2 Evolución, tecnología y civilización

2.1 Hijos de Prometeo

Somos hijos de Prometeo, sin tecnología no seríamos. El reconocimiento de nuestra dependencia tecnológica viene de lejos; en la academia de Platón había un altar dedicado a Prometeo y, mucho antes aún, los sumerios, los fundadores de la primera civilización, asumieron que sin estos conocimientos el progreso no era posible. Evidentemente, por tecnología, en este caso, no estoy refiriéndome sólo al último teléfono, en Eridú, la primera ciudad, no había cobertura. Son tecnología el conjunto de conocimientos que nos permiten manipular el entorno que nos rodea. Este es, además, el aspecto clave que diferencia a la ciencia de la tecnología: mientras que el objetivo de la ciencia es comprender el mundo externo, el de la tecnología es modificarlo. La tecnología manipula, la ciencia comprende.

Según la Biblia Abel era pastor y Caín agricultor, pero esto no es cierto. Las invenciones del cultivo y la ganadería son relativamente recientes, durante la mayor parte de la historia, los seres humanos, como los otros grandes primates, no cultivaban ni pastoreaban, sino que eran cazadores-recolectores.40 Los cazadores-recolectores tenían acceso a ecosistemas con una productividad de alimentos que, comparada con la posterior riqueza agrícola, era bastante baja. Esta limitada disponibilidad de comida hacía que sus densidades de población fuesen modestas y que, en la mayor parte de los casos, viviesen una vida nómada en perpetua persecución del sustento.41

Esto plantea una cuestión, ¿cómo pudieron desarrollar las culturas antiguas las tecnologías que requerían si no disponían de conocimiento científico ni de la capacidad de generar conocimiento sistemático de ningún tipo?

2.2 Semilla, río, imperio

Hace unos 15 000 años, el largo invierno que había padecido el planeta se tomó un descanso, el clima cambió y entramos en la dilatada primavera que hemos disfrutado desde entonces. Estas condiciones climáticas más suaves posibilitaron la práctica de la agricultura y algunos grupos de cazadores-recolectores comenzaron una transición gradual hacia un nuevo modo de vida, el neolítico.42 Este cambio ocurrió independientemente en distintas culturas localizadas en diferentes regiones del Oriente próximo, la India, África, Asia y América y en cada una de ellas tuvo lugar en tiempos muy distintos que abarcan, principalmente, desde el 10.000 a. C. al 3.000 a. C..43 El ejemplo más antiguo se encuentra en el llamado creciente fértil, las estribaciones de los montes que rodean Mesopotamia.44 Es allí, a orillas del Éufrates, cerca de la actual Alepo, donde se encuentra el yacimiento arqueológico neolítico más antiguo conocido, Abu Hureyra.45

Abu Hureyra se fundó hace unos 13 000 años, estuvo habitada durante 2500 y su población llegó a ser de unos 6000 habitantes. Fueron estas gentes neolíticas las que dieron el primer paso hacia la modernidad, realizando un cambio que diferenció su modo de vida del de los cazadores-recolectores que les habían precedido. En los poblados neolíticos, como en nuestros pueblos actuales, vivían en casas, disponían de utensilios de barro cocido, cultivaban y pastoreaban.46 Sin embargo, no hemos de pensar que esta profunda transformación fue instantánea; requirió un largo periodo. Además, los nuevos granjeros no abandonaron inmediatamente la caza y la recolección de las especies silvestres, sino que la simultanearon con el cultivo durante milenios.47

La abundancia de recursos generada por el cultivo y la ganadería no sólo favoreció el asentamiento de las poblaciones, sino que permitió que su tamaño aumentase paulatinamente. Mientras que al principio eran pequeños poblados con unas docenas de casas, tres milenios después se habían convertido en incipientes ciudades,48 que poco a poco continuaron creciendo hasta levantar grandes palacios y templos.49 Esta nueva revolución, la urbana, comenzó alrededor de 3500 a. C. y no lo hizo en las fértiles faldas de las montañas que habían cultivado los primeros pueblos neolíticos, sino a sus pies, en el corazón de Mesopotamia, en la agostada llanura aluvial dominada por el Tigris y el Éufrates. En paralelo, aunque algo más tarde, esta transición hacia la ciudad y la civilización ocurrió también, independientemente, en al menos otros dos lugares: China (1800 a. C.) y Mesoamérica (300 a. C.).

Las ciudades se diferencian de los pueblos por tener una mayor densidad de población y, por lo tanto, requieren de más recursos. Su aparición en estos lugares y periodos concretos no fue casual, sino que fue propiciada por una serie de mejoras agrícolas que se habían ido acumulando desde el inicio del neolítico. A lo largo de los milenios la agricultura de subsistencia inicial se había ido transformando en una producción más intensiva, en la que el arado y el buey habían sustituido a la azada neolítica y los valles habían ido acumulando infraestructuras hidrológicas que permitían regar grandes y productivas extensiones.50

Esta asociación entre civilización, llanuras aluviales y regadío fue común en las civilizaciones antiguas de Mesopotamia, China, Egipto e India. No es casual que los antiguos egipcios llamasen a su país Kemet, la tierra negra, ya que eran conscientes de que debían su sustento al oscuro limo del Nilo que fertilizaba sus campos año tras año.51 Aunque, dado que a los jeroglíficos con los que describían su reino, a las sílabas Kemet, que aparecían en sus logogramas, solían añadir las correspondientes a ciudad o canal de riego, tal vez, unas traducciones más completas pudiesen ser La civilización de la tierra negra o El regadío de la tierra negra.

El aumento de los recursos no sólo afectó a la densidad de población, sino también, y muy especialmente, a la estructura social. Los grupos de cazadores-recolectores eran bastante igualitarios, había líderes, pero no alcaldes o reyes.52 La riqueza acumulada no era mucha, los recursos eran limitados y, además, al ser nómadas, cualquier patrimonio debía ser acarreado de un lugar para otro, lo cual limitaba la acumulación de bienes y las diferencias sociales. Sin embargo, una vez que se empezó a cultivar y las tribus se establecieron, las nuevas estructuras sociales representaron un cambio profundo. En los asentamientos estables sí podían acumularse objetos y excedentes agrícolas y, además, los agricultores pasaron a estar mucho más interesados en la propiedad de la tierra, pues de poco sirve sembrar y atender un campo si no vas a disfrutar la propiedad de su fruto. Estos cambios, junto a las crecientes densidades de población, impulsaron la aparición de nuevas formas de gobierno. Inicialmente, las bandas de cazadores-recolectores se transformaron en tribus compuestas por varios clanes familiares,53 que poco a poco fueron sustituyéndose por jefaturas en las que un jefe gobernaba entre 5000 y 20 000 personas.54 En las jefaturas la estructura social era mucho más rígida que la de las primeras tribus, en ellas cada miembro tenía un lugar en la jerarquía que determinaba su riqueza y su poder55 y este estatus, en muchos casos, era hereditario.

Estas diferencias se hicieron aún más profundas durante la revolución urbana. Según los sumerios, Jushur fue el primer rey y, aunque no se sabe hasta qué punto esta figura es real, lo que sí parece claro es que alrededor de 2900 a. C., en Mesopotamia, los jefes habían acumulado suficiente poder político y económico como para que pudiesen ser considerados verdaderos reyes. China experimentó un desarrollo social paralelo. En la dinastía Shang, a partir del 1700 a. C., la propiedad de toda la tierra estaba asignada al emperador. La revolución urbana, además de reyes, propició la aparición de otra institución social: la esclavitud.56

Los cambios que sustentaron el neolítico y la revolución urbana, igual que los muy posteriores de la revolución industrial, no fueron solamente culturales y las causas de estas transformaciones fueron fundamentalmente tecnológicas.57 Fueron el cultivo y la ganadería los que posibilitaron que primero se fundasen los pueblos y que, más tarde, se construyesen las ciudades. Debería ser trivial asumir que las civilizaciones no pueden sostenerse, ni las antiguas ni las contemporáneas, sin alimentos suficientes. Esto es algo que los antiguos mayas ya parecían tener claro. Según su mitología los dioses intentaron crear seres humanos en distintas ocasiones, primero con barro y luego con madera, pero fracasaron. No fue hasta que se sirvieron del maíz cuando consiguieron por fin crear verdaderos humanos. Todavía actualmente sus descendientes deben el 60% de las calorías que consumen a este cereal.58

Estas revoluciones representan, además, un rubicón tecnológico; una vez el tamaño de la población depende de la agricultura, una posible vuelta a un mundo anterior implica una catástrofe monstruosa. Nuestra dependencia de la tecnología es crítica. Solomon Epstein, el personaje de la serie de ciencia ficción La expansión, dice, al reflexionar sobre el motor espacial que ha desarrollado, y que cambiará nuestro papel en el sistema solar para siempre, que lo maravilloso y lo terrible de la tecnología es que lo cambia todo. Yo comparto esa opinión, aunque, pensando en cómo vivimos hoy en día y en cómo se vivía en el paleolítico, yo pondría más el énfasis en lo maravilloso que en lo terrible.

2.3 Carne y harina

Es posible que a alguien le pueda llamar la atención que yo insista en hablar de tecnología para referirme a prácticas agrícolas neolíticas o sumerias. Creo que parte de esta sorpresa puede deberse, en última instancia, a la actual abundancia de alimentos. Sospecho que los protagonistas de esas revoluciones eran más conscientes de estas cuestiones y así lo reflejaron en algunos de sus mes. Los sumerios denominaban me a cualquiera de las costumbres o tecnologías que, según ellos, hacían posible la civilización.59 Entre otros, eran mes: la soberanía, las artes, la música, la calidad de héroe, la justicia, el arte de trabajar la madera, el oficio del herrero, la ley o la prostitución. Resulta evidente que la cultura sumeria y la nuestra tienen algunas pintorescas diferencias, no en vano han pasado 5500 años. Pero, en cualquier caso, ellos celebraban en su cultura aquello que hacía posible su mundo, y esta es una lección que no deberíamos olvidar.

La ganadería fue una de las primeras innovaciones neolíticas. Una cabra es una excelente fuente de carne, leche, queso, fibra, piel, grasa y fertilizante. Sin la domesticación del ganado habría sido más difícil dejar de ser cazadores-recolectores, aunque, curiosamente, la primera domesticación, la del perro, fue la única paleolítica. En el oriente próximo, durante el neolítico, se domesticaron cuatro especies clave: las ovejas, las cabras, los cerdos y el ganado vacuno.60 Las primeras plantas en domesticarse, también en el oriente próximo, fueron varios cereales: cebada, trigo y centeno. Los cereales pasaron a ser la fuente principal de energía y se convirtieron en el sustento de la mayoría de las grandes civilizaciones de la antigüedad. En Mesopotamia fue el trigo, en China el arroz y en Mesoamérica el maíz. La única excepción a los cereales fueron las patatas andinas. Además, todavía en la actualidad son estos mismos cultivos los que continúan aportando la mayoría de las calorías a los seres humanos.61

Tampoco es accidental que en los lugares que alumbraron la civilización dispusiesen también de legumbres domesticables. En Mesopotamia, en las mismas colinas que habitaban los antepasados del trigo y la cebada abundaban las lentejas silvestres62 y en China el arroz se cultivaba junto a la soja.63 La combinación de cereal y legumbre es muy recomendable nutricionalmente puesto que, mientras que los cereales son ricos en almidón, en calorías, las legumbres suelen tener más proteínas. Además, los seres humanos necesitamos consumir algunos aminoácidos esenciales que no podemos sintetizar y el consumo conjunto de cereales y legumbres facilita tener una dieta equilibrada.64 Por si esto fuese poco, la combinación de cereales y legumbres también es muy ventajosa agronómicamente. El cultivo de los cereales empobrece el suelo ya que requiere una gran cantidad de nitrógeno fijado, mientras que las legumbres están asociadas a bacterias capaces de fijar el nitrógeno atmosférico y, por lo tanto, su cultivo enriquece la tierra.65 Los agricultores sumerios o chinos no sabían nada sobre el triple enlace del nitrógeno atmosférico ni sobre la existencia de la nitrogenasa presente en las bacterias del género Rhizobium, pero sí fueron capaces de averiguar que la alternancia de cereales y leguminosas era muy ventajosa.

2.4 Genes domésticos

Sin embargo, esta manipulación biotecnológica neolítica no fue la más profunda. Los animales y las plantas domésticas no son silvestres, están adaptados a vivir junto a nosotros. El adjetivo doméstico tiene su origen en la palabra latina domus, casa. La domesticación es el proceso de alteración genética mediante el cual una especie silvestre se adapta a nosotros. El perro es un ejemplo paradigmático de especie domesticada. En la naturaleza, antes de la aparición de los humanos no había perros, ni ovejas, ni cabras, ni cerdos, ni vacas, había lobos, muflones, cabras bezoares, jabalíes y uros y fue la selección artificial la que transformó a estos últimos en los domesticados.

Esta modificación del acervo genético no requiere de un esfuerzo deliberado ni de un conocimiento de la genética subyacente, tan sólo es necesario que haya una selección continuada de los individuos más adaptados al entorno doméstico. Ni tan siquiera es imprescindible que esta presión selectiva sea ejercida por los seres humanos. Los ratones domésticos también son una especie doméstica, pero nadie pretendió crearla; simplemente, de entre los ratones silvestres, se seleccionaron aquellos que más se acercaban a los graneros neolíticos. Esos tenían más alimento y, por lo tanto, una mayor capacidad reproductiva. Se piensa que puede que los gatos también se auto-domesticasen sin intervención directa de los seres humanos al seguir la abundancia de ratones. Por supuesto, esta domesticación inconsciente no es tan eficiente como la mejora genética actual; los cambios que llevaron a cabo las gentes del neolítico requirieron milenios para crear variedades cultivables medianamente productivas.

Estas alteraciones genéticas afectaron a la morfología y la fisiología de las especies domesticadas. En general los tamaños de los animales domésticos son menores que los de sus antepasados silvestres.66 La domesticación redujo muy especialmente el tamaño del cerebro, que como ya hemos comentado es un órgano que consume mucha energía,67 pero, sin embargo, mantuvo la cantidad de grasa corporal. Recientemente hemos conseguido encontrar algunas de las variantes genéticas que fueron seleccionadas para lograr estos cambios. Por ejemplo, en los caballos se seleccionó una mutación en el gen DMRT3 que, gracias a una alteración en el desarrollo de la espina vertebral, modifica su marcha haciendo que montarlo sea más sencillo.68

En las plantas también se alteraron varios caracteres fundamentales, por ejemplo, el desgranado de los cereales. La semilla es la herramienta que la planta utiliza para reproducirse, por lo que es natural que cuando la semilla está madura, la planta la deje caer. Esto es un problema para el agricultor ya que en un cultivo de cereales silvestres la mayoría de los granos maduros se perderán al caer al suelo mientras que la cosecha consistirá, principalmente, en granos verdes. Por fortuna, pudieron seleccionarse muy pronto variedades mutantes en las que las semillas no caían al madurar. De este modo los agricultores podían esperar a que madurasen la mayoría de los granos antes de cosechar sin temor a perderlos.69 Esta alteración selló una relación muy especial entre los agricultores y las plantas, puesto que, al no dejar caer sus semillas, estas variedades ya no pueden sobrevivir por sí mismas.70 Además, para producir frutos comestibles se seleccionaron otras mutaciones. Por ejemplo, en la almendra se seleccionó un cambio en un gen, un factor de transcripción, que hacía que no fuesen tóxicas.71 Algo muy similar a lo que ocurrió en las patatas. Los tubérculos de las plantas silvestres tienen concentraciones de alcaloides poco saludables, que se redujeron en las domesticadas.

2.5 Metal civilizado

El otro gran éxito tecnológico del neolítico fue el barro cocido, la alfarería. Aunque se conocen algunas culturas paleolíticas productoras de cerámica, no fue hasta el neolítico cuando esta tecnología se adoptó con entusiasmo.72 Hay que tener en cuenta que las piezas de barro no son fáciles de transportar por grupos nómadas y, además, puede que el incentivo más importante para utilizarlas apareciese al tener cosechas de grano que almacenar.73

La alfarería fue desarrollada independientemente por numerosas culturas; lo que indica que, seguramente, no debe de ser difícil de inventar. Es razonable pensar que las primeras piezas se produjeron, simplemente, secando arcilla, silicatos hidratados, al Sol.74 Otro modo temprano, muy común, de cocer la cerámica era aprovechar los hornos con los que se hacía el pan amasado con las harinas de los nuevos cereales. Al principio estos hornos eran bastante simples, eran poco más que agujeros excavados en el suelo,75 pero la fundación de poblados estables incentivó la construcción de verdaderos hornos de ladrillo.76 Estos nuevos hornos terminarían convirtiéndose en una pieza clave de varias de las incipientes tecnologías químicas: la cerámica, el vidrio y los metales.77

El desarrollo de la metalurgia también se inició durante el neolítico, aunque, dado que el dominio de esta tecnología resultó ser más complejo, requirió miles de años de evolución hasta poder utilizarse para fabricar herramientas verdaderamente útiles. La mayoría de los metales no se encuentran en sus formas puras en la naturaleza. Las excepciones principales a esta norma la constituyen los metales preciosos, sobre todo el oro y la plata, algo de cobre y una mínima cantidad de hierro meteórico. Estos materiales llamaban la atención de nuestros antepasados. Con ellos se hacían adornos a base de calentarlos y martillearlos, pero eran tan escasos que nunca pasaron de tener un papel secundario durante el neolítico. La verdadera era de los metales tuvo que esperar a la revolución urbana y la civilización.

El grueso de la metalurgia no hace uso de los raros depósitos de metales puros, sino de las menas metálicas. Una mena es un mineral, usualmente óxidos, sulfuros o silicatos, del que, mediante un proceso químico, puede extraerse un metal. La malaquita, por ejemplo, un mineral semiprecioso verde, es una mena de cobre. Además, conseguir extraer el metal a partir de la mena no es nada sencillo.

Alrededor del 3000 a. C. los sumerios descubrieron que si calentaban ciertos minerales en presencia de carbón se obtenían pequeños fragmentos de cobre.78 Es probable que este descubrimiento fuese fortuito, casi todas las menas de cobre, estaño y hierro, en la antigüedad, antes de ser utilizadas para extraer metales, eran utilizadas como pigmentos.79 La malaquita, por ejemplo, se empleaba como cosmético y los óxidos de hierro como decoración para las paredes. Lo más probable es que alguien observase como un trozo de malaquita, tras caer al fuego, generaba una pepita de cobre.80 El proceso de fundición de los metales consiste, en esencia, en calentar la mena en una atmósfera reductora a una temperatura elevada para obtener un metal lo más puro posible. Por fortuna, como ya hemos comentado, desde el neolítico se disponía del equipamiento químico requerido para alcanzar las altas temperaturas necesarias: los hornos cerámicos.81

A pesar de estos avances, el cobre no pudo utilizarse para fabricar herramientas a gran escala hasta que alguien se dio cuenta de que si se añadía casiterita, una mena de estaño, a la mena del cobre, se obtenía un metal más duro, el bronce, que era capaz de mantener mejor el filo y que era más fácil de manipular puesto que fundía a una temperatura menor.82 Este fue el avance crucial que hizo posible que las civilizaciones entrasen en la edad del bronce.

Durante siglos el bronce fue un material esencial para las grandes civilizaciones, aunque, con el tiempo, acabó siendo desplazado por el hierro, un metal mucho más abundante y útil, pero que requirió de un desarrollo tecnológico aún más complejo. Es posible que las menas de hierro se utilizasen al principio para facilitar la eliminación de la escoria durante la fundición del cobre.83 La escoria es el material sobrante en las fundiciones metálicas. Si alguien utiliza menas de hierro durante la fundición del bronce, entre la escoria se obtendrá pequeños fragmentos del nuevo metal: el hierro.

El problema es que la fundición del hierro requiere temperaturas superiores a las del bronce,84 por lo que inicialmente lo que se obtenía no era hierro puro sino zamarra, una mezcla esponjosa de hierro y escoria de la que podía separarse el hierro a base de golpearla y recocerla. A este hierro se le denomina arrabio. Este avance representó un paso muy importante, pero no fue más que el primero de muchos. La dureza, maleabilidad y durabilidad de las aleaciones metálicas dependen, críticamente, tanto de su composición química, por ejemplo, de la cantidad de carbono que tenga el hierro, como de la historia de los tratamientos térmicos y mecánicos a los que hayan sido sometidas.

Hasta el siglo VI a. C. no se consiguió desarrollar hornos capaces de alcanzar una temperatura suficiente como para fundir, para volver líquido, el hierro. El uso del verbo fundir en castellano es algo confuso porque se utiliza tanto para referirse al proceso de extracción del metal a partir de la mena como para describir la licuefacción de los metales. En inglés para la primera acepción se utiliza smelting, mientras que para la segunda el término es melting. De modo que durante siglos la fundición (smelting) del hierro fue común, pero las herramientas de hierro no podían crearse vertiendo hierro fundido (melted) en moldes. Este fue un avance que consiguió desarrollarse en China utilizando fuelles para introducir aire a presión en el horno, aumentando así la temperatura.85 De este modo se consiguió hacer herramientas utilizando moldes, pero esto creó un nuevo problema ya que este tratamiento altera la concentración de carbono de la aleación, un parámetro crucial. Los herreros romanos, por ejemplo, se dieron cuenta de que si las armas y los utensilios de hierro se trataban con carbón se obtenían filos mucho más duraderos, un proceso que denominamos carburización.86

En China fueron capaces de alcanzar un control aún mayor de la concentración final de carbono gracias al desarrollo de un complejo proceso siderúrgico. Aprendieron que si mezclaban el hierro forjado, que habían conseguido fundir en sus avanzados hornos y que tenía un bajo contenido en carbono, con arrabio, un hierro con una alta cantidad de carbono, y otras impurezas podían obtener una nueva aleación con unas propiedades maravillosas, el acero.87

Pero mucho antes de que se alcanzase este grado de excelencia metalúrgica, ya desde el desarrollo del bronce, la relevancia de las herramientas y las armas metálicas fue enorme.88 Antes de la invención de la fundición el uso de los metales se había limitado a los adornos y al arte.89 Ni siquiera cuando se dominó la fundición del cobre las herramientas comunes de piedra y madera fueron reemplazadas, el cobre es demasiado blando. Sin embargo, una vez los artesanos consiguieron fundir bronce el metal comenzó a sustituir a las herramientas de piedra y la madera.90

Aunque para que el bronce pudiese popularizarse las civilizaciones tuvieron que superar una complicación adicional debida a la geología. Salvo en contadas ocasiones, las menas de cobre y estaño se encuentran en regiones volcánicas que suelen estar bastante alejadas de las llanuras aluviales en las que las ciudades habían empezado a medrar.91 Este problema obligó a los reinos de la antigüedad a establecer extensas redes comerciales para adquirir mena metálica o a conseguir controlar grandes extensiones territoriales. Las menas de hierro, sin embargo, son mucho más comunes y accesibles, pero, en este caso, el factor limitante fue conseguir acumular el complejo conocimiento metalúrgico requerido. Se necesitaron siglos de evolución tecnológica desde el primer bronce hasta obtener el primer hierro. Eso sí, una vez se dominó la siderurgia, esta tecnología fue disruptiva.

Con los nuevos arados de hierro se pudieron arar tierras más duras y los filos de las nuevas hoces facilitaron la cosecha. Este avance permitió mejorar la productividad agrícola. Incluso el comercio se vio afectado, con este nuevo metal se fabricaron clavos que permitieron construir barcos mayores y más capaces que convirtieron, por primera vez, el Mediterráneo en un área comercial globalizada.92 Además, como era de esperar, hubo aplicaciones bélicas. Asiria, equipada con espadas, cascos y lanzas de hierro, sembró el terror con unas armas más capaces y mucho más baratas de producir.93 El conocimiento siderúrgico se convirtió en una fuerza histórica de primer orden. Desde ese momento hasta la Edad Media no hubo nuevos avances tecnológicos tan revolucionarios como el dominio del hierro.

2.6 Burócratas civilizados

Hasta este punto hemos estado hablando sobre algunos mes, conocimientos requeridos para la civilización, que actualmente asociamos con la tecnología, como la metalurgia, sin embargo, estos no fueron los únicos desarrollos sumerios. Para poder organizar las incipientes civilizaciones los escribas crearon dos nuevos mes que pocos, hoy en día, denominaríamos tecnologías: las matemáticas y la escritura. La propia burocracia fue otra de las nuevas ocupaciones surgidas con la civilización. Todos los estados tuvieron que dotarse de burócratas para organizarse.94

En Sumeria el rey gobernaba a través de los burócratas, muchos de ellos sacerdotes, que se encargaban, entre otras cosas, de distribuir las tierras y las cosechas. Durante el imperio Acadio, 2334 a. C. a 2192 a. C., estas burocracias llegaron a ser tan complejas, que fueron capaces de organizar a un millón de trabajadores, algo bastante notable para un imperio que sólo disponía de burros y tecnologías de la edad del bronce.95 China también se proveyó de una extraordinaria burocracia96 y para contratarla establecieron unas oposiciones cuyo temario permaneció sin alteraciones significativas durante 2000 años, hasta 1904.97 Y, como no podía ser de otro modo, desde el principio hubo acusaciones de abuso de poder por parte de estos nuevos estamentos. En Lagash, una ciudad sumeria, se decía que a quien realmente debías temer no era a tu señor o a tu rey, sino al recaudador de impuestos y que no había nada más seguro que la muerte y los impuestos.98 Además, estoy seguro de que estos problemas no se debían tan sólo al afán de beneficio personal de algunos de esos escribas, habría que considerar también las ineficiencias debidas al desconocimiento detallado de los complejos sistemas sociales que la burocracia pretende organizar. Este es un problema que todavía sufrimos hoy en día tanto en las instituciones públicas como privadas.

Sin embargo, a pesar de estas críticas, debemos reconocer que los burócratas nos hicieron un enorme regalo: la escritura. Esta idea apareció algunos siglos antes del 3000 a. C.99 y es probablemente el legado más importante de Uruk, la cuna de la civilización. Las primeras anotaciones fueron modestas, no se hicieron para cantar grandes gestas o para reflexionar sobre la vida, el universo y todo lo demás, sino para dejar constancia de transacciones comerciales y ventas de tierras y para controlar inventarios.100 La mayoría de los escritos chinos y mesopotámicos estaban relacionados con la administración.101 El 85% de las tablillas cuneiformes de Uruk, recogen intercambios económicos.102

Sin emgargo, las consecuencias de las tecnologías son en muchos casos inesperadas, la tecnología lo cambia todo, y a pesar de este origen utilitario la escritura fue revolucionaria. Por primera vez la evanescente materia de nuestros sueños, preocupaciones y reflexiones pudo hacerse tangible en forma de incisiones en el barro. Nada volvió a ser igual. Fue entonces cuando comenzamos a documentar la historia103 y cuando nació la literatura.

Aquel que todo lo vio, hasta los confines de la tierra, que todo lo experimentó, que vio lo oculto y que desveló lo velado, aquel que nos informó sobre el mundo antediluviano, llevó a cabo un largo viaje y cansado y derrengado, todo su afán grabó en una estela de piedra y en la llanura de Uruk un muro construyó…

Este es el inicio de Gilgamesh, la obra épica más antigua conocida. Un texto en el que se nos insta a renunciar a la gloria vana, a disfrutar de una vida sencilla y a aceptar la muerte cuando nos llegue, algo a lo que, cuatro mil años después, no tenemos mucho más que añadir.104

Los sumerios, además, fueron los primeros en utilizar la recién creada escritura para alumbrar un nuevo me imprescindible para la organización social de cualquier civilización, la ley. Los primeros códigos legales conocidos, los de Ur-Nammu y Hammurabi, datan de alrededor del 2000 a. C.. Todas las culturas tienen formas de regular el conflicto, pero la ley está escrita y este hecho, que puede parecernos trivial, tiene consecuencias profundas, prácticamente metafísicas. A partir del momento en que las reglas están escritas, da la impresión de que quien castiga ya no es una persona: un juez, un anciano o un sabio, sino la ley misma.

Por si todo esto nos pareciese poco, los sumerios también fueron pioneros en el desarrollo de otros mes, como la deuda, los bancos o las matemáticas. Es cierto que hay algunas evidencias de números y cuentas en el paleolítico, pero las matemáticas asociadas a la revolución urbana constituyen un fenómeno claramente diferenciado. Las evidencias matemáticas sumerias más antiguas, 3500 a. C., están unidas a la aparición de la escritura, y también son anotaciones comerciales.105 Sin embargo, a pesar de este humilde inicio, la transcendencia de este avance fue tan enorme que sus ecos todavía resuenan en nuestra vida diaria. Nuestros años tienen 12 meses, nuestros días 24 horas, nuestras horas 60 minutos y nuestros círculos 360 grados porque el sistema numérico sumerio estaba basado en el 6 y el 60.106

Herodoto, el historiador griego (484 a. C. a 425 a. C.) ya nos decía que el origen de las matemáticas estuvo ligado a las necesidades administrativas y prácticas.107 La aritmética era necesaria para hacer inventarios,108 para calcular transformaciones entre distintos sistemas de pesos y medidas,109 intereses bancarios, impuestos110 y divisiones de herencias y la geometría era imprescindible para los agrimensores, para delimitar superficies, por ejemplo, campos de cultivo, y para la construcción de los sistemas de riego y los edificios.111 Para organizar estas obras había que calcular el número de trabajadores, así como la cantidad de materiales necesarios.112 Una civilización no puede funcionar sin matemáticas y en algunos casos esas matemáticas llegaron a ser relativamente sofisticadas. Por ejemplo, la aproximación mesopotámica a pi era 3 y un octavo (3.125).113

2.7 Reyes, ríos y mes

Espero haber aportado suficientes evidencias de que tanto el neolítico como la revolución urbana dependieron críticamente del conocimiento, y, muy especialmente, de la tecnología. De hecho, sin estas tecnologías la civilización, que requiere la vida en la ciudad, no es posible. Creo, además, que el conocimiento se convirtió en una fuerza histórica más. Es común que cuando los historiadores discuten sobre las causas del cambio histórico le presten una gran atención a la influencia de los grandes personajes y de las fuerzas económicas, pero me parece que estos no son los únicos factores que han de considerarse. Es indiscutible que nuestra historia sería muy distinta sin los 32 años de Alejandro Magno, pero el neolítico y la revolución urbana nos recuerdan que también debemos considerar la geografía y el conocimiento.

Jared Diamond en Armas, gérmenes y acero explica cómo la biología, la geografía y el clima influyen en el desarrollo histórico. Aunque es evidente que no todo puede ser explicado por la geografía, (por ejemplo, las profundas diferencias entre Corea del Norte y del Sur no son atribuibles a factores geográficos), no es menos cierto que la causa de que los inuit no desarrollasen la agricultura del trigo no es cultural.114 Las culturas neolíticas sólo aparecieron en las regiones que presentaban las condiciones adecuadas, aquellas en las que había especies fáciles de domesticar y suelos altamente productivos.115

Además, aunque la historia no se repite del todo, al menos parece rimar. Distintas culturas tuvieron un desarrollo prácticamente paralelo116 y este hecho parece sugerir que los factores geográficos y tecnológicos fueron relevantes. Por ejemplo, en China y en Mesopotamia se desarrolló primero una agricultura básica, que dio lugar a pueblos neolíticos bastante igualitarios conocedores de la cerámica. Con el tiempo esta agricultura aumentó su productividad hasta ser capaz de sostener, en las llanuras aluviales, la aparición de las primeras ciudades, lo cual conllevó un incremento de la desigualdad y de la especialización que, a su vez, favoreció la aparición de diversos conocimientos y tecnologías que propiciaron un incremento de la complejidad social aún mayor. Este patrón se repitió, con algunos matices, en todas las grandes civilizaciones de la antigüedad: Mesopotamia, China, Egipto, el valle del Indo, Mesoamérica y la región andina.

Que existan estas similitudes de los desarrollos históricos observados a vista de pájaro no implica que no hubiese diferencias regionales debidas a otros factores, especialmente si se tiene en cuenta el devenir histórico de periodos más cortos. Por ejemplo, no todas las culturas que habitaban áreas en las que las condiciones geográficas permitían el desarrollo de la agricultura iniciaron una transición independiente al neolítico.117 Aunque sí es cierto que las que no lo hicieron acabaron siendo reemplazadas por sus vecinos neolíticos.118

A pesar de esto no me gustaría que la descripción a vista de pájaro que he hecho del origen de las civilizaciones nos haga pensar que la historia ha seguido exactamente los mismos patrones en todos los lugares. La historia, al fin y al cabo, es la historia de las personas y, aunque es mucho lo que compartimos, no es desdeñable lo que pueden llegar a influir nuestras diferencias culturales. Además, nuestra ignorancia sobre los mundos del paleolítico, el neolítico y las primeras civilizaciones es enorme. He hablado sobre el neolítico como si de un barrio vecino y familiar se tratase, pero este es un lugar muy lejano del que todavía nos queda mucho por aprender. Una de las más recientes sorpresas ha sido Göbekli Tepe. Este es un sitio construido por cazadores-recolectores en el creciente fértil durante las primeras etapas neolíticas. Ante sus estructuras megalíticas uno no puede dejar de sentir un profundo asombro por la enormidad de la historia, a la vez que una extraña mezcla de cercanía y distancia con sus constructores. Actualmente desconocemos cómo miles de habitantes a caballo entre el paleolítico y el neolítico fueron capaces de organizarse para levantar unas descomunales estructuras de las que la mismísima Babilonia podría haberse sentido orgullosa miles de años después.

Aun así, es evidente que durante el neolítico y la revolución urbana la tecnología se convirtió en una fuerza histórica de capital importancia. Sin tecnología ni la sangre de los linajes reales ni los políticos más diestros son capaces de crear y mantener civilizaciones. Además, la propia idea de progreso se convirtió en una fuerza histórica. Los sumerios eran conscientes de estar progresando, ellos mismos pensaban que Eridú era la primera ciudad de la historia, una opinión que, hoy en día, comparten muchos historiadores. Para los sumerios el progreso era más importante que la tradición.119 Los arquitectos de Eridú no solían restaurar edificios antiguos, preferían sustituirlos por otros mayores y más elaborados. En algunos casos llegaron a demoler y construir de nuevo hasta 11 veces en 10 siglos un mismo edificio, una vez cada 90 años.120 Desconozco si había voces opuestas a esta obsolescencia programada sumeria. Mientras que para los egipcios era importante que sus tumbas quedasen para siempre, para los sumerios el cambio era la única constante.

Esta actitud ante el progreso también se reflejaba en su mitología. Enki era un dios sumerio que personificaba la fertilidad de las aguas de riego, la creatividad y la inteligencia121 y era, además, el protector de Eridú y de los mes.122 El propio concepto del me, conocimiento que hace posible la civilización, es otro signo de la actitud sumeria ante el progreso. Innana, posteriormente conocida como Ishtar, era la diosa del granero, el almacén comunal de las cosechas, de la fertilidad, de las relaciones sexuales y la guerra.123 Innana era además la diosa de las prostitutas. Los sumerios contraponían la sexualidad represora y la moralidad conservadora del campo a la de la ciudad, para ellos la civilización y el sexo estaban unidos.124

Innana habitaba Uruk y quería tener acceso a los mes para poder fundar una nueva ciudad, pero Enki no quería que los mes abandonasen el templo de Eridú. De modo que Innana trazó un plan para conseguirlos, decidió visitar a Enki, seducirlo y emborracharlo. Cuando Enki despertó después de la fiesta, se dio cuenta de que Innana le había robados los mes125 y envió tras ella a sus ministros, junto algunos monstruos protectores, pero todo fue en vano. La diosa consiguió huir con los mes a Uruk, liberándolos así para todos los sumerios y posibilitando que Uruk se convirtiese en una gran ciudad. Esta leyenda no debe hacernos pensar que, a pesar del ejemplo sumerio, la aceptación del progreso tecnológico implica necesariamente una predilección cultural por el cambio en otros ámbitos. En China, a pesar de desarrollar la tecnología tanto o más que en Mesopotamia, políticamente eran mucho más conservadores.

La clave tal vez estribe en que esta defensa del progreso y del conocimiento no se limitaba a los mitos y las ceremonias, los gobernantes consideraban los mes como imprescindibles y financiaban su mantenimiento.126 Por ejemplo, el estado fomentaba la formación de escribas y sacerdotes profesionales conocedores de la escritura, las matemáticas, la ley, la medicina y la astrología.127 Tanto en Mesopotamia,128 como en Egipto129 y en China,130 había academias para formar estos profesionales y su prestigio social era muy elevado.131

Este reconocimiento del progreso neolítico y urbano tampoco implica que debamos asumir que todos los cambios fueron siempre positivos para la gente que los experimentó ni que el desarrollo fuese continuo e ininterrumpido. Los esqueletos de los primeros agricultores delatan que los cazadores-recolectores eran más altos, tenían mejores dientes y carecían de muchas enfermedades típicamente neolíticas.132 Los habitantes de los nuevos poblados tenían más tendencia a estar malnutridos, a padecer escorbuto, una deficiencia de vitamina C, raquitismo, por la falta de vitamina D, y anemia.133 La transición a la agricultura no sólo propició un aumento en el número de habitantes, sino también un empeoramiento de la salud. Había más comida, es cierto, pero menos diversa, y aparecieron nuevas enfermedades infecciosas debidas al aumento de las densidades de población y al estrecho contacto con los animales de granja, las ratas y los ratones.134 Los perros nos transmitieron la rabia, los gatos la toxoplasmosis, los caballos los resfriados, las vacas el tétanos, la difteria y la tuberculosis y los cerdos y los pollos la gripe.135 Además, aunque las ciudades, en la mayoría de los casos, estaban densamente pobladas, carecían de alcantarillado, lo que favorecía las epidemias.136

2.8 No era ciencia

Otro error común es pensar que en las civilizaciones antiguas se practicaba la ciencia. Es indiscutible que estas civilizaciones tenían un amplio conocimiento tecnológico, pero la tecnología y la ciencia no están necesariamente relacionadas. El objetivo de la ciencia, a diferencia del de la tecnología, no es modificar el mundo sino comprenderlo. Incluso cuando el artesano o el ingeniero hacen uso de un conocimiento teórico, lo hacen para conseguir crear mejores herramientas o armas, las teorías no son más que medios con los que alcanzar un fin práctico.

Es evidente que nuestro conocimiento científico actual favorece enormemente el desarrollo de la tecnología, pero como demuestran las tecnologías del mundo antiguo, no es imprescindible conocer la ciencia subyacente para desarrollar una tecnología. Actualmente solemos pensar en la tecnología como en una ciencia aplicada, pero esta íntima relación entre ambas disciplinas no existía antes de las revoluciones científica e industrial. Esta nueva aproximación tiene ventajas indudables; en el tiempo que a nosotros nos ha costado llegar desde la primera línea de ferrocarril a pisar la Luna, los sumerios apenas consiguieron mejorar sus aleaciones de bronce. Conocer la ciencia subyacente no es imprescindible para el desarrollo tecnológico, pero es muy conveniente.

La ambición práctica del conocimiento antiguo se refleja, por ejemplo, en sus matemáticas, que estaban orientadas principalmente a solucionar problemas prácticos.137 Conocían la aritmética básica, cómo calcular intereses compuestos,138 cómo resolver ecuaciones lineales, así como algunas cuadráticas y cúbicas, cómo calcular hipotenusas de triángulos rectángulos y cómo calcular áreas y volúmenes de superficies y sólidos sencillos.139 Sin embargo, muy pocas veces los escribas que usaban esas matemáticas elementales se detenían a jugar con ellas más allá de lo estrictamente necesario.140

Sí que es cierto que las civilizaciones antiguas hicieron observaciones y desarrollaron catálogos astronómicos, una actividad que actualmente enmarcaríamos dentro de la ciencia, pero su interés también era práctico. Para ellos la astrología era un conocimiento aplicado, tan respetable como la medicina, y no distinguían entre astrología y astronomía. Además, estos catálogos astronómicos carecían de marco teórico alguno. Como veremos, hasta la Grecia clásica no hay constancia de que nadie propusiese una posible hipótesis que unificase las distintas observaciones astronómicas.

Esto no implica que estas gentes no tuviesen una necesidad de explicar el cosmos; la tenían, y eran sus sacerdotes y sus mitos los que proporcionaban esas explicaciones. Pero ésta, por supuesto, no era una aproximación científica. Aunque es cierto que el objetivo de muchos de esos mitos era explicar fenómenos que hoy en día explica nuestra ciencia, y en este sentido los sacerdotes y nuestros científicos comparten objetivos, existe una diferencia fundamental entre ambas aproximaciones. Los sacerdotes proponían explicaciones, pero no había un esfuerzo colectivo de análisis sistemático. Hasta la Grecia clásica no aparecieron comunidades que practicasen la crítica sistemática racional tanto de las hipótesis sobre el funcionamiento del mundo natural como de cualquier otra propuesta, ya fuese ésta moral, política o, incluso, estética.

Esto se refleja, por ejemplo, en los logros de los matemáticos griegos, que, a diferencia de los sumerios o los egipcios, sí consiguieron desarrollar la aproximación moderna a las matemáticas: la demostrativa. Cuando en secundaria se nos justifica el teorema de Pitágoras, el profesor no lo hace empíricamente, es decir, midiendo los lados de unos cuantos triángulos rectángulos y comprobando que, efectivamente, la relación entre la hipotenusa y los catetos se cumple. La justificación es demostrativa, se parte de unos axiomas elementales y a partir de ellos se demuestra, sin ningún lugar a dudas, mediante el uso de la lógica, que todos los triángulos construidos respetando esos axiomas cumplirán necesariamente el teorema deducido. Las matemáticas que crearon los pitagóricos ya eran nuestras matemáticas. Por supuesto que hoy en día se han demostrado muchos más teoremas, incluso existen ramas completas de las matemáticas que los griegos desconocían por completo, pero no es menos cierto que Euclides utiliza en Los elementos una aproximación axiomática, demostrativa, igual a la de cualquier curso de matemática avanzada actual. Los mesopotámicos, egipcios y chinos, sin embargo, no tenían nada remotamente parecido a una demostración deductiva que justificase sus conocimientos matemáticos.141 Los ingenieros babilonios sabían cual era la relación entre los catetos y la hipotenusa de los triángulos rectángulos, pero no conocían el teorema de Pitágoras, su conocimiento era meramente empírico y para justificarlo medían triángulos concretos. Nosotros también tenemos matemáticas aplicadas, pero los profesores de ingeniería no las justifican bajándose a la obra con una regla.

2.9 Evolución cultural

Además, la aproximación al desarrollo tecnológico de los artesanos antiguos también era bastante diferente a la de los ingenieros actuales. La falta de conocimientos teóricos hacía que se avanzase por ensayo y error142 y, además, es muy dudoso que la comunidad artesanal babilónica emprendiese programas sistemáticos de desarrollo tecnológico.

De modo que las civilizaciones antiguas consiguieron dominar tecnologías sofisticadas sin disponer de los conocimientos y aproximaciones sistemáticas que hoy en día nos ayudarían en la creación de nuevos perfumes, cristales, cosméticos, cerámicas o herramientas metálicas.143 Lo que estos artesanos nos enseñan es que es posible desarrollar tecnología incluso careciendo de conocimientos teóricos y de programas sistemáticos. Los agricultores averiguaron que la combinación de legumbres y cereales era positiva para el cultivo y para la alimentación, sin saber nada sobre las bacterias fijadoras de nitrógeno, y modificaron la genética de las plantas sin haber oído hablar de Mendel ni de genes y sin acometer análisis rigurosos. Los artesanos chinos que crearon acero no sabían química e ignoraban qué es un silicato metálico o una atmósfera reductora, ni siquiera sabían qué eran los elementos químicos, las aleaciones o la concentración de carbono.

Dadas estas carencias la pregunta que cabe plantearse es: ¿Cómo consiguieron unos artesanos educados para seguir la tradición llegar a desarrollar tecnologías tan sofisticadas como la siderurgia? Creo que el proceso puede describirse como una evolución tecnológica en la que los cambios, incluso los introducidos por azar, son seleccionados en función del resultado final.144 Este es un proceso que, dado el tiempo necesario, pudo llegar a conseguir avances que ninguno de los artesanos involucrados pudo haber imaginado. De hecho, es precisamente el largo tiempo que requirieron estas mejoras uno de los indicios que parece sugerir que el proceso que los generó pudo ser evolutivo. Se necesitaron siglos para llegar desde las primeras pepitas de cobre de los hornos cerámicos neolíticos hasta las espadas de acero.

Ya hemos comentado previamente cómo la selección natural puede hacer aparecer diseño en la biosfera sin la mediación de ningún diseñador. De un modo análogo, puede que la evolución cultural genere diseño sin que ninguna de las personas involucradas conozca los motivos profundos que hacen que ese diseño funcione. En este caso también sería aplicable la segunda ley de Orgel: la evolución es más inteligente que tú.145 La solución encontrada por estos procesos no es el resultado de la reflexión de ningún pensador concreto, sino de una multitud de pequeños cambios introducidos por innumerables artesanos.146 Recordemos que la evolución se dará siempre que haya variación heredable asociada a diferentes tasas de reproducción.147

En el caso de la artesanía, la transmisión de las ideas se da por el aprendizaje a partir de los maestros. Para que haya evolución no se requiere que esta transmisión sea completamente fiel, un aprendiz puede introducir cambios, lo que se necesita es que los descendientes de un artesano particular tiendan a parecerse más a este que a los demás.148 De hecho, si hay errores durante el aprendizaje estos jugarán el papel de la mutación en la transmisión del material genético, serán una fuente de variación, otro de los requisitos imprescindibles para que haya evolución. Por último, para que aparezca diseño es necesaria la selección, las distintas ideas, por ejemplo, las diferentes formas de forjar una espada, deben tener un éxito distinto, algunos artesanos deben ser reconocidos como mejores en virtud del resultado de su trabajo y se debe tender a que sean estos los más imitados. Lo que no es un requisito imprescindible para la evolución es que los mecanismos de generación de la variación dependan exclusivamente del azar.

En principio, parece posible que las tecnologías antiguas hayan mejorado mediante procesos evolutivos, aunque conseguir evidencias directas de esto no es trivial. De hecho, esto no es fácil ni siquiera en el caso de la evolución biológica. No ha sido hasta la segunda mitad del siglo XX cuando los microbiólogos han podido observar y manipular la evolución biológica directamente. Lo más habitual es que la existencia de evolución biológica sea inferida a partir de evidencias paleontológicas o genéticas. En el caso de las técnicas artesanales, los conocimientos se transmitían oralmente y hemos de conformarnos con las evidencias materiales que los arqueólogos han recuperado, las ideas que las crearon se perdieron y debemos resignarnos a contar sólo con algunos de los resultados de la aplicación de esos conocimientos.149

Aunque sí hay algunas características que esperamos observar en los vestigios de un proceso evolutivo. La principal de ellas tal vez sea la continuidad. En la evolución biológica las mutaciones genéticas suelen ser pequeñas. No es esperable encontrar mutaciones beneficiosas que alteren mucho el fenotipo del individuo, los mutantes del profesor Xavier, el fundador de los X-men, no son biológicamente plausibles. Aunque también es cierto que esta es una característica un tanto arbitraria porque, ¿cuánto es “mucho”? Cualquier cambio implica un cierto salto, pero veremos que la descripción de un proceso como evolutivo deja de ser útil cuando estos saltos son arbitrariamente grandes y que fuera del mundo biológico, donde la variación no tiene por qué deberse exclusivamente al azar, la distinción entre procesos evolutivos y diseño dirigido o inteligente no es tan nítida como solemos asumir. Además, si en un proceso evolutivo ha habido selección, todas las etapas deben ser útiles. Esto pareció suceder en el caso de la metalurgia: la malaquita era útil por su color, el cobre como adorno, y el bronce, el arrabio, el hierro forjado y el acero como metales para herramientas.

Por otro lado, si hay selección debe haber progreso, las soluciones encontradas deberían satisfacer cada vez mejor el propósito establecido por la selección. Por ejemplo, una vez que alguien consigue crear una espada de hierro capaz de vencer a una de bronce, estas últimas, con el tiempo, deberían ser reemplazadas. Esto también parece haber sucedido en el caso de la metalurgia y, como veremos a continuación, en la historia de los sistemas de escritura.

Otra característica que suele observarse en los procesos evolutivos es la paulatina divergencia, en los detalles no esenciales, de distintos linajes creados a partir de un tronco común que poco a poco va dividiéndose. Esta es una característica que se observa incluso cuando la evolución es neutral, es decir, cuando no hay selección. Existen numerosos casos en los que la evolución cultural parece seguir este patrón de diversificaciones paulatinas. Por ejemplo, las lenguas van diferenciándose con el tiempo a partir de troncos comunes. Esto hace, por ejemplo, que existan lenguas germánicas, eslavas y latinas, que a su vez provienen de un tronco común más antiguo, el indoeuropeo.

Finalmente, los procesos evolutivos, son capaces de llegar a las mismas soluciones independientemente en los mismos linajes, algo que hemos observado en la evolución de la agricultura y la metalurgia en Mesopotamia y China.

2.10 Del barro al scriptorium

Los sistemas de escritura, como los metales, también sufrieron un desarrollo gradual,150 lo que sugiere un posible proceso evolutivo. Los primeros símbolos sumerios (3300 a. C.) se utilizaban para representar objetos almacenados. Estos símbolos eran pictográficos, se parecían a los objetos representados.151 Esta protoescritura no era capaz de consignar un lenguaje completo ya que, aunque se disponía de pictogramas para objetos y números no había forma de representar la sintaxis.152 Por ejemplo, no se podían distinguir el sujeto y el predicado.

Con el tiempo estos pictogramas fueron cambiando. No es fácil hacer buenos dibujos utilizando tablillas de barro húmedo, de modo que los símbolos fueron haciéndose cada vez más estilizados y abstractos hasta perder el parecido con el objeto representado.153 En este momento, la relación entre los símbolos y los objetos representados pasó a ser arbitraria, como en nuestros sistemas de escritura modernos, en los que las palabras escritas no evocan en modo alguno a los objetos representados. La palabra “pato” no tiene ni pico ni plumas. Cuando la relación entre los objetos y su símbolo escrito es meramente convencional, los símbolos ya no se denominan pictogramas sino logogramas.154 La mayoría de los miles de símbolos de la escritura sumeria eran logogramas. En China la escritura también sufrió esta transición desde los primitivos pictogramas a los logogramas.

No hay un acuerdo completo sobre hasta qué punto este proceso de creación de la escritura sumeria fue gradual, pero incluso aquellos que creen que el desarrollo fue más abrupto piensan que se necesitaron varios siglos para completarlo.155 Y, además, esta transición no constituyó más que el principio del camino. Durante siglos los símbolos representaron objetos, pero a nadie se le ocurrió que pudiesen servir también para codificar sonidos.156 El problema de los logogramas es que no permiten representar nombres propios o partículas gramaticales fácilmente,157 algo que sí pudo hacerse cuando los caracteres escritos pasaron a representar sonidos, cuando se convirtieron en fonogramas. Puede que los escribas creasen estos nuevos fonogramas asociando al símbolo logográfico el sonido de la palabra que solía representar.158 Este cambio fue muy significativo ya que permitió a los sumerios escribir completamente su lenguaje hablado,159 incluyendo no sólo los nombres propios sino otras palabras de más difícil representación como las preposiciones. Al parecer esta transición desde los logogramas a los fonogramas requirió, de nuevo, varios siglos160 y, de hecho, en el caso de la escritura cuneiforme, los logogramas nunca llegaron a abandonarse del todo.161

Alrededor de 1500 a. C. ya existían sistemas fonográficos puramente silábicos en los que cada sílaba estaba representada por un símbolo.162 Estos sistemas de escritura eran más sencillos que los anteriores, aunque no eran tan fáciles de aprender como el nuestro actual ya que para cada sílaba se requería un símbolo distinto. Por ejemplo, para representar: pa, pe, pi, po, pu necesitaríamos 5 fonogramas distintos.

El siguiente avance se dio en Ugarit, una ciudad comercial mediterránea localizada en la actual Siria, alrededor del 1500 a. C.. Allí se desarrolló la primera escritura alfabética. Para crearla eliminaron las vocales, de modo que cada símbolo representaba un sonido consonántico y no una sílaba completa.163 Este nuevo sistema fue adoptado por los fenicios en 1100 a. C. y fueron ellos quienes lo popularizaron, convirtiéndose así en el origen de casi todas las escrituras alfabéticas actuales.164 Esta popularización dio lugar a la aparición de distintos linajes y sublinajes en los que diferentes alfabetos fueron modificándose y diversificándose a medida que se transmitían a lo largo de distintas tradiciones culturales. El alfabeto inicial se dividió en dos ramas, la semítica del norte y la del sur. La del sur acabaría generando el actual alfabeto etíope, mientras que la del norte se dividió a su vez en la subrama griega y en la aramea. De la griega descienden varios alfabetos contemporáneos: romano, griego y cirílico y de la aramea el hebreo, el árabe, el sirio y el mongol. Estas ramificaciones en distintas ramas y subramas, como he comentado, son típicas de los procesos evolutivos.

Sin embargo, las consonantes ugaríticas tampoco fueron la última innovación. Este alfabeto y el fenicio sólo representaban consonantes, ls vcls había que inferirlas por el contexto.165 Fueron los griegos quienes añadieron nuevas letras para las vocales.166 La escritura hebrea antigua también carecía de vocales. No podemos estar seguros, por ejemplo, de cuál es la pronunciación original de Yahveh. Resulta curioso que el alfabeto elegido por quien inspiró el antiguo testamento, supuestamente el dios judío, no pudiese reflejar fielmente ni tan sólo el nombre de su propio dios.

Pero tampoco fueron las vocales griegas el final del camino. Para Platón o Aristóteles leer era más difícil que para nosotros. La escritura de la Grecia clásica carecía de símbolos de puntuación y de espacios.167 De modo que La república de Platón fue escrita con todas las palabras y los párrafos seguidos, sin espacios, comas o puntos. Los espacios y los signos de puntuación fueron popularizándose gradualmente en el mundo clásico. Finalmente, en la Edad Media se desarrollaron las mayúsculas y las minúsculas a partir de las distintas modificaciones alfabéticas comunes en esa época.

Podría pensarse que la elección de un sistema de escritura se debía a meras preferencias culturales y que no tenían ninguna consecuencia práctica, pero esto no es cierto. La escritura se desarrolló porque cumple unas funciones fundamentales: almacenar y transmitir información, y algunos de estos sistemas de escritura son mejores soluciones que otros. Es cierto que las civilizaciones mesopotámicas, tras siglos de desarrollo, consiguieron desarrollar sistemas completos, capaces de expresar cualquier idea, pero el esfuerzo que requería aprenderlos era muy superior al que exige nuestro alfabeto actual y eso tenía importantes implicaciones sociales. Los sistemas logográficos necesitan un gran número de caracteres, en China, en el periodo Han, llegaron a tener más de 9000 ideogramas, mientras que los sumerios más antiguos tenían unos 3000.168 Aprender a leer y a escribir era una tarea que requería años de estudio y entrenamiento,169 un esfuerzo que sólo podía hacer una pequeña parte de la población.170 Las escrituras mesopotámicas eran tan complejas que ni tan siquiera todos los escribas llegaban a comprenderlas por completo.171

Los jeroglíficos egipcios, sin embargo, que en gran parte eran silábicos, eran más fáciles de aprender. El escriba egipcio necesitaba menos tiempo que el sumerio para dominar su escritura.172 Esto hizo que más gente aprendiese a leer, se estima que entre el 2 y el 5 por ciento de la población estaba alfabetizada en Egipto frente al 0,5 o 1 por cien de Sumeria y China.173 La alfabetización aún progresó más con los sistemas alfabéticos. Se calcula que en la Atenas de Platón y Aristóteles entre un cuarto y la mitad de los ciudadanos masculinos adultos sabía leer.174 Este puede que fuese uno de los factores que posibilitaron la aparición de la filosofía clásica y, desde luego, debió de ser relevante en la democracia ateniense. Es difícil imaginar que una democracia pueda funcionar mientras la lectura de las leyes esté limitada a los escribas cercanos al poder.

2.11 Espacios evolutivos

Es común pensar que las grandes creaciones culturales son regalos de algún genio, o como mucho, de un pequeño conjunto de creadores. Sin embargo, en la mayoría de los casos, esas creaciones son fruto de procesos muy complejos en las que intervienen un gran número de personas. La metalurgia y la escritura no parecen ser el resultado de un genio capaz de realizar un doble mortal en el espacio de posibles soluciones. Esto es algo habitual incluso en los descubrimientos actuales. Suele ser muy difícil adscribir un avance a una sola persona. ¿Calculó Avogadro la constante que lleva su nombre? ¿Escribió Maxwell las ecuaciones de Maxwell? ¿Descubrió Ohm la ley de Ohm? No, no y no. Aunque nos resulte más fácil o satisfactorio recordar la historia como una serie de grandes hitos alcanzados por personas geniales el proceso de desarrollo del conocimiento suele ser más comunitario que individual y más gradual que abrupto. Esta complejidad de los procesos de desarrollo hace que, aunque solamos nombrar los resultados finales en honor a un investigador, la realidad es que estas elecciones son un tanto arbitrarias. Tanto es así que el profesor Stephen Stigler propuso una ley según la cual ningún descubrimiento se termina nombrando en función de su descubridor original, una regla que, aunque lleva su nombre, fue propuesta anteriormente por el sociólogo Robert K. Merton.175

Sewall Wright, uno de los fundadores de la genética de poblaciones176 propuso el concepto de paisaje adaptativo, una idea que Richard Dawkins describe muy bien en su Relojero ciego. En el caso biológico este paisaje adaptativo sería un espacio abstracto compuesto por todas las posibles secuencias genéticas. Un individuo concreto ocuparía un punto en este espacio y una población sería un conjunto de puntos más o menos cercanos. Una forma de visualizar este espacio sería imaginar un plano, por ejemplo, una mesa. Cada punto de la mesa se correspondería con una secuencia genética distinta y un individuo estaría representado por el punto que le correspondiese según su genoma. Una población de individuos estaría representada por un conjunto de puntos cercanos, de secuencias similares, en este espacio. Además, en este espacio los descendientes de un individuo tenderán a ser puntos muy cercanos al original ya que sus secuencias serán muy similares a las de su progenitor. La evolución biológica consistiría en el movimiento a través de este espacio, es decir, del cambio de secuencias genéticas de los distintos individuos. Puede que, dado que también hay evolución sin selección, tal vez, fuese más conveniente referirse a este espacio como evolutivo en vez de, simplemente, adaptativo.

En el caso de las tecnologías este espacio representaría el conjunto de todos los posibles métodos que alguien podría usar. Por ejemplo, todos los posibles métodos para crear herramientas metálicas. Cuando no hay selección, en la evolución neutral, todas las regiones de ese espacio serían equivalentes, sin embargo, al añadir selección, las distintas regiones del espacio evolutivo dejan de ser iguales. El plano que nos estábamos imaginando pasa a tener montañas y valles dependiendo de lo buenas que sean las soluciones propuestas. Un método especialmente eficaz estaría representado por una montaña especialmente alta, mientras que una solución estúpida y condenada al fracaso sería un pozo profundo. En el caso de la evolución neutral los puntos se mueven al azar por el espacio, pero si hay selección, si hay montañas, los puntos, con el tiempo, tenderán a ocupar posiciones cada vez más elevadas puesto que un punto en una posición más elevada tiene más descendencia que un punto localizado en un valle. Esto es precisamente lo que representa la altura, el éxito reproductivo, cuanto más alto esté un punto más descendencia tenderá a tener. Si nos acostumbramos a pensar de este modo, la evolución pasa a ser un conjunto de puntos que, poco a poco, va encontrando el modo de escalar esas montañas. Dawkins describió esta subida por el paisaje evolutivo en Escalando el monte improbable. Si pensamos en los distintos métodos metalúrgicos o en los diferentes sistemas de escritura como en puntos en un espacio evolutivo, lo que deberíamos observar con el tiempo es que esas soluciones propuestas, poco a poco, van escalando las montañas del paisaje, es decir, van siendo más adecuadas. Aunque conviene recordar que esta mejora no tiene por qué ser monotónica, siempre ascendiente, ni tiene que proceder con un ritmo continuo, algunos cambios se pueden demorar más que otros.

Lo más probable es que ninguno de los escribas y artesanos involucrados tuviese una visión global de un proceso del que no eran más que una pequeña pieza. Sin embargo, si consideramos rangos de tiempo suficientemente amplios, tanto en la metalurgia como en la escritura, está claro que poco a poco se fueron obteniendo soluciones cada vez más adecuadas, cada vez más elevadas en el espacio evolutivo. La escritura era mejor en el sentido de que cada vez se podía representar el lenguaje con mayor fidelidad y en que se podía conseguir alfabetizar más personas con un esfuerzo menor. Y en la metalurgia las herramientas creadas por los herreros también estuvieron cada vez mejor adaptadas a las tareas que tenían encomendadas. Por ejemplo, los arados labraban más eficientemente el campo y las espadas eran más capaces de atravesar al enemigo. Esta mejora progresiva es una característica típica de los procesos evolutivos. Otros autores han planteado también la posibilidad de que la evolución fuese la responsable de algunos otros objetos tecnológicos como el sombrero de cowboy177 o las ratoneras.178

Llegados a este punto tal vez sea conveniente comentar algunas de las propuestas que distintos autores han hecho acerca de la evolución cultural y hacer algunas matizaciones. Tal vez la noción fundamental que comparten las distintas propuestas es que hay ideas que se imitan más que otras y que esta selección conlleva un aumento en la popularidad de algunas de ellas.179 Daniel Dennett defiende que las distintas ideas compiten en el entorno formado por nuestras mentes y que las que mejor se adaptan a ser copiadas por nuestros sistemas cognitivos, por ejemplo, las más memorables, son las que acaban teniendo un mayor éxito cultural.180 Dennett ha planteado que bastantes de los aspectos del fenómeno religioso pueden haber evolucionado para ser más contagiosos.181 Por ejemplo, una vez se implanta en una mente la idea de que no debe confiarse en los argumentos de quien no comparte nuestro sistema de creencias, esta idea protege a todas las otras ideas de ese sistema y la aísla de otras creencias alternativas, lo que termina por favorecer su copia. Esta no es exactamente la propuesta que yo he defendido respecto a la evolución de los mes. En estos casos existe un problema tecnológico y el éxito de copia depende de la medida en la que se consiga solucionar este problema, no del grado en el que la idea se adapte a la psicología humana. Lo que se creó en el caso de la metalurgia fueron mejores espadas, no mejores historias sobre cómo matar dragones. La propuesta de Dennett liga la selección a las características de nuestras mentes, algo que seguramente sucede en muchos casos, pero esta selección también puede ser debida al éxito tecnológico.

Además, recordemos que puede haber evolución sin selección, que algunos aspectos pueden ser neutrales. Hay características que no influyen en el éxito reproductivo y, por lo tanto, la variación de su popularidad a lo largo del tiempo puede deberse simplemente al azar, para ellas el espacio evolutivo es plano, sus cambios en el espacio evolutivo son simples paseos aleatorios. A este fenómeno en biología se le denomina deriva. Esto es algo que puede haberle sucedido, hasta cierto punto, al cuento de caperucita roja. En distintos continentes existen distintas versiones del cuento.182 Algunos de los detalles que diferencian a estas versiones podrían haberse hecho populares en unos lugares y no en otros por azar. Incluso aunque asumiésemos un proceso puramente neutral la evolución acabaría creando diferentes versiones en distintos lugares a partir de una única versión original. Con esta explicación no quiero dar la impresión de que hay dos tipos de procesos evolutivos, aquellos en los que hay selección y aquellos en los que actúa la evolución neutral. La evolución neutral actuará siempre, es una consecuencia inevitable de que las poblaciones no tengan un tamaño infinito, y la selección puede ser más o menos intensa, por ejemplo, una cultura puede ser más o menos susceptible al ritmo de un cuento. En un espacio evolutivo siempre habrá un cierto movimiento debido al azar, independientemente de que este espacio sea completamente plano, tenga colinas suaves o se caracterice por elevadas montañas.

Existen críticos de la evolución cultural que nos recuerdan que la cultura y la biología tienen características muy diferentes que merece la pena analizar. Una aparente diferencia entre la evolución biológica y la cultural es la distinta capacidad de mezcla que tienen los genes y las ideas. Mientras que los genes de los organismos suelen transmitirse verticalmente, de padres a hijos, y rara vez se mezclan entre ellos, las ideas culturales pueden transmitirse horizontalmente, entre individuos no emparentados, y pueden ser mezcladas en las cabezas de estos individuos para crear nuevas versiones.183 Sin embargo, esta mezcla no debe hacernos pensar que ya no tiene sentido hablar de evolución. De hecho, incluso en los seres vivos la información genética, a veces, también se transmite horizontalmente. Esto es muy común en las bacterias. Por ejemplo, la resistencia a los antibióticos es un problema grave, precisamente, porque la idea de la resistencia a antibióticos puede transferirse con facilidad incluso entre individuos de especies distintas. Aunque es cierto que incluso en el caso de las bacterias, el grado de mezcla del material genético es mucho menor del que puede darse con las ideas dentro de la mente de una persona, esta es una simple diferencia de grado.

También podría pensarse que la clave que diferencia a los procesos evolutivos de los no evolutivos resida en el mecanismo de generación de las ideas. Puede que si las ideas apareciesen por simple azar debiésemos admitir que hay evolución, pero que no tenga sentido hablar de evolución cuando las soluciones son propuestas tras una deliberación consciente por parte de un ingeniero. En el primer caso, las nuevas ideas aparecerían por pequeñas modificaciones aleatorias a partir de las anteriores. En el espacio evolutivo los nuevos puntos aparecerán en una posición aleatoria cercana a la de sus antepasados. Sin embargo, en el caso de la deliberación consciente el ingeniero sería capaz de proponer una buena solución directamente, los nuevos puntos podrían aterrizar encima de las montañas del espacio evolutivo en una sola generación. En este caso el ingeniero estaría haciendo diseño dirigido. Estas dos formas de generar diseño, en principio, parecen absolutamente contrapuestas: evolución frente a diseño dirigido.

El aprovechamiento del conocimiento teórico del ingeniero mediante la deliberación consciente le permite plantear nuevas soluciones que tenderán a ocupar posiciones más elevadas en el espacio evolutivo, mientras que, si los cambios se introducen al azar, por ejemplo, porque un trozo de malaquita cae en una hoguera, las nuevas ideas no tienen porqué funcionar mejor que las antiguas. Además, si el conocimiento del ingeniero es suficientemente profundo puede dar grandes saltos en el espacio evolutivo sin temor a caer en una región de malas soluciones. Un ingeniero puede aprender sobre ciencia de materiales y decidir añadir el carbono necesario para conseguir un acero óptimo. Gracias al conocimiento teórico el ingeniero es capaz de hacerse una idea aproximada de la estructura del espacio evolutivo y eso le capacita para pergeñar soluciones que en el espacio evolutivo tenderán a estar en posiciones más elevadas. Picasso dijo: yo no busco, yo encuentro.184 Quería decir que él no necesitaba ensayar distintas posibles soluciones para comprobar cuál de ellas funcionaba, simplemente su cabeza era capaz de encontrar la pepita de oro en ese inmenso espacio de posibles soluciones. Esta es prácticamente la definición del diseño dirigido, un tipo de creación que suele contraponerse a la evolución.

Cuando hablamos sobre los seres popperianos dijimos que eran aquellos que podían ensayar posibles soluciones dentro de su mente gracias a los modelos que tenían del mundo externo y este es, precisamente, el secreto que les permite generar diseño dirigido.

Darwin nos enseñó que para obtener diseño no era imprescindible tener comprensión alguna del problema que se está tratando de resolver, pero no cabe duda de que si disponemos del conocimiento adecuado el proceso puede acelerarse.185 Si los artesanos mesopotámicos hubiesen sabido qué es el carbono podrían haber explorado cómo su concentración influye en las propiedades del hierro y seguramente habrían logrado desarrollar acero. Uno de los motivos de que durante los siglos XVIII y el XIX el ritmo de desarrollo tecnológico aumentase vertiginosamente fue, precisamente, que los ingenieros se acercaron al conocimiento del mundo natural que los filósofos naturales y los científicos estaban generando.186 Si disponemos de un modelo del mundo lo suficientemente fiel como para reproducir dentro de nuestra mente la estructura aproximada del espacio evolutivo podemos dar grandes saltos en este espacio aterrizando directamente sobre las montañas. Gracias a esta capacidad hemos podido explorar regiones de este espacio a las que los pequeños cambios continuos de los artesanos no pudieron llevarnos. El aluminio es uno de los metales más comunes de la corteza terrestre y, actualmente, lo usamos para enrollar el kebab, pero ningún artesano babilonio o chino fue capaz jamás de conseguir aislarlo. A pesar de que su abundancia en la corteza terrestre es incluso mayor que la del hierro, ni tan siquiera se les ocurrió la posibilidad de que este increíble material pudiese existir.

Otra lección que los ingenieros aprendieron de los científicos, incluso antes de que sus modelos del mundo les fuesen útiles, es que la exploración sistemática del espacio de posibles soluciones es más eficiente que la mera repetición de las recetas aprendidas de los maestros.187 La ingeniería es sistemática, la artesanía no.

Para el artesano una posible alternativa consistiría en introducir grandes cambios en cada generación. De este modo podría dar grandes saltos en el espacio evolutivo. Sin embargo, esta estrategia suele fracasar ya que la inmensa mayoría del espacio evolutivo está ocupada por malas soluciones, las regiones montañosas suelen ser minúsculas. Si nos inventamos un nuevo método radicalmente distinto para extraer metales del que nos enseñó nuestro maestro sin saber nada sobre química, las probabilidades de que demos con una buena receta son prácticamente nulas. El artesano que no sabe sobre química debe limitarse a explorar el espacio de soluciones introduciendo pequeñas variaciones y comprobándolas en el mundo real, por ejemplo, forjando distintas espadas con distintos métodos y probando cuál de ellos resulta mejor. Pero el ingeniero es un ser popperiano que puede acelerar la búsqueda de soluciones haciendo que muchas de ellas mueran en su cabeza sin llegar a ensayarlas en el mundo real.188 Cuanto más precisos sean nuestros modelos del mundo, más efectivas pueden ser las manipulaciones de las ideas dentro de nuestras mentes y mayores podrán ser nuestros saltos en el espacio evolutivo.

Es posible que hablar de evolución cuando nuestro conocimiento teórico sea suficiente como para crear diseño directamente dentro de nuestras cabezas sea poco útil, pero lo cierto es que evolución y diseño dirigido no son más que los dos extremos de un continuo, no existe una diferencia nítida entre ambos. Para que se genere diseño, lo fundamental es que el éxito reproductivo de la idea dependa de cómo de bueno sea su desempeño, no de cuál sea su origen.

Además, lo más habitual es que nuestros modelos del mundo no sean lo suficientemente precisos como para reproducir fielmente la estructura completa del espacio de soluciones, recordemos que el mapa no es el territorio. Puede que nuestros modelos nos permitan proponer soluciones mejores que las que obtendríamos haciendo cambios al azar, como hace la mutación en los seres biológicos, pero esto no implica que seamos capaces de alcanzar de un solo salto las cimas de las montañas más altas del espacio evolutivo. Ningún ingeniero, ni siquiera utilizando aproximaciones sistemáticas, fue capaz de crear desde cero el avión comercial moderno. La propuesta de los hermanos Wright no se parecía, en absoluto, a los aparatos comerciales modernos que diariamente cruzan los océanos. Incluso Picasso mintió, o al menos exageró, al decir que él no buscaba. En realidad, hacía búsquedas sistemáticas, su proceso de creación pasaba por evaluar numerosos bocetos y ensayos hasta dar con una solución que le satisficiese.189 Que las nuevas soluciones que estamos creando sean mejores que las que haría el azar, que nuestros diseños sean parcialmente inteligentes, no implica que no estemos explorando el espacio evolutivo un poco a ciegas. Además, aunque puede que nuestros modelos nos permitan hacernos una idea del entorno cercano del espacio evolutivo, pero la niebla suele cubrir la lontananza. Puede, por ejemplo, que nuestros modelos sean lo suficientemente buenos para reproducir con una cierta fidelidad una región localizada del espacio de soluciones, pero que no seamos capaces de reproducir en nuestras cabezas la estructura de las regiones más alejadas de nuestra experiencia cotidiana.

Veremos que Sócrates nos enseñó que definir un término complejo con precisión es muy difícil, incluso que puede que en la mayoría de los casos sea imposible. Pero tal vez, el ejercicio de tratar de definirlo sea útil incluso aunque no logremos alcanzar una buena definición con la que todo el mundo esté de acuerdo. Obtener una lista de características relevantes es también muy provechoso. En el caso de la evolución hay una característica necesaria: que la variación sea heredable. Si, además, hay selección, la evolución creará diseño. Por último, puede que la variación se genere completamente al azar, como en el caso de la evolución biológica, o que las nuevas ideas se creen de un modo más o menos inteligente.

2.12 No tengas compasión, busca la realidad

En cualquier caso, la lección clave que debemos recordar es que: si queremos una respuesta a un problema, independientemente de cómo se llegue a la posible solución, debemos buscar el modo de contrastarla con la realidad, con esa parte del mundo que está fuera de nuestra mente. La evolución tecnológica, durante las revoluciones científica e industrial, se fue haciendo cada vez más deliberada, poco a poco el diseño se fue generando más dentro de nuestras mentes,190 y más sistemática, pero no hemos de olvidar que, al final, cualquier idea tiene que ser ensayada en el mundo real, fuera de nuestras cabezas, y si no funciona debe abandonarse.

Veremos que este aspecto, esta distinción entre la generación del conocimiento y su justificación es, según los positivistas, una de las características claves del proceso científico. Esta propuesta positivista fue criticada y deberemos matizarla ya que, por desgracia, el éxito de las hipótesis científicas no puede depender exclusivamente de factores racionales, pero es una muy buena primera aproximación. Siguiendo la sencilla receta de repetir lo que ha funcionado en el pasado, pudimos avanzar en el espacio de soluciones y en unos miles de años varias culturas, independientemente, consiguieron acumular la tecnología necesaria para crear civilizaciones. Y para hacerlo no hizo falta esperar a conocer la química que hacía posible la forja de las espadas. Esta es una característica clave tanto en la tecnología como en la ciencia. Las espadas deben ser probadas en el campo de batalla y nuestras explicaciones sobre cómo funciona el mundo deben corresponderse con la realidad. Aunque en este aspecto la tecnología, como demuestran las civilizaciones antiguas, tiene ventaja frente a la ciencia. Alguien confundido por sus sesgos cognitivos puede inventar historias preciosas sobre cómo los dioses controlan las lluvias o sobre cómo se domesticó el tomate y, si tiene suficiente predicamento en su comunidad, puede que logre imponer esas historias durante un tiempo. Pero si su vida depende de una cota de malla y de una espada, los cuentos le servirán de poco, el acero no tiene misericordia, en la batalla o las espadas funcionan o mueres. La tecnología admite menos excusas que la ciencia, describir el mundo es más sufrido que manipularlo.

2.13 Resumen

Desde el neolítico los seres humanos dependemos críticamente de la tecnología, especialmente de la agrícola y ganadera. Sin comida ni los pueblos ni las ciudades son posibles y, por supuesto, en nuestro mundo moderno esta dependencia ha aumentando sustancialmente en otros aspectos esenciales como la sanidad o las comunicaciones. En la actualidad tendemos a asociar ciencia y tecnología, pero la relación entre el estudio del mundo externo y su manipulación es bastante reciente. Las tecnologías antiguas fueron creadas mediante procesos evolutivos sin que nadie conociese la ciencia subyacente.

Fue posible llegar a tener acero sin conocer nada sobre el papel del carbono en las aleaciones porque la justificación del resultado puede separarse del resultado y porque el primer aspecto es más crítico que el segundo. Si la espada corta, poco importa que el artesano no sepa cuál es la estructura cristalina del metal. Esto, además, crea las condiciones para poner en marcha la mejora evolutiva de las soluciones tecnológicas. Una vez disponemos de un modo que permita seleccionar de entre varias propuestas aquella más adecuada podemos esperar que, con el tiempo, las soluciones sean cada vez mejores.

Esto no implica que el proceso de descubrimiento sea irrelevante. Los artesanos chinos consiguieron forjar acero, pero no se obtuvo aluminio hasta el siglo XIX. Conocer la química, tener un buen mapa del territorio subyacente, nos permite avanzar mucho más rápidamente. Este es uno de los factores que distinguen al ingeniero del artesano, el ingeniero, por ejemplo, tiene idea de la química subyacente y esto le permite proponer soluciones mucho más prometedoras que las creadas por el azaroso proceso de copia del artesano. Además, los ingenieros aprendieron junto a los científicos a ser sistemáticos, a explorar con mucho más cuidado el espacio de posibilidades. A estas mejoras, como veremos en breve, habría que añadir el uso de la lógica, la herramienta que nos permite explorar sistemáticamente la coherencia de nuestras ideas.


  1. Olson, Technology and Science in Ancient Civilizations, location: 166.↩︎

  2. McCarter, Neolithic, location:608.↩︎

  3. McCarter, Neolithic, location: 1072.↩︎

  4. McClellan and Dorn, Science and Technology in World History, location: 654.↩︎

  5. Mosterín, El pensamiento arcaico, page:66.↩︎

  6. McCarter, Neolithic, location 1074.↩︎

  7. Ibid., location 379.↩︎

  8. Ibid., location 1079.↩︎

  9. Mosterín, El pensamiento arcaico, pagina 91.↩︎

  10. McClellan and Dorn, Science and Technology in World History, location 886.↩︎

  11. Ibid., location: 899.↩︎

  12. Mosterín, El pensamiento arcaico, pagina 184.↩︎

  13. Ibid., pagina 49.↩︎

  14. McCarter, Neolithic, location: 2325.↩︎

  15. McClellan and Dorn, Science and Technology in World History, location 754.↩︎

  16. McCarter, Neolithic, location 2341.↩︎

  17. McClellan and Dorn, Science and Technology in World History, location 1101.↩︎

  18. Ibid., location 365.↩︎

  19. Mosterín, El pensamiento arcaico, pagina 286.↩︎

  20. Kriwaczek, Babylon, location:467.↩︎

  21. McCarter, Neolithic, location 1454.↩︎

  22. Ibid., location 1153.↩︎

  23. Ibid., location 1260.↩︎

  24. Ibid., location 1168.↩︎

  25. Ibid., location 1165.↩︎

  26. Ibid., location 1151.↩︎

  27. Ibid., location 1393.↩︎

  28. Ibid., location 1411.↩︎

  29. Wutke et al., “The Origin of Ambling Horses.”↩︎

  30. McCarter, Neolithic, location 1136.↩︎

  31. McClellan and Dorn, Science and Technology in World History, location 696.↩︎

  32. Sánchez-Pérez et al., “Mutation of a bHLH Transcription Factor Allowed Almond Domestication.”↩︎

  33. McCarter, Neolithic, location 1978.↩︎

  34. Deming, Science and Technology in World History, Volume 1, location 213.↩︎

  35. Cobb and Goldwhite, Creations Of Fire, location 176.↩︎

  36. Deming, Science and Technology in World History, Volume 1, location 211.↩︎

  37. Cobb and Goldwhite, Creations Of Fire, location 189.↩︎

  38. Brock, The History of Chemistry, location 691.↩︎

  39. Cobb and Goldwhite, Creations Of Fire, location 215.↩︎

  40. Brock, The History of Chemistry, location 681.↩︎

  41. Deming, Science and Technology in World History, Volume 1, location 244.↩︎

  42. McClellan and Dorn, Science and Technology in World History, location:732.↩︎

  43. Kriwaczek, Babylon, location 999.↩︎

  44. Cobb and Goldwhite, Creations Of Fire, location: 237.↩︎

  45. Ibid., location 243.↩︎

  46. Olson, Technology and Science in Ancient Civilizations, location:4242.↩︎

  47. Olson, Technology and Science in Ancient Civilizations, location 4264.↩︎

  48. Ibid., location 4250.↩︎

  49. McClellan and Dorn, Science and Technology in World History, location 1083.↩︎

  50. Olson, Technology and Science in Ancient Civilizations, location 4017.↩︎

  51. Deming, Science and Technology in World History, Volume 1, location 247.↩︎

  52. Olson, Technology and Science in Ancient Civilizations, location:4065.↩︎

  53. Cline, 1177 B.C., location 1605.↩︎

  54. Kriwaczek, Babylon, location:4286.↩︎

  55. McClellan and Dorn, Science and Technology in World History, location: 1177.↩︎

  56. Kriwaczek, Babylon, 2697.↩︎

  57. McClellan and Dorn, Science and Technology in World History, 995.↩︎

  58. Olson, Technology and Science in Ancient Civilizations, location: 438.↩︎

  59. Kriwaczek, Babylon, location 1922.↩︎

  60. Ibid., location 312.↩︎

  61. Mosterín, El pensamiento arcaico, pagina 99.↩︎

  62. Olson, Technology and Science in Ancient Civilizations, location 1299.↩︎

  63. McClellan and Dorn, Science and Technology in World History, location 1194.↩︎

  64. Kriwaczek, Babylon, location: 1276.↩︎

  65. Mosterín, El pensamiento arcaico, pagina 152.↩︎

  66. Olson, Technology and Science in Ancient Civilizations, location 585.↩︎

  67. Lindberg, The Beginnings of Western Science the European Scientific Tradition in Philosophical, Religious, and Institutional Context, Prehistory to A.D. 1450, Second Edition, location 410.↩︎

  68. Olson, Technology and Science in Ancient Civilizations, location 779.↩︎

  69. Ibid., 673.↩︎

  70. Kline, Mathematical Thought From Ancient to Modern Times, Volume I, location 605.↩︎

  71. Olson, Technology and Science in Ancient Civilizations, location 1011.↩︎

  72. Ibid., location 863.↩︎

  73. Kline, Mathematical Thought From Ancient to Modern Times, Volume I, location 605.↩︎

  74. Kriwaczek, Babylon, location 3559.↩︎

  75. Diamond, “Geographic Determinism.”↩︎

  76. Francis, Domesticated, location 57.↩︎

  77. McClellan and Dorn, Science and Technology in World History, location 939.↩︎

  78. McCarter, Neolithic, location 3010.↩︎

  79. Ibid., location 3150.↩︎

  80. Kriwaczek, Babylon, location 527.↩︎

  81. Ibid., location 528.↩︎

  82. Mosterín, El pensamiento arcaico, pagina:107.↩︎

  83. Kriwaczek, Babylon, location:647.↩︎

  84. Mosterín, El pensamiento arcaico, pagina:108.↩︎

  85. Kriwaczek, Babylon, location:771.↩︎

  86. Kriwaczek, Babylon, location 725.↩︎

  87. McClellan and Dorn, Science and Technology in World History, location: 281.↩︎

  88. Ibid., location: 283.↩︎

  89. Olson, Technology and Science in Ancient Civilizations, location:1319.↩︎

  90. McClellan and Dorn, Science and Technology in World History, location:1179.↩︎

  91. Olson, Technology and Science in Ancient Civilizations, location 1342.↩︎

  92. McClellan and Dorn, Science and Technology in World History, location:1198.↩︎

  93. McCarter, Neolithic, location 2059.↩︎

  94. Ibid., location:2096.↩︎

  95. Ibid., location:2181.↩︎

  96. Ibid., 2181.↩︎

  97. Kriwaczek, Babylon, location:1565.↩︎

  98. Kline, Mathematical Thought From Ancient to Modern Times, Volume I, location 635.↩︎

  99. McClellan and Dorn, Science and Technology in World History, location 1244.↩︎

  100. Kriwaczek, Babylon, location 3556.↩︎

  101. Olson, Technology and Science in Ancient Civilizations, location 1011.↩︎

  102. Kline, Mathematical Thought From Ancient to Modern Times, Volume I, 637.↩︎

  103. Brock, The History of Chemistry, location 729.↩︎

  104. Ibid., location:742.↩︎

  105. Russo and Levy, The Forgotten Revolution, location 209.↩︎

  106. Dennett, From Bacteria to Bach and Back, location:620.↩︎

  107. Ibid., location:525.↩︎

  108. Ibid., location:2169.↩︎

  109. Godfrey-Smith, Philosophy of Biology, location 2593.↩︎

  110. Deming, Science and Technology in World History, Volume 1, location:38.↩︎

  111. Lindberg, The Beginnings of Western Science the European Scientific Tradition in Philosophical, Religious, and Institutional Context, Prehistory to A.D. 1450, Second Edition, location:344.↩︎

  112. Mosterín, El pensamiento arcaico, pagina 101.↩︎

  113. Kriwaczek, Babylon, location:1198.↩︎

  114. Ibid., location:1226.↩︎

  115. Mosterín, El pensamiento arcaico, pagina 101.↩︎

  116. Kriwaczek, Babylon, location 1194.↩︎

  117. McClellan and Dorn, Science and Technology in World History, location 1119.↩︎

  118. Mosterín, El pensamiento arcaico, pagina:102.↩︎

  119. Olson, Technology and Science in Ancient Civilizations, location:1277.↩︎

  120. Kriwaczek, Babylon, location 1261.↩︎

  121. Ibid., location 1252.↩︎

  122. Ibid., location:1253.↩︎

  123. Lindberg, The Beginnings of Western Science the European Scientific Tradition in Philosophical, Religious, and Institutional Context, Prehistory to A.D. 1450, Second Edition, location 348.↩︎

  124. Mosterín, La hélade: historia del pensamiento, pagina 18.↩︎

  125. Ibid., pagina:19.↩︎

  126. Ibid., pagina:18.↩︎

  127. Mosterín, La hélade: historia del pensamiento, pagina 19.↩︎

  128. Ibid., pagina 58.↩︎

  129. Olson, Technology and Science in Ancient Civilizations, location:1271.↩︎

  130. Kriwaczek, Babylon, location:1262.↩︎

  131. Olson, Technology and Science in Ancient Civilizations, location 1288.↩︎

  132. Kriwaczek, Babylon, location:2392.↩︎

  133. Olson, Technology and Science in Ancient Civilizations, location:1391.↩︎

  134. Ibid., location:1392.↩︎

  135. Olson, Technology and Science in Ancient Civilizations, location 1434.↩︎

  136. “Ley de Stigler.”↩︎

  137. “Sewall Wright.”↩︎

  138. Hughes, On the Origin of Tepees.↩︎

  139. Dagg, “Exploring Mouse Trap History.”↩︎

  140. Godfrey-Smith, Philosophy of Biology, location:912.↩︎

  141. Godfrey-Smith, Philosophy of Biology, location 2589.↩︎

  142. Dennett, Breaking the Spell.↩︎

  143. Tehrani, “The Phylogeny of Little Red Riding Hood.”↩︎

  144. Godfrey-Smith, Philosophy of Biology, location:2606.↩︎

  145. Dennett, From Bacteria to Bach and Back, location:2315.↩︎

  146. Ibid., location:3292.↩︎

  147. Russo and Levy, The Forgotten Revolution, location:2.↩︎

  148. Dennett, From Bacteria to Bach and Back, location 4980.↩︎

  149. Ibid., location:1618.↩︎

  150. Dennett, From Bacteria to Bach and Back, location 2319.↩︎

  151. Ibid., location 2308.↩︎