser juzgado y éstas son diferentes entre distintos paradigmas, no hay forma de hacer comparaciones racionales entre paradigmas. Esto implica, además, que las decisiones tomadas durante una revolución no pueden ser racionales. Sin un modo externo de comparar los distintos paradigmas, no hay forma de justificar por qué se elige uno frente a otro y, una vez desechadas la lógica y las evidencias, todo lo que queda es la psicología y la sociología.1102 La comunidad, según Kuhn, durante una revolución elige adoptar un nuevo paradigma por presión social, por moda o por algún otro motivo no epistémico. No hay estándares supraparadigmáticos que sirvan de guía durante las revoluciones por lo que estamos condenados a conformarnos con la preferencia personal y social.1103

Es decir, si no hay modo de comparar racionalmente dos paradigmas, uno no puede ser más correcto que el otro y el relativismo o el escepticismo radical son inevitables. Según Kuhn, los paradigmas condicionan nuestra percepción del mundo hasta tal punto, que fuera de ellos el juicio objetivo es imposible. Una hipótesis científica sólo podría ser aceptada o rechazada racionalmente durante un periodo de ciencia normal, es decir, dentro de un paradigma, pero un científico que profesase otro paradigma no tendría motivos racionales para llegar a la misma conclusión. Por ejemplo, según esta tesis la elección entre la mecánica newtoniana y la relativista no pudo ser racional puesto que era imposible para los físicos comparar ambas teorías dentro de un marco común.

La tesis de la inconmensurabilidad implica, además, que la ciencia no progresa, simplemente cambia.1104 Por otro lado, como no hay una forma de decidir qué metodologías son mejores y cuáles peores, cualquier forma de reflexión sobre el mundo externo es equivalente, la ciencia no es más racional que el vudú o, al menos, esto es lo que escribió Feyerabend en su Contra el método.1105

Hemos de reconocer que Kuhn hizo algunas contribuciones meritorias a la filosofía de la ciencia; popularizó, por ejemplo, el problema de la dependencia parcial de la observación por parte de la teoría y contribuyó a que se reconociese el papel de las comunidades en el desarrollo de las ideas científicas. Sin embargo, la tesis de la inconmensurabilidad es completamente indefendible y no sirvió más que para fomentar el constructivismo radical. Podría haber dicho que, en algunas áreas de algunas ciencias, por ejemplo, en la macroeconomía o en la pedagogía, algunos de los problemas tratados son tan complejos y los supuestos datos tan dependientes de cada uno de los puntos de vista, que los cambios teóricos no tienen por qué ser siempre racionales y que pueden obedecer más a dinámicas sociales intracomunitarias que a la realidad externa. Yo habría estado completamente de acuerdo con esto, pero no es eso lo que se escribió en La estructura. Según Kuhn los cambios de paradigma no pueden deberse a motivos puramente epistémicos en ningún caso.

La tesis de la inconmensurabilidad aplicada, por ejemplo, a muchos fenómenos físicos resulta completamente absurda. Los físicos no aceptaron la teoría de la relatividad como quien sufre una conversión religiosa, algo que Kuhn llegó a escribir, sino porque las medidas apoyaban las predicciones relativistas más que las newtonianas. Cuando los astrónomos eligieron abandonar el modelo ptolemaico, lo hicieron porque las fases de Venus se comportaban siguiendo las predicciones de un modelo heliocéntrico, no de uno geocéntrico.

Cualquiera que se moleste en reflexionar, un poco, sobre lo que sucede fuera de su propia cabeza, se dará cuenta, inmediatamente, de que el constructivismo radical tiene serios problemas. Si lo que hacen los físicos no tiene nada que ver con el mundo externo, ¿cómo es posible que sus teorías se utilicen para crear tecnologías que funcionan realmente? Si la mecánica relativista es una simple elucubración surgida de un congreso de físicos, ¿cómo es que sus predicciones permiten ajustar las señales de los satélites de geoposicionamiento? ¿A qué se debe este enorme éxito operacional?1106

Si aceptásemos la tesis de la inconmensurabilidad no tendríamos forma alguna de comprender el éxito operacional de la ciencia. Sin embargo, si, por el contrario, asumimos que realmente el mundo externo tiene un papel decisivo en la elección entre hipótesis, este éxito, aunque seguiría siendo fascinante y meritorio, no sería extraño. Lo que para los constructivistas radicales es una sorpresa tremenda, para cualquiera que haya reflexionado de un modo mínimamente serio sobre el funcionamiento de la física o la medicina resulta, simplemente, esperable ¿Qué pensarán los constructivistas sobre el vuelo de los aviones? ¿Creerán que depende de la confianza del piloto en la religión de la aerodinámica?

El fallo de la tesis constructivista es evidente: en muchas áreas de la ciencia los datos observados dependen, fundamentalmente, del mundo externo y disponemos de razones empíricas para elegir racionalmente entre hipótesis. Además, los cambios teóricos no implican, habitualmente, un cambio metodológico. Por ejemplo, no hubo ningún cambio metodológico cuando se abandonó el modelo ptolemaico; los astrónomos continuaron evaluando sus hipótesis basándose en las observaciones astronómicas. Por otro lado, aunque es cierto que, en un momento dado, Galileo introdujo el telescopio, un instrumento, una metodología, que antes no existía, esto no alteró la forma de hacer astronomía radicalmente, al fin y al cabo, los astrónomos continuaban observando los astros. Tampoco hubo ningún cambio metodológico cuando se aceptó la mecánica relativista. Se hicieron predicciones basándose en ambas teorías, se realizaron las observaciones y las medidas correspondientes y se eligió la teoría que mejor cuadraba con las predicciones. Aunque en capítulos anteriores he criticado la idea de que exista un método científico preciso, lo que sí podemos admitir es que este cambio teórico se encuentra mucho más cerca del ideal hipotético-deductivo que de una conversión religiosa irracional por parte de la comunidad física.

En general, lo habitual es que las metodologías cambien independientemente de las teorías.1107 Por ejemplo, las metodologías estadísticas se han ido modificando con el tiempo, y esto es algo que ha afectado a muchas áreas de la ciencia independientemente de las hipótesis que se estuviesen evaluando en cada una de ellas.1108

Además, ni siquiera para Kuhn fue tan fácil abandonar por completo la idea de la objetividad. Según Kuhn existe un conflicto entre la relatividad general y la mecánica clásica, lo cual indica, en la práctica, que él mismo asumía que se podían hacer comparaciones entre paradigmas.1109

Con esta crítica a la tesis de la inconmensurabilidad no pretendo defender que todo lo que hacen los que se denominan a sí mismos “científicos” sea completamente racional, ni mucho menos. Este tema lo discutiremos ampliamente en próximos capítulos. Sólo digo que, al menos en algunas áreas, la ciencia sí funciona de un modo muy similar al modelo positivista: las teorías dependen fundamentalmente del mundo externo y acaban describiendo de un modo adecuado los fenómenos que se dan en ese mundo.

Tal vez, en defensa de Kuhn haya que reconocer que, a pesar de la polvareda que levantó con sus paradigmas y su inconmensurabilidad, en una pequeña sección de La estructura sí admitió que los científicos son bastante racionales y que sus cambios teóricos tienen en cuenta la precisión de las predicciones y la potencia explicativa de sus teorías. De hecho, Kuhn tuvo en cuenta las reacciones a la tesis de la inconmensurabilidad, tanto las entusiastas, que le preocuparon, como las críticas, y dedicó gran parte del resto de su carrera a moderar sus tesis. Después de La estructura pasó a defender que la inconmensurabilidad no implicaba que los paradigmas no fuesen comparables, sino, tan sólo que, en algunos casos, la comparación era difícil.1110 Tal vez si hubiese reflexionado sobre esta cuestión antes de escribir La estructura en un tono tan exaltado nos habría ahorrado a todos mucha mala filosofía posterior.

17.12 Radical o mesurado

Algo que me ha llamado mucho la atención al estudiar filosofía de la ciencia es que mientras que los comentarios sobre los textos de Popper o de los positivistas lógicos suelen ser más o menos uniformes, los dedicados a Kuhn varían muchísimo. Algunos autores hablan de él como un filósofo que, al criticar los excesos positivistas, hizo aportaciones fundamentales, mientras que otros lo tratan como un radical peligroso y lo mencionan, junto a Feyerabend, como un enemigo de la racionalidad.

Resulta curioso que La estructura pueda leerse de formas tan distintas. Kuhn dedica la mayor parte del libro a hacer críticas feroces a la supuesta racionalidad científica, aunque, al mismo tiempo, de vez en cuando reserva unas pocas líneas para recordar al lector que, en el fondo, los científicos suelen comportarse racionalmente. En cualquier caso, es importante situar estos breves pasajes en el contexto de una obra que tiene un tono general muy radical.1111 En mi caso, gracias a la lectura de comentarios de varios autores, he aprendido a valorar las lecciones que pueden extraerse del libro, pero mi reacción inicial fue completamente emocional; La estructura me cabreó y me disgustó a partes iguales. El historiador y filósofo de la ciencia Peter Godfrey-Smith, que considera que La estructura es un gran libro, escribió que habría sido mejor para todos que el borrador del capítulo X se hubiese perdido en el asiento trasero de algún taxi.1112

Para que el lector se haga una idea de a qué nos referimos al afirmar que el tono era radical, merece la pena recoger aquí algunas de las afirmaciones que hace Kuhn. “No hay motivos racionales para distinguir una teoría de otra”. “Puede que debamos abandonar la noción, explícita o implícita, de que los cambios de paradigma científico nos van acercando poco a poco a la verdad”. “Un científico particular puede abrazar un paradigma por todo tipo de motivos y, habitualmente, por varios a la vez, algunas de estas razones, por ejemplo, la adoración al Sol, ayudaron a Kepler a hacerse copernicano”. Este comentario sobre Kepler me molestó especialmente puesto que Kepler es, precisamente, un ejemplo perfecto del científico que se rinde a unos datos que contradicen sus ideas previas.

De modo que La estructura puede leerse como una crítica completamente destructiva o como una contribución a una discusión racional sobre la filosofía de la ciencia. Aunque, todo hay que decirlo, para entenderlo de este segundo modo hay que hacer un esfuerzo importante por ignorar muchas de las barbaridades que escribió Kuhn.

Las afirmaciones más estridentes han sido, con el tiempo, purgadas de la filosofía de la ciencia profesional y han quedado sus críticas más razonables.1113 Sin embargo, probablemente, fueron sus salidas de tono las que más contribuyeron al éxito popular del libro en unos años 60 y 70 muy contestatarios. Además, las tesis más radicales fueron asumidas en aquel momento por grandes grupos de académicos, principalmente sociólogos y filósofos, completamente opuestos a la idea de que la ciencia tuviese una relación especial con la razón.

Kuhn se arrepintió de haberse convertido en una figura clave en esta crítica extrema a la racionalidad y dedicó una parte importante de su carrera posterior a desdecirse de las afirmaciones más estrafalarias y a defender la racionalidad científica.1114 Según Kuhn, se le había malinterpretado. Sin embargo, esto no es lo que opinan muchos de sus críticos, que sostienen que, en realidad, se arrepintió de estar inmerso en un movimiento completamente radical y absurdo.

17.13 No te arranques los ojos, visita al oculista

La estructura cayó en tierra fértil y sus críticas a la racionalidad, basadas en la relación entre observación y teoría y en la inconmensurabilidad, florecieron entre los años 60 y 90 y terminaron por convertirse en distintas tradiciones constructivistas radicales que negaban la posibilidad de toda conclusión firme, excepto, claro está, la suya propia. Para los constructivistas las teorías científicas simplemente reflejan preferencias psicológicas y sociales de sus proponentes que poco o nada tienen que ver con la estructura de los fenómenos estudiados.1115

Casi todo el mundo coincide en que los factores sociales son relevantes, pero esto puede ser entendido de formas muy diversas. El sociólogo clásico Robert King Merton (1910-2003), por ejemplo, entendía que el proceso científico podía funcionar más o menos eficientemente y que debíamos estudiar las comunidades científicas para evaluar qué estaba funcionando y qué no. Sin embargo, los sociólogos constructivistas concluyeron que los únicos motivos para elegir una hipótesis frente a otra eran sociológicos.1116 La ciencia, en ningún caso, podía ir bien. Para un constructivista la ciencia es una mera construcción, sería análoga a una moda en el vestir, algo puramente humano. Para estos nuevos relativistas cualquier conclusión siempre depende de nuestro punto de vista puesto que los estándares objetivos son una mera quimera. Además, es importante recordar que no es lo mismo encontrar limitaciones a la racionalidad que concluir que cualquier conclusión es igual de racional. Del mismo modo que es muy distinto reconocer que las hipótesis no pueden ser justificadas de un modo absolutamente racional y objetivo, que concluir que las justificaciones son completamente irracionales. La filosofía, claramente, nos indica que el conocimiento puede tener problemas, pero la cuestión es hasta qué punto estas limitaciones se dan en cada caso, y esta es una cuestión que no puede responder la filosofía independientemente de la sociología y la historia.

La posición de los constructivistas me recuerda a la recomendación de Mateo 18:9:

Y si tu ojo te hace caer, sácalo y échalo de ti; porque mejor te es entrar en la vida con un solo ojo, que teniendo dos ojos ser echado en el fuego del infierno.

Los constructivistas encontraron algunos problemas que los positivistas habían ignorado y, en vez de decantarse por una conclusión mesurada, nos recomendaron arrancarnos los ojos. Renunciar por completo a los estándares epistémicos equivale a resignarse a vivir en la alucinación continua. Su razonamiento es que si los científicos pueden fallar, si el conocimiento es falible, todo es opinión y, por lo tanto, cualquier opinión es igual de válida. Durante la época helenística ya nos encontramos con escuelas filosóficas que llegaron a este tipo de conclusiones, y prácticamente por los mismos motivos.

Debemos recordar, además, que esta renuncia no afecta sólo a la ciencia, sino que, si somos coherentes, niega la posibilidad de cualquier conocimiento. Los fundamentos epistémicos que me permiten afirmar que mi gata duerme junto a mí son, esencialmente, los mismos que los utilizados por la comunidad física al evaluar la relatividad, por lo tanto, si negamos la ciencia, y somos coherentes, no podemos escapar del escepticismo radical. Aunque es cierto que los científicos aplican esos principios epistémicos básicos mucho más sistemáticamente de lo que lo solemos hacerlo en nuestras vidas cotidianas, esto no implica que los principios no sean los mismos. De modo que los constructivistas deberían explicar por qué creen en los gatos, pero no en el movimiento planetario.

Nuestras conclusiones dependen de factores externos e internos, de las evidencias y la razón y de nuestro conocimiento previo y de nuestras motivaciones.1117 Es indiscutible que el conocimiento humano es una construcción social, ha sido generado por un conjunto de comunidades,1118 pero la cuestión es hasta qué punto las respuestas provisionales que hemos alcanzado dependen de las dinámicas sociales y hasta qué punto de la realidad externa. Que la ciencia sea una construcción social no implica necesariamente que no sea verdadera.1119 La ciencia es una construcción social que, visto su éxito operacional, cuadra bastante con la realidad.1120 El conocimiento científico es, hasta cierto punto convencional, pero no es arbitrario.

En todo caso, la respuesta correcta ante los problemas que los filósofos y sociólogos encontraron durante el siglo XX en la justificación científica no tendría que ser el relativismo absoluto, sino el escepticismo mesurado y esta acabó siendo, de hecho, la conclusión de la mayoría de los filósofos de la ciencia. Si yo tengo una creencia sobre un aspecto del mundo externo o bien mi creencia se corresponde con ese mundo externo o no lo hace. Si creo que existen los ponis rosas, o bien los ponis rosas existen o no existen. Si carezco de evidencias suficientes como para justificar mi creencia lo que debería hacer es suspender el juicio, asumir que no sé. Sin embargo, el relativista asume que está bien que yo crea en la existencia de ponis rosas al mismo tiempo que tú no crees en ellos porque cada uno tiene su verdad. Esta es una tesis completamente absurda, existe un único mundo externo, por lo que la verdad debe encontrarse en la relación entre nuestras creencias y ese mundo. Además, hemos de reconocer que, a lo largo de la historia, la ciencia ha tratado activamente de detectar sus sesgos y limitaciones para ir, poco a poco, mejorando sus metodologías y procesos, de modo que sus conclusiones dependan cada vez menos de factores internos.1121 La ciencia no es perfecta, pero ha demostrado funcionar bastante mejor que cualquier otro sistema de generación de conocimiento sobre el mundo externo.1122 En cualquier caso, lo que sí es cierto es que hay casos en los que lo racional es suspender el juicio, por lo que es muy importante aprender a evaluar cuánto hemos de dudar de una hipótesis concreta. La ciencia no es perfecta, pero hay grados de imperfección muy distintos.1123 Entre la cinemática galileana de los planos inclinados y la superchería de una parte de la pedagogía actual hay un abismo.

17.14 Posmodernos y sociólogos radicales

Los constructivistas pueden clasificarse en varios tipos. Unos de los más famosos son los posmodernos. El posmodernismo no es un movimiento claramente definido. En algunas ocasiones se entiende como una forma extrema de relativismo y, en otras, como un conjunto de ideas extravagantes sobre la relación entre el lenguaje y la realidad.1124 Su origen es principalmente francés y está muy relacionado con el análisis del lenguaje. Entre los círculos filosóficos anglosajones a los autores posmodernos, como Lyotard o Derrida, se les suele considerar más bien críticos sociales y literarios que verdaderos filósofos.

El programa fuerte es otra de las escuelas constructivistas más famosas. En este caso están relacionados con la sociología de la ciencia. El programa fuerte surgió a partir de tesis radicales propuestas por los sociólogos escoceses Barry Barnes y David Bloor.1125 Estos autores, que reconocieron la influencia de Kuhn en su rechazo a la racionalidad1126 y que, a su vez, fueron rechazados por el mismo Kuhn,1127 analizan la ciencia sin preocuparse en absoluto por el éxito o el fracaso empírico de las hipótesis propuestas.1128 Bloor, además, rechazó la definición clásica de conocimiento como creencia verdadera justificada y volvió a una de las definiciones que Sócrates había rechazado en el Teeteto: conocimiento es aquello que la gente cree.1129 Es decir, que si yo creo que el SIDA es causado por un virus, ese es mi conocimiento y si creo lo contrario, también. Por supuesto, si yo creo que el programa fuerte es una estupidez, eso también es conocimiento. Lo triste es que, a pesar de este claro absurdo, estos autores han tenido una influencia enorme en la sociología y la historia de la ciencia.1130

17.15 La guerra por la razón

Entre finales del siglo XX y principios del XXI las ideas de los constructivistas radicales se filtraron fuera de sus limitados círculos académicos y llegaron a una población general que, irónicamente, dependía cada vez más de la tecnología. Mientras que Condorcet, escondido antes de ser asesinado, siguió confiando en la razón como herramienta de progreso, muchos de los habitantes de las sociedades más opulentas de la historia pasaron a criticar el predominante papel de la ciencia.1131

Según los ilustrados, la ciencia es progresista y antiautoritaria, pero según Feyerabend la ciencia es opresiva porque impone una visión única del mundo.1132 Además, según los constructivistas, esta visión unificada no es debida a que refleje la estructura del mundo externo, sino, simplemente, a que se le atribuye una autoridad especial. Esta es una batalla que se sigue librando a cara de perro en la cultura popular y de la que depende nuestro futuro. En las películas el científico suele ser el malo, pero, a la vez, el público espera que haya cada vez más tecnología y se asume que la medicina salvará finalmente al protagonista. En E. T. el científico jefe, la figura paterna, cargada con la responsabilidad de las llaves, está a punto de matar al indefenso extraterrestre y a su protector, que es un niño, no un adulto. Este argumento resume perfectamente el conflicto que se vive en nuestras sociedades.

Los constructivismos tienen su origen cultural en el postcolonialismo y el antiautoritarismo de los años 60 y 70.1133 Las sociedades más poderosas habían abusado de su posición comportándose, en muchas ocasiones, como aves de rapiña y habían causado un enorme dolor innecesario. Esto, claro está, no es nada nuevo, es lo que a lo largo de la historia ha pasado cuando una sociedad más poderosa se ha encontrado con otra con recursos por explotar. La diferencia es que esta vez, los científicos, como parte del estatus quo, formaron parte de la ofensiva. Los posmodernistas transformaron la crítica a las injusticias causadas por los países más poderosos en un respeto paternalista e hipócrita por los conocimientos locales.1134

El problema es que las ideas constructivistas no sólo no solucionan los problemas, sino que los agravan. En primer lugar, en un mundo con 7000 millones de personas que se alimentan gracias a la reacción de fijación de nitrógeno de Born-Haber y que dependen críticamente de las vacunas, los antibióticos y del resto de tecnologías, negar la razón nos aboca a la catástrofe social. Los constructivistas, en muchos casos, abogan por llevarnos a un tiempo anterior a las revoluciones racionales y empíricas de los filósofos naturales clásicos y modernos y se alinean junto a los reaccionarios que se opusieron a ellas. Pero la realidad es que si cultivamos como nuestros abuelos, viviremos como nuestros abuelos.

Además, la crítica social no ha de renunciar a conocer el mundo puesto que si tratamos de actuar en el mundo sin comprenderlo el resultado no será justicia social, sino un desastre. El único modo de comprender el mundo es esforzarse por utilizar la razón y esto, en el caso del mundo externo, por definición, es hacer ciencia.1135 Sin ciencia, sin razón, lo que obtendremos no es justicia social, sino miseria. Esto no implica que el conocimiento del mundo vaya a solucionar nuestros problemas sociales, en absoluto, para enfrentarnos a ellos el conocimiento es necesario, pero no suficiente, también hemos de esforzarnos por comportarnos con justicia.

17.16 Confianza en los expertos

Por otro lado, es habitual que estas tendencias culturales pasen de la crítica a las figuras de autoridad al cuestionamiento de los expertos.1136 Si pensamos que la ciencia es, simplemente, una construcción social sin una relación especial con la realidad, sus supuestos expertos quedan convertidos en meras figuras que ejercen una autoridad arbitraria.

De nuevo, si somos coherentes, esta cuestión no debería limitarse sólo a la ciencia. Nadie puede saber de todo y, por lo tanto, estamos obligados a confiar en los expertos en todos los ámbitos de nuestras vidas. Steven Novella, el escéptico y director del excelente The Skeptics’ Guide to the Universe suele responder de este modo cuando alguien le plantea dudas sobre esta cuestión: ¿Usted en qué trabaja? Imaginemos que su interlocutor es mecánico de automóviles o enterrador, cualquier profesión sirve igual. Inmediatamente Novella hace una segunda pregunta: ¿Cree usted que cualquier persona sabe lo mismo que usted sobre su profesión? ¿Le confiaría usted la reparación de su coche a alguien que ha hecho una consulta de 5 minutos en internet? Los científicos no son especiales, cualquier profesional es experto en su área y negarlo equivale a defender el absurdo de que el conocimiento está uniformemente distribuido.

Sin embargo, tampoco debemos tratar a los expertos como oráculos omnisapientes, algo que, por desgracia, también tendemos a hacer. Los seres humanos tenemos ciertos sesgos y uno de los más relevantes está relacionado con el efecto halo. Es habitual tratar a un experto en un campo concreto como si pudiese tener opiniones informadas sobre cualquier asunto y esto es, claramente, un error. Yo sé sobre la domesticación del tomate, pero eso no me otorga ningún conocimiento especial sobre pedagogía o medicina. Sin embargo, a los premios Nobel, por ejemplo, se les suele consultar sobre asuntos alejados de su área de experiencia.1137 Linus Pauling, un gran químico que recibió dos premios Nobel fue, además, promotor de pseudoterapias ya que acabó convencido de que el cáncer podía curarse tomando vitamina C. Esta irresponsabilidad continúa, todavía hoy, causando la muerte de muchos enfermos.

Otro problema relacionado con los expertos es el de cómo podemos juzgarlos. Ahora mismo estoy leyendo un libro sobre el funcionamiento de las centrales nucleares escrito por un supervisor de una de ellas. Como era de esperar, la visión que da sobre las mismas es muy diferente de la que he recibido por parte de las organizaciones autodenominadas ecologistas. Mientras que Alfredo García, el experto, insiste en que las operaciones llevadas a cabo en las centrales nucleares son seguras y que sus responsables están comprometidos absolutamente con la seguridad, los voceros de Greenpeace insisten en que los dueños de las nucleares están destruyendo el mundo.

Como ciudadano me enfrento al dilema de elegir en quién confiar. La autoridad académica deja de ser relevante cuando tú mismo eres capaz de entender los argumentos y el contexto;1138 de modo que podría plantearme buscar información por mi cuenta, pero el problema es que esto no es tan fácil. Para juzgar racionalmente las afirmaciones del experto no basta con leer un par de libros, debemos convertirnos en expertos nosotros mismos y esto, evidentemente, no es algo que vayamos a poder hacer en demasiadas áreas, nuestras vidas son demasiado limitadas.

De modo que, yo, alguien que no tiene ni idea de los protocolos de funcionamiento de una central nuclear, debo juzgar cuál es la información veraz. Me inclino a pensar que, dado que Greenpeace miente descaradamente cuando habla sobre mejora genética, un área que sí conozco profesionalmente, es muy probable que también esté mintiendo sobre la energía nuclear. Pero, de nuevo, estoy depositando mi confianza en un bando o en otro. ¿Hay alguna alternativa más racional?

Es importante admitir que es imposible aprender sobre todos los temas, por lo que deberemos aprender a repartir nuestra confianza con sabiduría. Un área en la que sí habríamos de convertirnos en expertos es en pensamiento racional. Esto nos permitiría separar con mayor eficiencia el grano de la paja. Aunque, de nuevo, hemos de ser cautos, leer un par de libros sobre el tema no nos convertirá en expertos, recuerdemos el efecto Dunning-Kruger. Estoy aburrido de escuchar a escépticos que parecen olvidar que el pensamiento racional comienza por la autocrítica y que la razón exige mucha práctica.

Por otro lado, tampoco debemos concluir que los expertos no deban rendir cuentas. La diferencia entre el experto y el profeta es que cuando al experto se le piden explicaciones, debe darlas, no puede aducir que debe confiarse en su palabra. Un experto tiene que ser capaz de justificar sus afirmaciones hasta llegar, en última instancia, a afirmaciones que no dependan más que de la epistemología más elemental. Un pretendido experto que no acepte una pregunta racional no es más que un pseudoexperto. Aunque, de nuevo te aviso, esto no implica que tú vayas a ser capaz de evaluar esas explicaciones, sólo otro experto podrá. Cuestionar a los expertos es muy loable, pero para hacerlo, antes debes convertirte en uno. Por ejemplo, yo, que soy experto en genética, podría convencerte de cualquier afirmación relacionada con la genética, podría defender tanto que existen las razas humanas, como que no existen, y sólo otro experto sería capaz de juzgar mi defensa de estas tesis racionalmente.

17.17 La filosofía importa

Las polémicas y los problemas sociales que hemos comentado son una muestra clara de la importancia de la filosofía. Las consecuencias de popularizar unas ideas filosóficas u otras no son desdeñables. Lakatos pensaba que la influencia de Kuhn había sido destructiva para la sociedad1139 y yo estoy de acuerdo. Independientemente de que se reconozca su trabajo académico, la influencia de La estructura para la sociedad en su conjunto ha sido desastrosa y eso es, en parte, responsabilidad de la comunidad filosófica.

La estructura suele utilizarse para enseñar filosofía de la ciencia, así que no me extraña que los científicos pasen del tema. Tras leer este texto, que es el más influyente en el campo, es normal que asuman que representa la opinión general de los filósofos de la ciencia profesionales y concluyan que los filósofos son una panda de mentecatos que no tienen ni idea de lo que hablan. De hecho, hay muchos científicos que piensan que podemos renunciar a la filosofía, que los científicos nos apañamos.

El problema es que para diferenciar la buena ciencia de la mala estamos obligados a plantearnos cuestiones filosóficas. Ejemplos de preguntas filosóficas relevantes para el científico son ¿cuáles han de ser los objetivos del esfuerzo científico y cuál es el mejor modo de conseguirlos? Estas no son cuestiones que pueden resolverse haciendo física ni estudiando diseño experimental. Es cierto que para hacer buena filosofía de la ciencia hay que saber mucha ciencia, pero, al mismo tiempo, no es recomendable hacer ciencia sin tener ni idea del marco filosófico que estamos asumiendo ni sobre cuales son sus limitaciones. Normalmente los científicos aprenden sobre estas cuestiones implícitamente, interaccionando con sus maestros y sus pares, pero dadas las presiones financieras a las que están sometidas las comunidades científicas, y que analizaremos en el próximo capítulo, tal vez eso no sea tan buena idea.

Yo, como ilustrado lo tengo claro, la cinemática de Galileo está muy alejada del vudú y tiene, y debe tener, un papel especial en los logros del pensamiento humano. Pero, a la vez, esta actitud implica una exigencia que suele ser olvidada por mis compañeros ilustrados. Si otorgamos a la ciencia un papel especial, debemos ser especialmente exigentes con ella y, sobre todo, debemos ser muy críticos con quienes utilizan su prestigio para esconder su desnudez. Los médicos deberían expulsar a los pseudoterapeutas de sus facultades, los economistas a los pseudoexpertos en macroeconomía, que hacen en los medios de comunicación continuas predicciones erróneas sin que nunca lleguen a disculparse por sus continuos fracasos, y los pedagogos tendrían que criticar con dureza las continuas modas infundadas que pueblan su área. Cualquier comunidad que no hace una crítica profunda de la mala ciencia que hay en su seno traiciona la confianza que la sociedad deposita en ella y no debería extrañarse que luego la comparen con el vudú.

17.18 Resumen

Thomas Kuhn propuso sus famosos paradigmas, hasta cierto punto, porque el científico aprende parte de su oficio implícitamente, estudiando y observando ejemplos. Esta es una conclusión muy defendible, pero algunas de las asociadas al otro sentido del término son más problemáticas. También se entiende como paradigma kuhniano el conjunto de compromisos teóricos, metodológicos y ontológicos aceptados por un científico o una comunidad.

Kuhn insistió en que una comunidad se compromete con un sólo paradigma hasta que, tras una revolución, lo reemplaza por otro. Pero ni es cierto que las metodologías sean cambiadas cuando se reemplazan las teorías ni que, en general, en ciencia unas teorías sean sustituidas por otras de forma revolucionaria; el cambio gradual también es muy común. Tal vez sea más útil recordar el barco de Neurath que las revoluciones de Kuhn. Además, las tesis de Kuhn suponen un ataque a la racionalidad puesto que según este autor distintos paradigmas no son comparables racionalmente, son inconmensurables, y esto implica que la elección entre varios de ellos no puede ser racional.

Encontrar límites o problemas a la racionalidad no implica que cualquier conclusión haya de ser igual de aceptable. Sin embargo, a pesar de lo radical de las tesis kuhnianas, es mucho lo que podemos aprender de ellas. Por ejemplo, si dos individuos o dos comunidades no comparten un vocabulario y unas metodologías comunes no podrán participar en un proyecto conjunto de construcción de conocimiento y, dado que generar un vocabulario no siempre es trivial, esto puede convertirse en un impedimento práctico relevante. En el caso de la ciencia la solución suele pasar por descender a un vocabulario más cercano a lo empírico. Por ejemplo, los físicos pueden hablar de relojes, reglas y medidas.

Según los positivistas las observaciones son independientes de nuestras ideas teóricas y la justificación de las teorías científicas se basa en los datos y en la lógica. Sin embargo, es necesario reconocer que las observaciones, en mayor o menor grado, están teñidas de teoría y que el proceso de elección entre hipótesis no tiene por qué ser completamente racional. Los datos más cercanos a la percepción suelen ser menos problemáticos: es fácil aceptar que una bolita cae por un plano inclinado a una velocidad, pero medir el grado de neuroticismo de una persona depende más claramente de compromisos teóricos muy alejados del empirismo elemental.

Además, también es importante reconocer que las motivaciones y los incentivos de las comunidades científicas, que son las que hacen ciencia, no siempre son epistémicamente puros, de modo que merece someter las conclusiones científicas a un cierto escrutinio. En particular, el proceso de descubrimiento y de discusión está en muchos casos muy alejados del ideal racional que algunos pueden tener en la cabeza cuando piensan en las investigaciones científicas. Las dinámicas de las comunidades científicas son complejas y los factores psicológicos y sociológicos son relevantes. Es un mérito de Kuhn haber señalado estos problemas que habían sido ignorados por los positivistas que, hasta el momento, se habían ocupado sólo por las evidencias y la lógica, pero que habían descuidado los aspectos históricos y sociológicos por considerarlos irrelevantes en el contexto de la justificación.

Es siempre importante recordar la distinción entre el es y el debe, entre la descripción y la norma. Mientras que la historia y la sociología, e incluso la ciencia en general, se ocupan por describir cómo es la realidad, la filosofía tiene una ambición normativa. Por ejemplo, dicta qué normas habría de tratar de seguir un investigador racional. Sin embargo, también es necesario reconocer que, dado que no hay demasiadas reglas epistémicas absolutas y que la práctica real de la ciencia depende del oficio y buen hacer de los científicos, ignorar los aspectos psicológicos y sociales conllevará que acabemos teniendo una visión muy idealizada de la empresa científica. Sin normas sería imposible decir qué es mala y buena ciencia, pero, al no disponer de un método, de un algoritmo, científico, al no disponer de normas muy concretas, no podemos recomendar algo mucho más preciso que: el científico debe esforzarse por comportarse con integridad intelectual.

Es evidente que el conocimiento humano es una construcción social, pero esto no implica que no tenga relación alguna con el mundo externo. Sin embargo, es importante recordar que una conclusión de un área científica cualquiera no tiene por qué ser un reflejo exacto del mundo externo y que, en algunas ocasiones, puede llegar a ser un delirio comunitario. En especial, debemos preocuparnos cuando las observaciones dependan mucho de los marcos teóricos y cuando no haya evidencias abundantes y variadas. Un modo de separar el grano de la paja es evaluar el éxito operacional de las propuestas científicas. Cuando un área o teoría ha conseguido materializarse en intervenciones exitosas sobre el mundo externo, como predicciones contrastadas o tecnologías concretas, podemos confiar en que sus conclusiones tienen algo que ver con la realidad. En el resto de casos haremos bien en ser más cautos. Lo que en ningún caso debemos hacer es aceptar el relativismo; cuando desconocemos la estructura del territorio es absurdo aceptar cualquier mapa, lo racional es hacer una prudente y escéptica reserva de juicio, admitir, simplemente que no sabemos o que nuestro conocimiento es muy tentativo.


  1. Becker, What is Real?, location:3017.↩︎

  2. Okasha, Philosophy of Science, lcation:1191.↩︎

  3. Nekrašas, The Positive Mind, location:4884.↩︎

  4. Hacking, Hacking, and Hacking, Representing and Intervening, location:219.↩︎

  5. Godfrey-Smith, Theory and Reality, location:1489.↩︎

  6. Hacking, Hacking, and Hacking, Representing and Intervening, location:1215.↩︎

  7. Nekrašas, The Positive Mind, location:5238.↩︎

  8. Brown, Philosophy of Science, location:2954.↩︎

  9. Becker, What is Real?, location:3057.↩︎

  10. Brown, Philosophy of Science, location:2692.↩︎

  11. Massimo Pigliucci, The Nature of Philosophy, location:2062.↩︎

  12. Ladyman, Understanding Philosophy of Science, pagina:93.↩︎

  13. Sokal, Beyond the Hoax, location:194.↩︎

  14. Godfrey-Smith, Theory and Reality, location:936.↩︎

  15. Chalmers, What is This Thing Called Science?, location:1210.↩︎

  16. Ladyman, Understanding Philosophy of Science, pagina:76.↩︎

  17. Chalmers, What is This Thing Called Science?, location:1973.↩︎

  18. Godfrey-Smith, Theory and Reality, location:1165.↩︎

  19. Brown, Philosophy of Science, location:2760.↩︎

  20. Godfrey-Smith, Theory and Reality, location:1547.↩︎

  21. Ladyman, Understanding Philosophy of Science, pagina:95.↩︎

  22. Massimo Pigliucci, The Nature of Philosophy, location:2152.↩︎

  23. Ladyman, Understanding Philosophy of Science, pagina:95.↩︎

  24. Martin X. Moleski, “Polanyi Vs. Kuhn.”↩︎

  25. Ladyman, Understanding Philosophy of Science, pagina:96.↩︎

  26. Brown, Philosophy of Science, location:2764.↩︎

  27. Ladyman, Understanding Philosophy of Science, pagina:97.↩︎

  28. Brown, Philosophy of Science, location:2775.↩︎

  29. Pigliucci and Boudry, Philosophy of Pseudoscience, location:2080.↩︎

  30. Godfrey-Smith, Theory and Reality, location:1347.↩︎

  31. Ladyman et al., Every Thing Must Go, location:1124.↩︎

  32. Your Deceptive Mind.↩︎

  33. Godfrey-Smith, Theory and Reality, location:1352.↩︎

  34. Chalmers, What is This Thing Called Science?, location:1990.↩︎

  35. Pigliucci and Boudry, Philosophy of Pseudoscience, location:2114.↩︎

  36. Godfrey-Smith, Theory and Reality, location:1544.↩︎

  37. Brown, Philosophy of Science, location:2902.↩︎

  38. Rhodes, The Making of the Atomic Bomb, location:707.↩︎

  39. Pigliucci and Boudry, Philosophy of Pseudoscience, location:2092.↩︎

  40. Buck and Cohen, PSA 1970, location:2653.↩︎

  41. Ibid., location:2563.↩︎

  42. Godfrey-Smith, Theory and Reality, location:1643.↩︎

  43. Schwartz, In Pursuit of the Gene, location:54.↩︎

  44. Ibid., location:2028.↩︎

  45. Ibid., location:2148.↩︎

  46. Nekrašas, The Positive Mind, location:5256.↩︎

  47. Okasha, Philosophy of Science, location:1387.↩︎

  48. Hacking, Hacking, and Hacking, Representing and Intervening, location:326.↩︎

  49. Godfrey-Smith, Theory and Reality, location:1208.↩︎

  50. Okasha, Philosophy of Science, location:1272.↩︎

  51. Nekrašas, The Positive Mind, location:5261.↩︎

  52. Godfrey-Smith, Theory and Reality, location:1397.↩︎

  53. Hacking, Hacking, and Hacking, Representing and Intervening, location:337.↩︎

  54. Okasha, Philosophy of Science, location:1372.↩︎

  55. Boghossian, Fear of Knowledge, location:1860.↩︎

  56. Hacking, Hacking, and Hacking, Representing and Intervening, location:327.↩︎

  57. Staley, An Introduction to the Philosophy of Science, location:1374.↩︎

  58. Hacking, Hacking, and Hacking, Representing and Intervening, location:1250.↩︎

  59. Ibid., location:346.↩︎

  60. Ibid., location:1263.↩︎

  61. Ibid., location:1282.↩︎

  62. Godfrey-Smith, Theory and Reality, location:1399.↩︎

  63. Nekrašas, The Positive Mind, location:5297.↩︎

  64. Ladyman, Understanding Philosophy of Science, pagina:113.↩︎

  65. Staley, An Introduction to the Philosophy of Science, location:1420.↩︎

  66. Hacking, Hacking, and Hacking, Representing and Intervening, location:1387.↩︎

  67. Staley, An Introduction to the Philosophy of Science, location:1405.↩︎

  68. Ladyman, Understanding Philosophy of Science, pagina:117.↩︎

  69. Godfrey-Smith, Theory and Reality, location:1198.↩︎

  70. Chalmers, What is This Thing Called Science?, location:2209.↩︎

  71. Wootton, The Invention of Science, location:1012.↩︎

  72. Ladyman, Understanding Philosophy of Science, pagina:117.↩︎

  73. Staley, An Introduction to the Philosophy of Science, location:1542.↩︎

  74. Ibid., location:1550.↩︎

  75. Okasha, Philosophy of Science, location:1327.↩︎

  76. Ibid., location:1328.↩︎

  77. Ibid., location:1379.↩︎

  78. Godfrey-Smith, Theory and Reality, location:1467.↩︎

  79. Becker, What is Real?, location:3054.↩︎

  80. Hacking, Hacking, and Hacking, Representing and Intervening, location:349.↩︎

  81. Brown, Philosophy of Science, location:252.↩︎

  82. Gower, Scientific Method, location:5428.↩︎

  83. Brown, Philosophy of Science, location:3469.↩︎

  84. Boghossian, Fear of Knowledge, location:295.↩︎

  85. Pigliucci, Nonsense on Stilts, location:5348.↩︎

  86. Wootton, The Invention of Science, location:9638.↩︎

  87. Becker, What is Real?, location:4679.↩︎

  88. Dreger, Galileo’s Middle Finger, pagina:137.↩︎

  89. Yudkowsky, Rationality, location:1372.↩︎

  90. Godfrey-Smith, Theory and Reality, location:2176.↩︎

  91. Wootton, The Invention of Science, location:971.↩︎

  92. Okasha, Philosophy of Science, location:1433.↩︎

  93. Godfrey-Smith, Theory and Reality, location:1924.↩︎

  94. Brown, Philosophy of Science, location:3458.↩︎

  95. Godfrey-Smith, Theory and Reality, location:1893.↩︎

  96. Wootton, The Invention of Science, location:1006.↩︎

  97. Godfrey-Smith, Theory and Reality, location:84.↩︎

  98. Ibid., location:1708.↩︎

  99. Boghossian, Fear of Knowledge, location:1925.↩︎

  100. Sokal, Beyond the Hoax.↩︎

  101. Dreger, Galileo’s Middle Finger, pagina:11.↩︎

  102. Pigliucci, Nonsense on Stilts, location:5571.↩︎

  103. Ibid., location:5809.↩︎

  104. Yudkowsky, Rationality, location:4354.↩︎

  105. Godfrey-Smith, Theory and Reality, location:1556.↩︎