13 Es falso

Puede que Karl Popper (1902 - 1994) sea, junto a Thomas Kuhn (1922 - 1996), uno de los filósofos de la ciencia más conocidos por los científicos. Popper pensaba que, puesto que la ciencia aspiraba al máximo rigor intelectual, debía tratar de evitar el problema de la inducción y su receta consistió en intentar deshacerse de las inferencias no deductivas en el contexto de la justificación.

13.1 Falsación

La propuesta de Popper está muy relacionada con el método hipotético-deductivo: utilizando la deducción generamos predicciones empíricas a partir de las hipótesis planteadas y, posteriormente, evaluamos esas hipótesis de acuerdo a los resultados obtenidos. Recordemos que este procedimiento, entendido de un modo más o menos laxo, es un pilar fundamental de la aproximación científica: las hipótesis propuestas se juzgan comparando sus predicciones con las evidencias empíricas.880 El matiz que Popper introdujo consistió en limitar este juicio: lo único que deberíamos hacer es descartar las hipótesis cuyas predicciones fallen. Esto puede parecer razonable, pero se deja fuera algo que también solemos considerar: Popper insistió en que si las predicciones acertaban no teníamos que incrementar nuestra confianza en ellas. Es decir, si nuestra hipótesis es que mañana saldrá el Sol y observamos diez mil amaneceres, cuando llegue el día número 10.001 nuestra confianza en que veremos un nuevo amanecer, según el falsacionismo, habría de ser exactamente igual a la del primer día, pero si un día no amaneciese habríamos de descartar la hipótesis de que todos los días amanece.

Popper, además, introdujo un concepto muy interesante, la falsabilidad. Una hipótesis es falsable si existe un modo de establecer, haciendo observaciones y experimentos, que la hipótesis no se corresponde con la realidad.881 De modo que Popper planteó dos ideas: 1) que las hipótesis científicas habían de ser susceptibles de ser testadas empíricamente y 2) que el rechazo de una hipótesis podía y debía ser puramente deductivo. Lo primero continúa siendo una gran idea y, probablemente, es lo que hace que Popper sea tan popular entre los científicos. Lo segundo, como veremos, le llevó a un callejón sin salida, que, en mi opinión, mucho después, como también comentaremos, fue resuelto satisfactoriamente por otro tipo de inferencia no ampliativa, la bayesiana.

Las hipótesis sin implicaciones empíricas no tienen valor en ciencia. Carl Sagan planteó un ejemplo muy conocido de pseudohipótesis: la del dragón invisible, incorpóreo y completamente indetectable que habitaba su garaje. Si lo que esperamos observar en el universo es exactamente lo mismo, independientemente de que aceptemos o no la hipótesis, esa propuesta no tiene ningún valor científico.882

Otra consecuencia de esta exigencia de falsabilidad es que las hipótesis tienen que ser lo suficientemente claras y precisas como para que puedan derivarse, a partir de ellas, predicciones empíricas capaces de falsarlas.883 Popper criticó, por ejemplo, las ideas freudianas y algunas versiones de las doctrinas marxistas.884 Aunque pueda parecer que las propuestas psicoanalíticas de Freud hacen predicciones comprobables sobre el comportamiento de sus pacientes, la realidad es que estas supuestas hipótesis sobre el funcionamiento de la mente, en la práctica, son tan vagas como el dragón de Sagan. Por ejemplo, supongamos que un psicoanalista llega a la conclusión de que los traumas de su paciente son debidos a que su padre lo llevó a un ritual satánico organizado por extraterrestres de Raticulín. ¿Habría alguna respuesta de su paciente capaz de falsar esta hipótesis? No parece que esto sea fácil. Si el paciente recuerda el episodio, a ojos del psicoanalista, la hipótesis quedará confirmada, pero si, por el contrario, el sujeto analizado niega haber estado jamás en manos de los grises, el psicoanalista concluirá que el trauma hizo que la memoria fuese reprimida. La respuesta del paciente, por lo tanto, es irrelevante, conteste lo que conteste la hipótesis será mantenida. A pesar de su apariencia de seriedad las hipótesis freudianas no serían verdaderas hipótesis científicas porque una hipótesis sólo tiene legitimidad científica si existe algún modo de que las evidencias empíricas puedan falsarla. Este es el tipo de problemas que Popper quería desenmascarar utilizando su criterio de falsabilidad.

Sin embargo, los defensores del psicoanálisis podrían aducir que sus propuestas fueron elaboradas tras entrevistar a numerosos pacientes, es decir, que su construcción habría tenido en cuenta evidencias empíricas. Pero recordemos: las hipótesis deben ser justificadas por sus propios méritos, independientemente de cómo hayan sido descubiertas. Popper iría incluso más allá y descartaría las evidencias favorables obtenidas posteriormente como, por ejemplo, que algún paciente recuerde haber sido sometido al ritual satánico. Esta última observación puede que haya sorprendido a algunos lectores, ¿cómo es posible que Popper rechace las observaciones a favor de una hipótesis? Según este filósofo aceptar las evidencias confirmatorias conllevaría dos problemas: uno práctico y otro lógico. El práctico es que siempre es fácil conseguir tener evidencias confirmatorias si propones hipótesis lo suficientemente vagas.885 El psicoanálisis sería equivalente a los mentalistas, que hacen predicciones tan poco definidas que cualquier evidencia puede contar como confirmatoria.886 El problema lógico es que, según Popper, la confirmación exige que utilicemos la inducción y, recordemos que la propuesta popperiana era radical: debemos evitar el problema de la inducción renunciando completamente a ella. Según este pensador lo relevante es que la falsación puede ser deductiva y, por lo tanto, lógicamente válida.

Popper, además de ejemplos negativos, también planteó paradigmas positivos sobre cómo debería hacerse ciencia y uno de ellos fue la relatividad general. Cuando Einstein propuso su teoría se esforzó por hacer predicciones concretas sobre qué observaciones podrían confirmarla o refutarla. Por ejemplo, según la relatividad general, la luz estelar que pasa cerca del Sol en su camino hacia la Tierra debería curvarse por el efecto del fuerte campo gravitatorio solar. Este efecto podría detectarse midiendo la posición de las estrellas cercanas al Sol durante un eclipse. Además, utilizando la relatividad general se pueden hacer predicciones muy precisas sobre la magnitud de este aparente desplazamiento astronómico. Por lo tanto, si se realizase esta medida, algo que Arthur Eddington hizo el 29 de mayo de 1919, y no se correspondiese con la predicción relativista, en principio, la relatividad general quedaría refutada.887

Popper llegó incluso a plantear la falsación como un criterio con el que distinguir la ciencia de la pseudociencia, de las disciplinas formales, como las matemáticas y la lógica, y de la metafísica.888 Una hipótesis sólo sería científica si se la jugase empíricamente, es decir, si fuese falsable. Una de las consecuencias de este criterio de demarcación es que, aquellas teorías capaces de acomodar cualquier observación, incluso aunque pueda parecer que están soportadas por una gran cantidad de evidencias, no serían, en realidad, informativas889 y, por lo tanto, no serían científicas.890 Popper propuso que el psicoanálisis, por ejemplo, pertenecería a esta categoría. A pesar de parecer estar soportado por muchas evidencias no sería más que un relato sin contenido informativo.891

Esta es una idea muy clara, interesante y atractiva, por lo que no es de extrañar que la falsación de Popper sea, junto a los paradigmas de Kuhn, una de las pocas propuestas filosóficas que suelen mencionarse en los pasillos de los departamentos de ciencia892 y puede que, de hecho, sea incluso más popular entre los científicos que entre los filósofos.893 La falsación, tomada con una pizca de sal, es una guía muy útil:894 las hipótesis deben jugársela empíricamente y una hipótesis sin consecuencias empíricas no es ciencia. Además, como ya hemos comentado, los científicos realmente proceden, al menos en algunos casos, falsando hipótesis.895 Recordemos que las observaciones de las fases de Venus sirvieron a Galileo para descartar el modelo ptolemaico. Sin embargo, esto no implica que los científicos entendamos los detalles y las limitaciones filosóficas de esta propuesta. Yo mismo hasta que hace unos años empecé a leer sobre filosofía de la ciencia no comprendía el alcance de la falsación.

13.2 Contra la inducción

Como ya hemos mencionado, Popper pretendía recuperar el rigor lógico de la ciencia renunciando a la inducción y exigiendo que la elección de las hipótesis dependiese exclusivamente de inferencias deductivas.896 En esto Popper navegaba a contracorriente ya que la mayor parte de los filósofos de la ciencia y, muy en particular, los positivistas lógicos, consideraban, con acierto, que las inferencias no deductivas eran imprescindibles.897

La clave, según Popper, estribaría en una asimetría fundamental: mientras que ni siquiera un millón de cisnes blancos serían suficientes para confirmar que todos los cisnes son blancos, un sólo cisne negro bastó para refutar la hipótesis. Aunque no hay un modo lógicamente válido de comprobar definitivamente una hipótesis, según Popper, un solo contraejemplo podría servir para falsarla.898 Esta es la asimetría crucial sobre la que Popper construyó su propuesta filosófica y que, según él, permitiría a la ciencia liberarse del fantasma de la inducción. Las leyes científicas no pueden comprobarse definitivamente, pero, en principio, parecería que sí pueden falsarse gracias a la deducción.899 Este es el motivo lógico por el que la propuesta de Popper es negativa y se centra en la falsación y no en la comprobación.

La actividad científica consistiría, según Popper, en plantear hipótesis e intentar refutarlas en base a sus predicciones.900 Feynman también planteó que la clave de la actividad científica consiste en que el investigador propone una ley, calcula sus consecuencias y si los experimentos contradicen esas consecuencias, la ley es errónea y se rechaza.901 El falsacionismo es, sin duda, muy útil como primera aproximación, aunque, el asunto es, en realidad, algo más sutil. Uno de los problemas de esa caracterización de Feynman es que no establece qué debería pensar el científico si los resultados experimentales sí coincidiesen con la hipótesis propuesta. ¿Debería el investigador aumentar su confianza en la ley? Según Popper esto sería erróneo puesto que este incremento en la confianza sólo podría hacerse inductivamente.

Sin embargo, la mayoría de los científicos sí piensan que, de algún modo, un resultado positivo debería aumentar su confianza en la hipótesis y esta es una conclusión que comparten la mayoría de los filósofos de la ciencia.902 Los investigadores suelen pensar que las hipótesis no sólo se falsan, sino que también se confirman. Lo cierto es que, a lo largo de la historia, los científicos han confiado más en las teorías que han tenido un mayor éxito predictivo.903 Y esta confianza debe aumentar, especialmente, cuando se comprueba una predicción inesperada, como, por ejemplo, la predicción relativista de la curvatura de los rayos de luz debida a la gravedad solar.904

A pesar de esto, según Popper, el dato de que haya amanecido muchas veces en el pasado, no ha de hacernos aumentar, ni un ápice, nuestra confianza en que mañana volverá a salir el Sol. La confirmación sería un mito ya que, al renunciar a la inducción, todo lo que podemos hacer es asumir que, por el momento, no hemos falsado la hipótesis de que amanece todos los días.905 Según los falsacionistas estrictos, nuestra confianza en una hipótesis, por muchas evidencias que se acumulen en su favor, no debería aumentar lo más mínimo. A casi todo el mundo le parece que esta conclusión es muy extraña, pero Popper estaba tan preocupado por el trágico destino del pavo navideño que decidió no jugársela. Según este filósofo la teoría de la evolución o la relatividad serían conjeturas que, por el momento, no han sido falsadas, nada más.

Popper era consciente de que la renuncia a la comprobación era problemática y, como alternativa, planteó el concepto de la corroboración: una hipótesis podría ser corroborada si hiciese una predicción muy novedosa que resultase coincidir con evidencias empíricas posteriores.906 Este habría sido el caso de la relatividad general, por lo que Popper, aunque no la consideraría confirmada, al menos, sí corroborada. Según Popper no deberíamos creer que una teoría más corroborada sea verdadera, pero, al menos, debería ser merecedora de una mayor atención, deberíamos esforzarnos más por intentar falsarla.

El concepto de corroboración se enfrentó a dos fuertes críticas. Por un lado, la novedad es históricamente relativa. No es fácil justificar por qué el hecho de que un investigador conozca una evidencia en un momento dado deba influir en cuánto apoya esa evidencia su hipótesis. Este es un problema que se conoce como de la histéresis. Según Popper la órbita anómala de Mercurio sería una evidencia de un valor menor que la curvatura gravitatoria de la luz porque Einstein conocía el primer resultado experimental, pero no el segundo. Sin embargo, lo ideal, tal vez, sería considerar cualquier evidencia, independientemente de cuándo ha sido obtenida.907 Sin embargo, esta no fue la principal crítica. El problema principal, tal y como denunciaron los positivistas lógicos, es que la propia idea de la corroboración o bien está vacía o bien se refiere, veladamente, a la confirmación y, por lo tanto, hace uso de la inducción.908

13.3 Falsar o no falsar

Evidentemente, no es suficiente con que una hipótesis sea falsable, de poco serviría esto si luego no actuásemos en consecuencia una vez se obtengan evidencias que contradigan sus predicciones. Algunas predicciones de los horóscopos son concretas y, por lo tanto, falsables. Sin embargo, no podemos considerarlos conocimiento porque cuando la realidad les contradice, los astrólogos ignoran el problema.

Sin embargo, lo cierto es que los científicos tampoco abandonan sus teorías automáticamente nada más encontrar alguna evidencia que las contradiga.909 Es habitual que los investigadores continúen utilizando o, incluso defendiendo, una teoría a pesar de haberse topado con anomalías empíricas. En filosofía de la ciencia, para comentar ese asunto, suelen explicarse los casos de las órbitas de Urano y Mercurio. En la primera mitad del siglo XIX ya se había observado que ambos planetas tenían órbitas que no eran compatibles con los cálculos basados en la gravedad newtoniana. Sin embargo, los físicos no sólo no abandonaron la mecánica clásica, sino que continuaron considerando las teorías de Newton como uno de los grandes éxitos del estudio del mundo natural. Según el falsacionismo ingenuo, los físicos estaban siendo irracionales.

Sin embargo, al menos en este caso, el que estaría equivocado sería el falsacionista ingenuo. La falsación es una buena idea, pero sólo si no se lleva al extremo. Decidir cuándo debe desestimarse una teoría es un asunto algo más sutil y complejo910 que trataremos en el próximo capítulo, y que, de hecho, no puede hacerse utilizando sólo la deducción.

La idea original de Popper se basaba en que, si llegamos a una conclusión deductiva, en el caso científico a una predicción, partiendo de una premisa, es decir, de una hipótesis y, posteriormente, comprobamos que la conclusión es falsa estaremos obligados a rechazar la premisa/hipótesis. Sin embargo, a diferencia de la falsación, cualquier incremento en la confianza exigiría siempre utilizar inferencias no deductivas. El problema es que, aunque esta asimetría entre comprobación y falsación que es, hasta cierto punto, defendible, en realidad, no es tan absoluta como la tesis de Popper requería.911

Un fallo fundamental en la propuesta popperiana es que no es cierto que, dada una hipótesis, podamos hacer predicciones empíricas que nos permitan testarla.912 Por ejemplo, es imposible predecir las órbitas de los planetas basándose exclusivamente en la mecánica newtoniana. Para plantear una predicción no basta disponer de la hipótesis es necesario añadir algunas asunciones extra.913 En el caso planetario, se requiere conocer la posición, masa y velocidad de los principales cuerpos del sistema solar.914 Por lo tanto, si el test falla, ya no será posible decidir, deductivamente, si la culpa es de la teoría que estábamos tratando de comprobar, de las asunciones adicionales o de ambas.915

El planteamiento de este problema suele asociarse al físico Pierre Duhem (1861-1916) y al filósofo W. V. O. Quine (1908-2000). Duhem criticó, concretamente, la tesis de que, dado un resultado de un experimento crucial, siempre fuese fácil llegar a conclusiones claras.916 Recordemos que Francis Bacon había propuesto que estos experimentos claves eran ensayos empíricos que nos permitían elegir entre dos hipótesis, como, por ejemplo, las observaciones galileanas de las fases de Venus que permitieron descartar el modelo ptolemaico. Por desgracia, la conclusión que debe tomarse tras un fracaso predictivo no siempre es tan clara. Muchas veces se generan en el seno de las comunidades científicas duras discusiones sobre cuál debe ser la lección. Duhem asumió que los científicos, al final, serían capaces de determinar, en cada caso, si finalmente la teoría debía descartarse o no, pero, el problema es que esto exigiría utilizar alguna forma de inducción, algo que Popper estaba tratando de evitar. Puesto que la falsación popperiana exige que sólo se hagan inferencias deductivas, esta limitación supone un golpe fatal para esta aproximación entendida en sentido estricto.917

Esta es una dificultad que, de nuevo, no sólo afecta a la ciencia sino al conocimiento sobre el mundo externo en general. Imaginemos que quiero hablar con mi madre y, como creo que está en su casa, la llamo al teléfono fijo, pero mi madre no contesta. ¿Puedo deducir que mi madre ha salido? Evidentemente no. Esta es una opción, pero hay otras. Puede que estuviese escuchando música y no haya oído el teléfono o que el timbre del aparato esté estropeado y no suene o que, simplemente, no tenga ganas de hablar conmigo.

Pero volvamos al ejemplo histórico de las órbitas planetarias. En 1788 se observó que la posición celeste de Urano tenía una desviación de 1/120 de grado sobre la predicción.918 Los astrónomos, sin embargo, no decidieron abandonar la mecánica newtoniana inmediatamente, sino que optaron por investigar el problema. Al final se dieron cuenta de que para predecir la órbita con suficiente precisión debían incluir en los cálculos no sólo la influencia gravitatoria del Sol, sino también la de Júpiter y Saturno. Esta corrección resolvió el problema y las observaciones volvieron a coincidir con las predicciones. Sin embargo, poco duró la alegría ya que en 1825 la posición observada para el planeta se había vuelto a situar por delante de la órbita predicha y en 1832 se había retrasado de nuevo.919 Para solucionar esta anomalía, en 1846, dos astrónomos, John Couch Adams y Urbain Le Verrier, postularon, independientemente, la existencia de un planeta desconocido que debía de estar empujando y tirando de Urano en distintos periodos. Le Verrier pidió ayuda al observatorio de Berlín y el 23 de septiembre de 1846 apuntaron un telescopio a la posición predicha y, efectivamente, se encontró un punto de luz que no se correspondía con ningún astro previamente catalogado y que, además, noche tras noche se movió siguiendo la predicción de Le Verrier.920 Este investigador hizo, precisamente, lo que Popper había criticado a los freudianos y a los marxistas; propuso una hipótesis ad hoc para justificar la anomalía empírica y, al hacerlo, lejos de hacer mala ciencia, demostró ser un astrónomo excelente ya que consiguió, usando papel, pluma y sus avanzadas matemáticas descubrir un nuevo planeta: Neptuno. Sin embargo, si Le Verrier hubiese sabido de la falsación popperiana y hubiese seguido sus recomendaciones, no habría propuesto la hipótesis ad hoc y no habría descubierto Neptuno. Una hipótesis ad hoc es aquella que se propone específicamente para explicar una anomalía predictiva, es decir, para salvar una teoría que se enfrenta a una evidencia contraria.

En el caso de Urano resultó que la anomalía no se debía a la teoría, que es lo que la propuesta falsacionista más sencilla habría asumido. El problema radicaba en que, como para hacer la predicción se requería tanto la teoría newtoniana como la composición del Sistema Solar, la observación anómala podía implicar un error tanto en la teoría como en el conocimiento planetario y, además, era imposible decidir deductivamente a qué había de atribuirse el problema. Es evidente que un buen investigador es capaz de apostar por una u otra opción, pero esto requiere que utilice alguna forma de inducción, algo que Popper rechazaba. Le Verrier, sin embargo, se la jugó proponiendo una hipótesis ad hoc que incluía un nuevo planeta e hizo las predicciones empíricas correspondientes para contrastar esta nueva hipótesis.

Satisfecho con el resultado, Le Verrier decidió buscar otros planetas aplicando el mismo procedimiento y encontró que el perihelio de Mercurio en vez de avanzar 5557 arcos de segundo por siglo avanzaba 5600.921 El astrónomo francés, confiado por el éxito anterior, volvió a apostar por la existencia de un planeta desconocido y, de nuevo, volvió a calcular su supuesta posición. En este caso, Vulcano, tendría un tamaño similar al del propio Mercurio y estaría localizado en una órbita muy próxima al Sol. Esta predicción, tal y como el propio Le Verrier admitió era bastante más arriesgada que la anterior ya que resultaba extraño que no se hubiese observado previamente un planeta de ese tamaño tan cercano al Sol.922 En las siguientes décadas algunos astrónomos afirmaron haber observado el planeta, sin embargo, ahora sabemos que el único Vulcano es el planeta natal de Spock y éste no pertenece al Sistema Solar.

Para el falsacionismo el caso de Vulcano resultó ser todavía peor que el de Neptuno. La anomalía empírica quedó sin resolverse y, aun así, los físicos no sólo no descartaron la gravedad newtoniana, sino que la siguieron teniendo en gran estima. El problema de Mercurio, simplemente, quedó aparcado puesto que sin una teoría alternativa poco más podía hacerse.923 Descartar la mecánica newtoniana, una teoría que estaba funcionando muy bien en casi cualquier otro caso, habría sido absurdo. De hecho, lo habitual es que no se abandone una teoría falsada hasta que no se dispone de una alternativa mejor.924 En el caso de la anomalía de Mercurio esto sucedió cuando Einstein, que era consciente del problema del perihelio, realizó el cálculo de su órbita utilizando la relatividad general.925 Ahora sabemos que la cercanía de Mercurio al Sol lo somete a un efecto gravitatorio mucho más intenso que el de los otros planetas y esto hace más obvias las diferencias entre las predicciones newtonianas y relativistas.

13.4 El falsacionismo matizado

Popper era consciente del problema planteado por Duhem926 y tuvo que matizar su posición. De hecho, admitió que las hipótesis ad hoc, siempre que sean limitadas y que hagan nuevas predicciones, son admisibles.927 Esto es, precisamente, lo que Adams y Le Verrier habían hecho, plantear un cambio ad hoc acompañado por una nueva predicción que, eventualmente, podía ser comprobada. Esta exigencia prevendría los abusos de los pseudocientíficos que plantean incalculables hipótesis ad hoc para excusar sus fallos predictivos. Plantear hipótesis ad hoc para dar cuenta de anomalías empíricas sería una buena práctica científica siempre que se acompañasen de nuevas predicciones.

Imre Lakatos (1922-1974), discípulo de Popper y otro de los grandes filósofos de la ciencia, propuso distinguir entre falsacionismo ingenuo y sofisticado.928 Según Lakatos la clave consistiría en distinguir entre programas de investigación progresivos y degenerados. Un programa degenerado sería aquel que, una vez tras otra, va proponiendo modificaciones ad hoc para defenderse de las anomalías, mientras que uno progresivo sería aquel caracterizado por hacer predicciones novedosas exitosas. Un programa de investigación puede medrar, como muestra el caso del perihelio de Mercurio, incluso aunque incluya en su seno anomalías sin explicar. Sin embargo, cuando una hipótesis entra en conflicto repetidamente con las evidencias, eventualmente, debe acabar siendo rechazada.929

Esto no implica que la ciencia, en algunas ocasiones, no funcione siguiendo el modelo popperiano. Recordemos, por ejemplo, el caso de Galileo y las fases de Venus. Una sola anomalía clara, especialmente cuando se dispone de una hipótesis alternativa, puede ser suficiente para convencer a la comunidad de que la vieja hipótesis ha de ser abandonada. Simplemente, es importante recordar que, en otros casos, el rechazo de las hipótesis puede ser más complejo. Además, es evidente que, si un programa fracasa repetidamente en sus predicciones empíricas, eventualmente, tendrá que ser abandonado.

Sin embargo, lo que no es tan fácil de establecer, es cuándo el apoyo a un programa degenerado deja de ser racional, cuando el investigador se convierte primero en un mal científico930 y, más tarde, en un pseudointelectual. No es fácil determinar en qué momento un ad hoc legítimo se convierte en una excusa irracional y pasamos de la ciencia a la pseudociencia. No existe un proceso sencillo o un algoritmo objetivo que nos permita separar quirúrgicamente lo razonable de lo irracional. La falsación, aunque es una guía útil, no cumple las expectativas de Popper y no puede utilizarse como un criterio de demarcación nítido entre ciencia y pseudociencia. La frontera entre la ciencia y la pseudociencia, como comentaremos más adelante, es más sutil de lo que muchos creen.

Pero regresemos a los desacuerdos racionales legítimos. Ni siquiera el ejemplo estrella propuesto por Popper, el de la relatividad general, fue tan sencillo como podría pensarse. En 1911 Einstein publicó una predicción de la magnitud de la desviación de la luz debida al campo gravitatorio solar931 y en 1912 se hizo una expedición a Brasil para medir el efecto. Sin embargo, el día del eclipse, amaneció nublado y no pudo realizarse la observación. En realidad, esto fue una gran suerte para el prestigio de Einstein, porque su predicción era errónea y no habría coincidido con la medida. Finalmente, la versión completa de la relatividad general se publicó en 1915 y, para aquel entonces, Einstein ya había corregido sus cálculos, por lo que cuando, durante el eclipse de 1919, acabó haciéndose la observación se midió un valor que sí coincidía con la predicción. Desde entonces se han hecho muchas críticas a esta medida y se ha sugerido que Eddington, el investigador que la realizó, eliminó algunas observaciones para quedarse sólo aquellas que coincidían con lo esperado por Einstein. Sin embargo, estas sospechas parecen ser infundadas, ya que el astrónomo, simplemente, eligió las mejores observaciones y éstas resultaron coincidir con la predicción relativista.

Incluso es cierto que, históricamente, muchas de las teorías más importantes han necesitado enmiendas ad hoc ya desde su nacimiento.932 Como ejemplo podemos recordar la defensa del copernicanismo frente al geocentrismo. La propuesta copernicana, en principio, implicaba que la posición de las estrellas debía cambiar a lo largo del año debido al paralaje ocasionado por el movimiento terrestre. Sin embargo, en un sistema Solar geocéntrico la posición relativa de las estrellas no debía variar entre el verano y el invierno. Este paralaje, aunque se buscó, no fue observado y, a pesar de esta anomalía, Galileo defendió el sistema copernicano. Para poder hacerlo, el pisano tuvo que aceptar una modificación ad hoc: las estrellas deberían estar tan lejos que sería imposible detectar su paralaje. Además, este fue un ad hoc del peor tipo puesto que no hacía ninguna predicción observable. Tal vez habría sido legítimo criticar este ad hoc porque parecía responder a la voluntad de ocultar el problema bajo la alfombra. Esto nos enseña que la aceptación o el rechazo de una hipótesis es un asunto complejo que, además, no tiene por qué limitarse necesariamente a evaluar la existencia de anomalías empíricas.933 Las hipótesis deben ser juzgadas valorando sus éxitos y sus fracasos en su conjunto y esto, en algunos casos, no es sencillo. Este será el tema del próximo capítulo.

A pesar de esta matización, las ideas de limitar las hipótesis ad hoc y de exigir que las hipótesis hagan predicciones novedosas son bastante razonables y coinciden con propuestas anteriores. Francis Bacon, por ejemplo, ya había propuesto que las hipótesis que se plantean para explicar sólo las evidencias disponibles no suelen ser muy saludables, mientras que aquellas que tienen éxito haciendo predicciones que van más allá de las evidencias que se utilizaron para desarrollarlas merecen una mayor atención.934 Popper expresó la misma idea al exigir que una teoría debe ser testable independientemente. Es decir, que debe explicar las observaciones que se propuso explicar y, además, hacer nuevas predicciones que permitan compararla con la realidad externa.

13.5 El holismo confirmacional

Quine formalizó los problemas que hemos estado comentando en su tesis del holismo confirmacional: las hipótesis no pueden testarse aisladamente, necesariamente deben comprobarse en grupo.935 Según la tesis de Quine nuestras creencias forman una tupida red que debe ser evaluada en su conjunto. Al hablar de Urano y Mercurio ya hemos mencionado que Duhem apuntó que era imprescindible hacer asunciones extra para poder plantear predicciones concretas. Sin embargo, la tesis de Quine podría llevarse mucho más allá ya que podría aducirse que la observación propuesta por Le Verrier sólo sería comprobable si se incluyesen las teorías ópticas relativas al funcionamiento de los telescopios, así como las hipótesis psicológicas relativas a la actitud de los astrónomos alemanes que realizaron la observación. Al fin y al cabo, existe la posibilidad lógica de que los colaboradores de Le Verrier utilizasen telescopios defectuosos o tratasen de engañarlo.

El holismo confirmacional es otra forma de subdeterminación, siempre hay varias hipótesis que pueden explicar las evidencias observadas936 y el problema que plantea debe ser considerado por cualquier propuesta filosófica sobre el conocimiento.937 Sin embargo, una interpretación radical del holismo confirmacional, que la red siempre puede forzarse para acomodar cualquier conclusión que deseemos,938 nos condena, de nuevo, al escepticismo radical. Siempre será posible achacar nuestras observaciones a que vivimos en Matrix o a que las brujas nos engañan.

Conviene recordar que existe la posibilidad de llevar el holismo confirmacional demasiado lejos, nuestra mente puede estar retorciendo en exceso nuestras redes de creencias para proteger alguna conclusión que nos es querida. Esto es, al fin y al cabo, lo que hace la pseudociencia. Recordemos al predicador que predijo el fin del mundo y que cuando pasó la hora, y no observó nada extraño, llegó a la conclusión de que el fin del mundo había sido psicológico, no físico.

Si nos esforzamos por ser razonables el holismo confirmacional no suele ser un problema insalvable. Siempre podemos hacer experimentos en distintas condiciones para testar distintas regiones de nuestra red de creencias. Además, cuando una predicción falla no es igual de razonable achacar el problema a unas partes de la red teórica que a otras. Por ejemplo, Le Verrier podría haber achacado el fallo de la predicción de Vulcano a la óptica de los telescopios o a una conspiración por parte de la comunidad astronómica, pero esto habría sido mucho menos razonable que admitir la inexistencia del supuesto planeta.

Recordemos, eso sí, que la crítica de Quine es completamente demoledora si nos empeñamos en limitarnos a hacer inferencias puramente deductivas. En este caso sería imposible valorar si el problema se debe a la conspiración de la comunidad astronómica o a la inexistencia del astro. Entendida desde un punto de vista estrictamente lógico el problema de la tesis de Quine no puede resolverse si no echamos mano de un marco que incluya inferencias no deductivas. Este es uno de los méritos de la propuesta bayesiana que veremos más adelante. Los bayesianos utilizan una lógica que no es ampliativa, que asigna grados de confianza, y que, además, puede tratar con redes de creencias.

En la práctica los investigadores suelen utilizar la inducción y esto les capacita para establecer si la evidencia considerada está testando en la misma medida nuestras teorías sobre la óptica, sobre el movimiento de los astros o sobre la psicología de los astrónomos.939 Para comprobar las teorías ópticas en las que se basan los telescopios deberíamos realizar experimentos muy distintos a los planteados por Le Verrier.

13.6 Resumen

Popper, motivado por su recelo ante la inducción, se atrevió a hacer una propuesta clara y osada puramente deductiva, pero que, posteriormente, se vio obligado a matizar. Y el problema es que estas matizaciones hicieron que sus ideas ya no fuesen ni tan absolutas ni tan claras y que, en el fondo, acabase viéndose obligado a admitir la inducción por la puerta de atrás.

Además, de nuevo, nos enfrentamos al problema de que en la búsqueda del conocimiento no hay reglas absolutas. La valoración o la modificación de una hipótesis es un arte que exige combinar aspectos empíricos y teóricos de un modo, en muchos casos, sutil.

A pesar de esto, la falsabilidad, tomada como recomendación general, continúa siendo útil. El investigador racional ha de huir de aquellas hipótesis vagas capaces de explicarlo todo. Una propuesta que pueda explicar cualquier cosa, en realidad, no explica nada y, por lo tanto, no es conocimiento. Debemos esforzarnos por tener una actitud crítica ante nuestras hipótesis, éstas deben posibilitar que hagamos predicciones empíricas precisas y hemos de buscar no sólo evidencias que puedan confirmarlas, sino, también, aquellas que sean capaces, potencialmente, de falsarlas.940 Además, hemos de considerar especialmente meritorias aquellas hipótesis que plantean nuevos fenómenos que, posteriormente, son confirmados experimentalmente. Las hipótesis ad hoc, especialmente aquellas que no conllevan nuevas predicciones, son peligrosas y su acumulación excesiva denota irracionalidad. Sin embargo, lo que no podemos hacer, por desgracia, es cuantificar con precisión cuándo lo razonable se convierte en excesivo, cuando el día se transforma en noche.

El otro gran éxito de Popper radica, precisamente, en su fracaso. Es una lección valiosa entender que la renuncia completa a las inferencias no deductivas implica un coste inasumible.941


  1. Hacking, Hacking, and Hacking, Representing and Intervening, location:2059.↩︎

  2. Pigliucci, Nonsense on Stilts, location:67.↩︎

  3. Sagan, The Demon-Haunted World, location:2710.↩︎

  4. Pigliucci and Boudry, Philosophy of Pseudoscience, location:1558.↩︎

  5. Ibid.↩︎

  6. Ladyman, Understanding Philosophy of Science, pagina:63.↩︎

  7. Ibid., pagina:62.↩︎

  8. Buck and Cohen, PSA 1970, location:2509.↩︎

  9. Pigliucci and Boudry, Philosophy of Pseudoscience, location:1554.↩︎

  10. Chalmers, What is This Thing Called Science?, location:1291.↩︎

  11. Godfrey-Smith, Theory and Reality, location:892.↩︎

  12. Ladyman, Understanding Philosophy of Science, pagina:62.↩︎

  13. Pigliucci, Nonsense on Stilts, location:4456.↩︎

  14. Ladyman, Understanding Philosophy of Science, pagina:61.↩︎

  15. Sokal, Beyond the Hoax, location:183.↩︎

  16. Howson and Urbach, Scientific Reasoning, location:17.↩︎

  17. Okasha, Philosophy of Science, location:490.↩︎

  18. Hacking, Hacking, and Hacking, Representing and Intervening, location:213.↩︎

  19. Brown, Philosophy of Science, location:231.↩︎

  20. Kenny, A New History of Western Philosophy, location:11868.↩︎

  21. Ladyman, Understanding Philosophy of Science, pagina:65.↩︎

  22. Gower, Scientific Method, location:398.↩︎

  23. Godfrey-Smith, Theory and Reality, location:910.↩︎

  24. Ladyman, Understanding Philosophy of Science, pagina:226.↩︎

  25. Pigliucci and Boudry, Philosophy of Pseudoscience, location:3670.↩︎

  26. Godfrey-Smith, Theory and Reality, location:897.↩︎

  27. Buck and Cohen, PSA 1970, location:2497.↩︎

  28. Hacking, Hacking, and Hacking, Representing and Intervening, location:2064.↩︎

  29. Ibid., location:207.↩︎

  30. Pigliucci and Boudry, Philosophy of Pseudoscience, location:1700.↩︎

  31. Sokal, Beyond the Hoax, location:187.↩︎

  32. Gower, Scientific Method, location:4430.↩︎

  33. Ladyman, Understanding Philosophy of Science, pagina:75.↩︎

  34. Staley, An Introduction to the Philosophy of Science, location:676.↩︎

  35. Sokal, Beyond the Hoax, location:185.↩︎

  36. Howson and Urbach, Scientific Reasoning, location:118.↩︎

  37. Brown, Philosophy of Science, location:895.↩︎

  38. Staley, An Introduction to the Philosophy of Science, location:702.↩︎

  39. Sautoy, What We Cannot Know, location:2878.↩︎

  40. Ibid., location:2880.↩︎

  41. Ibid., location:2894.↩︎

  42. Yudkowsky, Rationality, location:19232.↩︎

  43. Ferreira, The Perfect Theory, location:253.↩︎

  44. Buck and Cohen, PSA 1970, location:2783.↩︎

  45. Ladyman, Understanding Philosophy of Science, pagina:85.↩︎

  46. Ferreira, The Perfect Theory, location:259.↩︎

  47. Godfrey-Smith, Theory and Reality, location:991.↩︎

  48. Ladyman, Understanding Philosophy of Science, pagina:84.↩︎

  49. Staley, An Introduction to the Philosophy of Science.↩︎

  50. Pigliucci and Boudry, Philosophy of Pseudoscience, location:1707.↩︎

  51. Godfrey-Smith, Theory and Reality, location:993.↩︎

  52. “Eddington Experiment.”↩︎

  53. Buck and Cohen, PSA 1970, location:2812.↩︎

  54. Sokal, Beyond the Hoax, location:187.↩︎

  55. Howson and Urbach, Scientific Reasoning, location:134.↩︎

  56. Ladyman, Understanding Philosophy of Science, pagina:163.↩︎

  57. Ibid., pagina:164.↩︎

  58. Staley, An Introduction to the Philosophy of Science, location:704.↩︎

  59. Ibid., location:823.↩︎

  60. Boghossian, Fear of Knowledge, location:1899.↩︎

  61. Ladyman, Understanding Philosophy of Science, pagina:85.↩︎

  62. Ibid., pagina:86.↩︎